lunes, junio 26, 2006

Así empezó la telecaca de los realiti en España

nievesherrero (concepto que no merece mayúsculas ni al comienzo de un texto) posa la mano en la rodilla del padre de una de las víctimas de Alcásser (buscad, buscad en internet...) y pregunta con cara de estatua mortuoria de reina navarra:

"¿qué sientesssss?"

Imagino esa cinta de vídeo en una caja de pino, al lado del Arca de la Alianza de Indiana Jones.
El canibalismo, aunque sea emocional, no está bien visto en las escuelas de periodismo.
Pero también puede ser que me lo imagine, que haya compuesto esa imagen con fragmentos sueltos de mi frágil memoria, que sea un maldito resentido contra el concepto nievesherrero... (nunca contra la persona que hay detrás) y que deba abrir mi mente hacia nuevas formas de periodismo que hacen gozar a las audiencias.
(Imagino esas audiencias algo informes, como las babosas).
Y cuando subo por la montaña con alguien que agoniza, que jadea, que vocaliza (¡aaaaaaaa!) intentando silabear cuando no le ancanza el aire ni para las consonantes, entonces pregunto en memoria del concepto nievesherrero:

"¿qué sientesssss?"

Sin mano en la rodilla ajena.
Suelen escupir sapos y culebras (metafóricamente hablando, se entiende).
Y aún no me han llamado para la televisión.

4 comentarios:

  1. Entré en Google y encontré 540.000 entradas para Nieves Herrero. Así que debe ser medio famosa. Pero la fama no hace a la calidad de la persona, ya que si es tan sensacionalista como pareces mencionar, es un honor que no te hayan llamado todavía a la televisión.
    Ah! ¿Todo el mundo "escupe" sapos y culebras cuando llega a la cima? Yo creo que un: Lo logré, sería más expresivo.
    No te agrego nada sobre las tortugas para no arruinarte la página de comentarios. Es que creo que soy la culpable de que no haya más entradas en "Cómo hemos cambiado" Me voy a borrar por un rato, así tus comentaristas habituales vuelven al ruedo.

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  2. Anónimo9:28 a. m.

    Cuando trabajé en Antena 3, intenté sacar del archivo la cinta de aquel programa. No para verlo, sino para comprobar si había sido real, y no una alucinación colectiva. No me dejaron. El ordenador dijo que ese programa no existía, no se encontraba o estaba prestado. Cuando pregunté a la documentalista, me confirmó mis sospechas: estaba prohibido sacar esa cinta. Pensé en Stalin, pero se me pasó rápido. Y decidí sacar entonces la de "he venido a hablar de mi libro".

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  3. Mucha calma, Mi-tacua-uy. No te censures jamás en un blog (y menos en el mío).
    Muy grande, Nomeacuerdo. Sería impagable preparar un vídeo con los verdaderos momentos mágicos de televisión, y no las memeces habituales de los programas de záping.

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  4. El de "¡Cojones ya!" de Arrabal no tiene precio. Y sólo bebió un fluido transparente que debió confundir con agua anisada.

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