Muchas cosas acaban, y está bien que así sea. Amén. Qué bien que se acaba la cerveza verde de flor de cactus; qué bien que se acaba la escuela (¿o no?); qué bien que se acaba el yogur, que nos educa para los finales (¡deja de hurgar con la cucharilla, membrillo!); incluso acaba la temporada de hongos con un golpe(cito)
baztanesco a finales de noviembre.
Se acaban hasta los rollos.
Este rollo tan negro como higiénico del baño de una cafetería de Santesteban (Navarra) se acabó hace casi un año. No os lo había contado, me lo guardaba... Y antes de que se pierda hasta el recuerdo de
las versiones bajo la lluvia de Nexus 6 (Roy), aquí estamos
cibermirándolo, tan tranquilos, sin apretones, casi podría escribir la leyenda al estilo
Magritte:
Ceci n'est pas un rollo negro".
(Y en el baño de mujer había un rollo anaranjado, palabra de alguien que se acercó a curiosear con afán científico).
Un rollo digno de
Agatha Christie, que mató a su personaje Poirot en
Telón,
aunque la puñetera postergó más de 30 años la publicación de la novela guardada en
la caja de seguridad de un banco, que apareció en 1975, un año antes de la muerte de la autora (D.E.P.). Sólo
Christie sabía que el personaje de los
Los cinco cerditos o
Sangre en la piscina era un "muerto". (Y en la última dejó a Poirot calvo y con peluca).
Sólo una mujer puede organizar los finales así..., ¡ay! Un día las personas se verán a sí mismas como simples individuos cuya misión es perpetuar la especie y, quizá entonces, acabarán para siempre las hombreras; una tarde acabará el otoño sin la llegada del invierno, cuando la Republicana Academia Española (RAE) descarte la palabra por abuso de "o", o, simplemente, cuando no exista la estación; acabará incluso el fútbol, tremendo. Nos avisan en un documental de La 2: dentro de no sé cuántos millones de años, el sol se funde (así, en presente histórico futurista).
Y otros papeles limpiarán otras lindezas, y callarán los pájaros cantando de
El viaje definitivo, y el adiós será adiós, sin cerveza verde, sin la búsqueda ingenua de hongos en fin de semana, sin cóctel de versos de
Sabina con voz de
Ismael Serrano, sin que nadie diga lo que otros pensaban y no dijeron (porque, dicen, aquellos no se atrevieron a decirlo). Y la pizarra de Exactas sin limpiar quedará llena para demostrar que 1 es mayor que 0, para infundir confianza; y E=mc2 se conservará grabado con compás en la madera de algún pupitre de museo (¡
malditos neutrinos superlumínicos!); de la oración quedará la parte de
Brodsky, y las manos juntas como en una fotografía de primera comunión, y los primatólogos volverán explicar que dos monos se despiojan, pero que, a partir de cuatro, gritan para generar confianza en el grupo; que en los humanos la intimidad es cosa de dos y no de cremita (yo te despiojo, tú me despiojas), que el trío implica el despiole del despiojo, que la risa es del grupo, no de la pareja que se despioja ("Cariño, es que ya no nos reímos como antes..."). Regla de tres: "los primatólogos son a los antropólogos como los ingenieros técnicos industriales (peritos también reconocidos como Pedritos) a los ingenieros".
En fin, que se olvidarán hasta de
Emil Zátopek en Helsinki 52. Entretanto, agradezco más a la educación recibida la regla de tres,
El perseguidor de
Cortázar,
El hombre tranquilo, o las parábolas de las semillas, que lo que vino después de las razones trigonométricas. Y llueve. Y verdean los cereales en los campos con los días más breves del año boreal.
Suena una versión agónica de
Semilla negra. Llámese fatiga a todo esto. Mañana comeré fruta, me sumaré al
pensamiento matinal de Ghandi y todo arreglado.
Pero, ¡gracias!, una mujer dice: "¡Hala, a dormir!".
Y en la retirada con los pasos del perito gólem, con la última efervescencia de las "pequeñas células grises", caen oncológo, mocoso, mondongo... Coondo Fornondo sótomo osobo Pontolón...
Y Scarlett Johansson Gabbana tiene anuncio nuevo que supera al embutido del año pasado (conviene verlo varias veces).
¡Hala!