viernes, noviembre 02, 2007
Yo, que no tengo móvil/celular
Vivo en la indefinición. ¿Inmóvil, incelular, inmovible, amóvil, acelular, amovible, movilfobo, celularfobo...? Pero no inamovible, inconexo, o anacrónico. Mucha gente se piensa que no tengo ese telefonito por cabezón (testarrudo inamovible), que donde dije digo jamás diré Diego, o Vicky De León. Pero no traslado mi espíritu de rinoceronte a la telefonía. Es muy simple, aunque parece difícil de entender: no me gusta hablar por teléfono, sea fijo, móvil o movedizo. Tampoco me gustan las aceitunas o Sabina, ¿y?
Me hacen reír quienes me insisten con el cuento de que hay que estar conectado con los avances tecnológicos. (Léase: avance tecnológico equivale a telefonito). Esos meticones suelen ser los nuevos conversos. Imaginadlos a galope tendido. ¡Zaca! Caen del caballo y oyen un ¡pirubirú!, o la melodía de El Padrino, o el himno del Barça, o... ¡O sienten una perturbadora vibración! Y del otro lado suena la voz melosa de la divina teleoperadora: “¿Por qué no le llamas?”.
(Versión telefónica del “¿Por qué me persigues?”).
Y llaman a cualquiera, a cualquier hora, por cualquier motivo.
Gracias a esos telefonitos, escucho conversaciones ajenas de todo tipo. Eso me desagrada, porque tengo un concepto casi geográfico y amurallado de la intimidad. Además, los reconectados gozan el derecho de interrumpirte en cualquier momento: en un funeral, en el cine, en un concierto... O en una conversación amable:
-Perdona, tengo una llamada.
En esos casos siento la tentación de decir: “Perdona, adiós”.
¿La sorpresilla de saber quién puede llamar ofrece más atractivo que nuestra conversación? Tal vez... ¿La magia radica en el “qué”? No sé... Apuesto a que la frase más repetida al telefonito es: ¿Quéstáshaciendo?
(Que conste, para mí es mala educación).
Yo los respeto, respeto, por ejemplo, que se prefiera hablar con alguien sin presencia corpórea. Y soporto como un tótem las interrupciones. Pero ellos me señalan como anacronismo cabezón. Claro, si tuviera un móvil/celular, yo podría llamar a alguien mientras el que acaba de abandonar nuestra conversación explica por telefonito loquestabahaciendo:
-Nada, aquí, hablando con...
Nada.
Y qué decir cuando leo en los labios que un sinsustancia exhala a otro: Tedejadounmensaje (en el buzón de voz, o de texto).
-Ah..., bueno, es que
...................................................... [Rellena la línea de puntos con la excusa por la cual no lo leíste o escuchaste]. Luego, lo ortodoxo es un: Yalovoyaescuchar/leer.
Aún espero que alguien responda lo correcto?: "¿Y por qué no me lo cuentas ahora, idiota?".
Donde escribo “idiota”, también podrían figurar con eficacia y propiedad “cretino” e “imbécil”; siempre he dicho que, en los tres casos, hay que silabear con calma. Pero no tengo móvil/celular para disfrutar.
¿Para qué quiero el móvil/celular?, ¿para mi satisfacción o para la suya? Como ellos tienen móvil, insisten en que yo lo tenga. Debo estar conectado, localizable para ellos. Tengo que sujetarme al tiempo ajeno (caprichoso por definición). Y disponer de mi tiempo, estar ilocalizable, es un rasgo de la libertad, un privilegio. Me gusta ir a mi aire, especialmente en mi tiempo libre y con aire del nordeste. Quizá soy un egoísta. Además, ellos no me pagan el telefonito ni sus cuotas, me exigen que pague por algo que no quiero: mi permanente localización.
-Lo desconectas y ya está.
Sí, sí, seguro... Después viene el capítulo de excusas
"........................................................". [Rellena la línea de puntos con la excusa capital y el río que la cruza por la cual desconectaste el aparatito; por ejemplo el fin de semana]). Las mentirijillas con las que uno rellena las desconexiones, llamémoslas ficciones creativas (que suena más literario y encantador). Sí, estar desconectado ya no cuela como pecado venial.
Hay gente que se concede el privilegio de decirte cómo tienes que llevar el pelo, cómo tienes que vestir, qué tienes que comer o beber, a qué hora te debes levantar de la cama… (Ojo, y no es tu madre; ni tu suegra; ni tu personal tráiner). Estoy seguro de que casi todos los que insistís para que me compre un móvil/celular lo hacéis por mi bien. Por mi Bien. Y os ruego que me dejéis así, en este limbo de manías, testarrudeces, desconexiones.
Pero no: “¿Y qué haces por la noche, si una mujer te pide el teléfono?”. Golpe bajo (o proyección de angustias personales). ¿Entiendo que el amor fue imposible hasta hace seis o siete años, cuando nadie tenía estos telefonitos? Claro, de día podría hacer señales de humo o tocar el tam-tam.
P.D.: Si notáis algún bulto parecido a un telefonito en uno de mis bolsillos, pensad en una navaja, mi Kyoto II. Muy afilada, por cierto.
P.D.2: Forges es un grande.
Eresfea, desde que he leído la primera linea de la entrada sabía por donde ibas a tirar y tenía una pregunta preparada para ti... y que pasa con las chicas que conocemos por ahí? Pero ya he comprobado que conoces bien la mente de tus alumnos/ex-alumnos/amigos/lectores indeseados y has decidido plantearla tú mismo. Tema peliagudo: el Tam-Tam es mucho más romántico, pero menos efectivo, y encontrarla en el mismo bar otra noche puede resultar complicado. Habrá que seguir meditándolo.
ResponderEliminarFdo. Alguien que usa bastante el móvil, lo que no significa necesariamente que lo haga porque los demás lo hacen.
P.D. Un día un compañero del trabajo me dijo: "Hey tio, siempre te veo con el móvil, no te pega". Deja que sea yo quien decida lo que me pega.
P.D.2. Eresfea, vuelvo a la red, por fin tengo internet en mi nuevo piso. Actualizaré el blog, ¡lo prometo!
Se podría hacer un chiste con las últimas líneas pero no quiero caer en lo guarro.
ResponderEliminarMe parece que la medida es más una postura filantrópica (como quedó claro en el post) más que otra cosa. Te respeto.
Buenísimo. La mejor defensa es un buen ataque ;)
ResponderEliminarpara mi q el estado tendria q regalarle a todos los mayores de 12 años un celular igual (preferiblemente nokia 1100 o 1112) y q no se pudieran conseguir otros distintos... de esa forma se solucionarian muchos problemas que son generados por estos aparatitos mas idiotizantes q la tv (ver: gente jugando a la viborita)
ResponderEliminareresfea es un ser de este planeta de lo más encantador: por original y por amurallar su intimidad. Un tipo como el no necesita teléfono para volver a ver a una mujer. Y si ella lo necesita no merece volver a verle. eresfea... quiero seguir leyendo eresfea.
ResponderEliminarBeni, el regreso. ¡Bien! Tendremos que matar un ternero para celebrarlo.
ResponderEliminarAprecio su respeto, eimb, usted sabe que lo aprecio.
Comunista hdp, no quiero ni imaginar qué es eso de la viborita.
Wolframio, me tienta el cristal de su blog, me trae... reminiscencias.
¡Ya tardaba en aparecer este asunto!
ResponderEliminarLlevo móvil porque me parece un cacharrito muy útil y me viene bien muchas veces, puede facilitar y simplificar muchísimo algunas cosas. Procuro que no se convierta en un grillete y a menudo lo dejo en casa o lo apago. Me parece una impertinencia que me pidan explicaciones por no estar localizable y lo hago saber.
Comparto ese concepto geográfico de la intimidad. Me da vergüenza hablar por el móvil delante de otra gente; suelo escaparme o esconderme. A menudo el interlocutor me pregunta si estoy bien, si me pasa algo, por qué hablo tan seco. Es pudor.
Sólo disiento de tus comentarios en una cosa. Si tú y yo fuéramos charlando por la calle y de pronto se te acercara un conocido, ¡eh, Josean!, y charlara un momento contigo, no me parecería descortés por tu parte que le atendieras. Sí me mosquearía un poco que prolongaras la conversación diez minutos y me dejaras plantado mientras tanto. Con el móvil, igual. No me parece mal interrumpir veinte segundos la charla para atender brevemente una llamada. Dos palabras: qué pasa, te llamo luego. Sí me parece descortés enfrascarse en una conversación por el móvil y olvidarse de la persona que te acompaña.
Una curiosidad sobre los usos del móvil. Para poca gente ha sido un invento tan maravilloso como para los sordomudos y sus familiares y amigos. A los sordomudos les da una autonomía impensable hace diez años, cuando era necesario telefonear a alguien de su entorno para que les pasaran algún mensaje. Ya no necesitan intermediarios. Y pueden comunicarse a distancia con quien quieran. Basta con un sms.
Resiste. Y que les vibre.
ResponderEliminarMe convenciste, no te insisto más en que tengas uno de esos telefonitos. Aunque son muy útiles, ¿sabes? Bueno, te dejo en tu limbo de manías, testarrudeces, desconexiones.
ResponderEliminarBeso.
te imagino perfectamente seduciendo a una pobre mujer a la que no le darás ningún número de teléfono. nunca te creerá esa falta de teléfono
ResponderEliminares una pésima costumbre (mucho peor que la de tener un nokia 1100 humilde y conmovedor) hacerse querer para después quedarte con todo el cariño para ti mismo. la intimidad va a amurallada pero, ¿qué le pasa a esas casitas que nadie visita ni reconstruye por años?, sabrás mejor que yo.
Opino igual que Ander, y poco a poco van dando más utilidad a ese aparato (ya es música, máquina de fotos, gps, tarjeta de pago, radio, televisión, ordenador, internet...), que lejos de demonizarlo deberiamos de agradecerle el facilitar muchas cosas.
ResponderEliminarOpino lo contrario que Imanol, que opina igual que yo. Me vuelven loco tantos usos. Una compañía me regaló un teléfono por convertirme en víctima suya, un teléfono con un millón de posibilidades, y no he querido ni enterarme de cómo se usan. No presumo de esto, simplemente constato mi torpeza (y mi creencia, quizá gandula, de que por ahora no me hacen falta tantos servicios juntos en el mismo aparatito).
ResponderEliminarUna de las bromas habituales entre los amigos, cada vez con menos sentido:
-¡Está sacando fotos con un teléfono! ¡Se ha vuelto loco!
Todo depende del uso que vos les des, yo pensaba igual, me molestaba todo eso de que tengan la necesidad de que yo tenga un celular. Hoy es la forma que tengo de comunicarme con algunas personas que por otros medios no puedo y creo que si vos no le das el uso ese de andar persiguiendo a la gente recibes el mismo trato, al menos eso me pasa a mi. Yo ahora no lo odio tanto, me acostumbre a convivir con el, es parecido a lo que me pasaba con el msn, hasta que deje de contestar ala gente pelotuda y se soluciono :P.
ResponderEliminarSaludos
Piyuj
Vive la Résistance!
ResponderEliminarSé fuerte, amigo, en el campo de batalla donde otros caímos (bajo, muy bajo).
Yo solo estoy en desacuerdo en una cosa: ¿cómo puede ser que no te gusten las aceitunas? ¿Has probado las gordales rellenas de ajo o pepinillo? Las de verdad, las de Jaen, vamos...
Y yo que te iba a preguntar si tenías Telefónica porque estoy por entrar a trabajar en el CRC, capaz atendía alguna de tus consultas.
ResponderEliminarSalú!
Y al final todo se reduce al pesado de FLP diciéndote: J. ¿por qué no te compras un teléfono? y tú pensando...
ResponderEliminarF, ¿por qué no bajas del limbo de una vez?
Te echamos de menos, eso sí, tengo fotos que en cuanto salga del jetlag bilmanbusero te enviaré.
Tu ahijada 2, preciosa.
No caigas en el reduccionismo, Gusiluz75, que se empieza así y se termina en taparrabos imitando a los jíbaros.
ResponderEliminarBeso.
Ander, maquiavelo, opino como tú en "Llevo móvil porque me parece un cacharrito muy útil ..." y como dices, cada vez más útil y versatil, es como una navaja multiusos, tampoco te gustan?, o las navajas sólo han de llevar un único filo y para cortar?.
ResponderEliminarp.d. se me pasaba, la chistorra de la foto de abajo tiene una pinta sobervia.
Imanol, una vez intenté telefonear con una navaja pero se me cortaban las llamadas.
ResponderEliminar(Muy bueno lo del juguete chino prohibido. Quizá los chinos instalen uno de esos en Zubieta para rallar a Skoubo, Novo o Stevanovic. Promesas del este).
eso pasa con una navaja, vodaphone, timofónica, yoigo, y la madre que los parió.
ResponderEliminaruna buena opción es el vaso en la casa de los vecinos, chusma!, je
ResponderEliminarTu diatriba sobre los móviles me ha emocionado. Casi tanto como otra, llamada "Del púlpito al pulpito", que una vez te sacudiste en diez minutos para mi asombro y deleite.
ResponderEliminarBuenos recuerdos desde El Cairo. Cuídese.
Siempre fiel, Enrique, siempre fiel. Recuerda que siempre has sido mi esperanza periodística.
ResponderEliminar¡San...dalio!