viernes, noviembre 30, 2018

Y después, la noche

Sábado 24-XI-2018. Fotografía de Ángel.

El crepúsculo sereno bajo Castelar, en Leire, previo al descenso con las gafas de visión nocturna.

miércoles, noviembre 21, 2018

El lugar de la conciencia

Fue uno de esos hombres que se gustan y saben que gustan. Había había sido un modelo de cabeza muy cotizado (publicidad de champú, sobre todo). Por eso, quienes lo conocían de verdad no se sorprendieron de su cambio de personalidad cuando llegó la calvicie por la quimio. Se quedaba ensimismado con el índice de la mano derecha sobre el punto más elevado de su cabeza y entonces empezaba a dibujar un círculo pequeño con el dedo, siempre en sentido antihorario.
Los sobrinos, unos melenudos con mucha guasa, le preguntaban por qué se daba cuerda así.
Y él, sin decir nada, seguía girando en el remolino indomable de su conciencia. Es terrible no gustar y saber que no gustas.

martes, noviembre 13, 2018

Cortinas de agua

Desde Lagarte: Uzkuiti a la izquierda; Laparmendi y la proa de Balerdi a la derecha. Fue el 10 de noviembre de 2018. Fotografía de Pilar.

viernes, noviembre 09, 2018

Amanita muscaria

Amanita muscaria. Jaizkibel, Guipúzcoa, España, 8-XI-2018.
No hay seta con tantas historietas en el mundo.
Un viejo amigo, cada vez que se encontraba con un setal de muscarias, me decía que las rusas tenían que ser "menos tóxicas". Y yo interpretaba en sus palabras cierta cierta ensoñación voladora que lo llevaba a bosques lejanos, exóticos, casi ficticios... Luego leí Homo zapiens, de Pelevin, y acepté que los rusos (y mi amigo) habían desarrollado, por así decirlo, otro interés micológico.

P.D. : Si se mira la cutícula roja de la muscaria el tiempo suficiente, se adivina el rostro de la bruja.

domingo, noviembre 04, 2018

Mentira y trasquilón

La clienta ha pedido verde y habla demasiado mientras el tinte le impregna el cabello y suena una voz distorsionada de reguetón en el hilo musical. Pero ha conseguido decir "óvulos congelados" y captar la atención de los dos peluqueros y los cuatro clientes. Está crecida y ya defiende la mentira como una solución que va mucho más allá de su maternidad postergada o de la desconfianza que le inspira su pareja "de ahora":
-Cuando uno está todo el día hablando, termina mintiendo. Es inevitable...
-Yo no miento -interviene mi amigo el escritor y lo veo sonreír en el espejo-, solo practico la ficción narrativa.
Es muy listo y, aunque parezca una tontería, a mí me gusta tener su cabeza en mis manos cada dos meses.
-Es un ejercicio de protección ante los imbéciles que lo quieren saber todo -sigue-, o ante aquellos que no saben preguntar: hay que mentir al médico, al vecino del ascensor, al encuestador, a la telefonista que te llama todos los días, al que te pregunta la hora -toma carrerilla-, al vendedor de seguros, a la pareja, al pelu...
Entonces se me va la tijera.