miércoles, abril 04, 2007
El postre indivisible
He pedido pimiento morrón, chorizo y carne (un filet con un puré de manzana), todo asado en brasas de leña. Le atizo sin descanso al vino, un malbec argentino.
Y ella, desde sus ravioles de acelga con ricota (come la mitad, juguetea con el tenedor y la otra mitad), desde el agua mineral con unas gotas de limón exprimido… Ella, digo, divina, me habla de la fibra.
La fibra es muy importante.
La fibra es muy interesante.
Afortunadamente, no conoce el anuncio de yogurt de José Coronado.
-¿No quieres un postre? –la tiento.
-No, tomaré un té mixto.
Y se larga a hablarme del colesterol bueno y del malo, como si fueran Abel y Caín. Y a mí me da por pensar en la profundidad psicológica del colesterol.
-¿Ya pensaron el postre? –me salva el mozo.
-Sí. Ella quiere un té mixto, para mí una isla flotante [enorme merengue con caramelo sobre una crema borracha].
-¿Quieren que traiga dos cubiertos para compartir? –propone el mozo muy amable.
-No –respondo.
Y pienso tan fuerte que me parece que se me escucha como a un Robinson Crusoe colesterolizado: ¡Lo que me faltaba! ¡La isla es mía!
Hace años me prometí no compartir un postre con ninguna mujer que se “reserve” en la comida. Le pagaré otro plato, le pediré para ella cuantos postres desee, pero no permitiré que hurgue en el mío.
P.D.: La regla, como toda buena regla, tiene dos excepciones.
Interesante...uno se entera de la vida del profe, jaja! es muy lindo compartir el postre, más bien la comida. Es distinto. Y si hay algo en lo que uno no debe cuidarse es en el postre. De tanto pensar en dulce me vinieron ganas de comer chocolate.Ah! me quedó una interrogante, bah...más bien dos, jaja!
ResponderEliminarSalú!
Ah. Conozco eso, sí. Lo conozco bien. "no quiero postre, tomaré un té". Y luego me sacan mi tarta de queso, con su grasa rica y azúcar -podría echarse a andar-. Ella la mira con la boca en ojos: "¿puedo probar". "Sí", un sí que es, "mejor mátame". En un minuto, ya no me queda ni para lamer el plato.
ResponderEliminarY luego, poquito a poco, sin un atisbo de culpa, bebe a sorbitos el te. Hmmm, qué rico.
Yo me pido un postre para mí y luego, además, pido probar el otro!
ResponderEliminarUn saludo!
Supongo que una de las excepciones sucede cuando quieres repetir postre. Le dejas probar un poquito y ya tienes la excusa para otra "isla", tragón.
ResponderEliminarYo quiero saber cuáles son esas dos excepciones.
ResponderEliminarPublicidad jóvenes, publicidad.
P.D: Si hubiese visto el anuncio de Coronado seguro que el concepto "fibra" no le parecería tan poliédrico.
En mi última salida, ninguno de los 15 presentes quiso postre (¿cafecito?, ¿sin nada de chocolate?). El mandamás de la mesa, que hacía 5 horas que me conocía, me miró y no dudó en llamar al mozo: "Para ella, la degustación de todos los postres". Claro, trajo cucharitas para todos. Berna
ResponderEliminarLo más interesante: las dos excepciones.
ResponderEliminarEn cuanto a que el sexo femenino no pide postre, me parece que esta chica no entra en la media.
¿Compartir isla flotante? En mi vida, y menos si la hizo mi abuela.
¡Saludos desde el norte!
Hay una isla flotante (de por sí bastante maravilloso) y seguís buscando las excepciones...
ResponderEliminarJ., necesitas entrenamiento, podemos sacar a ese troglodita que llevas dentro.
Carol, lo tuyo es morro. ¡Menudo morro!
Me recordó muchísimo a un capítulo de Friends en donde Joey invita a cenar a una chica y le prohibe sacarle comida del plato.
ResponderEliminarEstoy con mi-tacua-uy, lo mas rico y esperado de una cena es el postre, no se comparte, yo le corto la mano al que quiera sacarme algo: isla flotante, tiramisu, Ramon Novarro, cualquiera, mientras sea dulce no importa el titulo.Abrazo
ResponderEliminarNO te postres.
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