viernes, marzo 28, 2008
Lo normal, el Guepardo, algo de montaña y la soledad: la televisión
A mi padre siempre le ha sorprendido cuánto se hace el amor en la televisión (cualitativa y cuantitativamente, como dirían los sociólogos) o, mejor dicho, cuánto se practica el sexo.
RÉPLICA: “Es la vida misma, la realidad, ¿no?”
Pero mi padre no lo ve tan claro: “Yo cago todos los días, y en la tele no cagan todos los días”.
La televisión ha conseguido dar rango de normalidad, de cercanía, a cosas insólitas o imposibles en nuestra vida. Así, desde House, por repetición, sé qué es una vasculitis; a golpe de documental, conozco vida y milagros del cocodrilo del Nilo; y he visto miles de asesinatos y cuerpos muertos en la televisión (en CSI, veo, además, cómo los despiezan), aunque en la vida real me bastó con ver cinco cadáveres y aún no he sido testigo de ningún asesinato.
¿Aceptaremos que la televisión condiciona poderosamente nuestro estilo de vida?
RESPUESTA NEGATIVA: “No, no es la tele, es la familia”.
¿Cuánto tiempo dedicas a tu familia y cuánto a la televisión? ¿Comes con tu familia o con la televisión? ¿Prestas la misma atención concentrada a la charla de tu familia que a los diálogos de tu serie favorita?
¿Y de qué familia hablamos? ¿De la propia (en muchos casos ausente) o de los modelos de familia que vemos por televisión?
OTRA RESPUESTA NEGATIVA: “No, no es la tele, es la escuela”.
¿Qué escuela? ¿La de los profesores sin autoridad y la permanente reforma educativa? ¿La de los compañeros de escuela que vieron ayer por la noche en la tele…?
Yo, que veo mucho la televisión y que soy un amante confeso de la naturaleza, reconozco que cambio de canal en cuanto veo el Guepardo (sí, con mayúsculas) cazando la Gacela (insisto). Decidme: ¿cuántas carreras del Guepardo habéis visto? Muchas, ¿verdad?, pero cuántas habéis vivido, en cuántas habéis sido verdaderos testigos.
Otro ejemplo. Del Guepardo a la montaña. La gente disfruta viendo montañas y épicas montañeras en la televisión. Pero no les pidas que disfruten con el esfuerzo en la montaña. Vivimos como espectadores solitarios de un mundo extraño (pero reiterado) y ajeno. Llevamos una suerte de vida contemplativa paralela con la televisión (los cartujos de la pantalla). Conocéis a mucha gente que vive sola, seguro, pero ¿conocéis a alguien que viva solo sin televisión?
La voz de la sabiduría popular (nacida antes que la televisión) dice que la gente es ahora más infeliz que antaño, porque hoy sus ilusiones son más grandes y más falsas. ¿Quién alimenta esas ilusiones? Dice David Foster Wallace que la televisión (y la cómoda soledad del espectador). Y da miedo.
P.D.: Hay que leer “E unibus pluram”, de David Foster Wallace en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.
P.D.: En la imagen (¡clic!), Julen y Patxi, que viven el esfuerzo.
Qué buena entrada, qué buena. Espectadores de la vida. El esfuerzo. Precisamente Lucía (elblocdenotas.blogspot.com) ha colgado hoy una cita de Baricco: "Era, por lo demás, uno de esos hombres que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla. Habrán observado que son personas que comtemplan su destino de la misma forma en que la mayoría acostumbra a contemplar un día de lluvia."
ResponderEliminarNo encuentro "E unibus pluram". Creía que era el título de algún capítulo, pero los capítulos de Algo supuestamente divertido... no llevan título. Al menos, al hojear el librito, he descubierto dos cosas que han merecido la pena: DFW sitúa el Atlántico "al oeste de Estados Unidos" -¡hala!- y habla de "boviscopofobia" -el miedo mórbido a ser visto como un ser bovino-.
Ander, seguramente manejas la edición compacta del libro, que sólo publicó ese ensayo/reportaje. En la primera edición gorda de Mondadori hay varios ensayos y unos cuantos son mejores que ése que da título al libro.
ResponderEliminarOtra joya que recomiendo desde aquí (crisis de la narrativa más tradicional, impacto de la televisión, sentido de la escritura, la televisión, mirones que no viven...): "Para qué molestarse" [en escribir], dentro de Cómo estar solo, de Franzen; donde recomiendo, además, el primer ensayo/reportaje de carácter biográfico que relata la lenta extinción de su padre.
Vaya, no tengo esa edición gorda. Y tomo nota de Franzen. El título es cojonudo.
ResponderEliminarCampos de frutillas....
ResponderEliminar.........nada es real.......
Campos de frutillas por siempre...
Me mandaste los textos, ya los leeré.
En mi realidad vivo sola, y la televisión está desenchufada, pero cada vez que llego al diario, tengo la sensación de estar al margen.
ResponderEliminarhacer el amor es fantástico.
ResponderEliminarNada es veneno, todo es veneno, todo es cuestión de dosis.
ResponderEliminarLa tele es un buen invento, pero no a todos los buenos inventos le damos buen uso.
Para acabar siendo pasivo espectador en soledad de la propia vida.
ResponderEliminarMuy buen texto, para no variar. Esta frase me la apunto para citarla (con paréntesis y todo) un día de estos: "Vivimos como espectadores solitarios de un mundo extraño (pero reiterado) y ajeno. Llevamos una suerte de vida contemplativa paralela con la televisión (los cartujos de la pantalla). Conocéis a mucha gente que vive sola, seguro, pero ¿conocéis a alguien que viva solo sin televisión?"
ResponderEliminarMe divertí mucho con Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, casi se me quitaron las ganas de pegarme un crucero por el Caribe.
Hay que saber manejar lo que la tele escupe. Para eso está Internet (je, je).
ResponderEliminarSaludos.
Leandro, hace tiempo que te debo unas palabras. Perdóname.
ResponderEliminarCreo que siempre he sabido que quienes leían 'Lecturas', 'Hola' y 'Semana' vivían vidas ajenas. La selección de esas tres revistas no es inocente: es la buena prensa del corazón.
ResponderEliminarNo hay nada que perdonar. Ya hablaremos cuando puedas. Un abrazo.
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