lunes, noviembre 07, 2005

Tobillos


Una vez me contaron que las personas sin tobillos son malas. Quizá ahí se encuentra la explicación del refrán: "No hay cojo bueno...".
Pero la maldad no se aserrucha. El problema de los tobillos se puede perfilar así: todos conocemos algún caso de pierna columna que cae hasta el pie sin relieve... ¡Ésos son los malos! Los que tienen unos tobillos indefinidos, sin huesos marcados, sin formas. Porque, claro, se conoce mucho de personalidades y narices, y de líneas en las manos y destinos..., pero qué poco de la indefinición de tobillos.
Llega el verano a Montevideo y comprendo mejor la naturaleza de las personas que calzan sandalias o chancletas, que se han librado de los calcetines. Camino más prevenido con los tobillos ajenos a la vista.
Salto internacional. Nicole Kidman, por ejemplo, no me gustaba. Me parecía mala malosa hasta que vi dos interpretaciones suyas (Las Horas y Dogville). Ahí dudé. Y, por aquel entonces, Rotciv (el consumado espía lento) me envió esta imagen. Ahora ya saben hacia dónde hay que enfocar la mirada.

5 comentarios:

  1. Anónimo10:01 p. m.

    Sobre lo de caminar con calcetines y sandalias -clásico estilo Belga- no diré nada, aunque bien podría defender con al menos seis teorías su confort y conveniencia en jóvenes exploradores. Sobre la imagen, me rindo una vez más a la elegancia de ese gesto espontáneo y mínimo. Y recuerdo a Perec y su obsesión por captar aquello que sucede cuando parece no suceder nada.
    Nicole pisa Venecia después de un paseo en góndola. Los fotógrafos del festival de cine gritan su nombre y le piden que mire hacia todos lados al mismo tiempo. Ella tropieza ligeramente con un escalón forrado de alfombra roja y el zapato de su pierna derecha queda tendido en ese glamouroso suelo. Entonces se agacha despacio, lo toma entre sus manos y se dispone a calzárselo. Es un gesto que apenas dura tres segundos: uno, dos, ¡click!, tres.
    Me hubiera gustado escribir ahora que el fotógrafo Paparazzo corrió a la redacción de su periódico y se encerró en el cuarto oscuro. Y que ese gesto leve y profundamente clásico surgió a modo de aparición espectral en las aguas químicas de una habitación roja.
    ¡Qué tiempos aquellos en los que el cine nos gustaba tanto!

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  2. Anónimo3:50 p. m.

    Dogville, la vi en Montevideo, sola en el cine. Me gustó a pesar el susto que me llevé cuando empezó porque eresfea no me avisó...

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  3. Anónimo5:05 p. m.

    los tobillos, nunca había reflexionado sobre las virtudes de los tobillos. y menos sobre los de Kidman, que yo la prefiero en Mujeres perfectas o algo así.
    Gracias eresfea por darle fuego a mis dilataciones intelectuales.

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  4. Yo tengo tobillos bien definidos...
    y una extraña obsesión por los tobillos ajenos...ahora la puedo justificar. ¡Gracias eresfea!

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  5. Anónimo10:26 p. m.

    Por fin alguien que apoya la tesis: los cojos son mal cogidos

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