Michel pasará a la historia por ese momento del área con Valderrama. Sólo le faltó decir: “Valderrama, diga 33”, al tiempo que sopesaba el hecho diferencial valderramaniano. En EEUU se lo hubieran llevado esposado. En España no le sacaron ni la tarjeta amarilla, porque aquí, dentro o fuera del campo de fútbol, de una manera o de otra, tocar los güevos al vecino es deporte nacional.
Y además, eso hay que reconocerlo, tiene gracia del joío Michel.
Michel protagonizó el ataque de melomerezquismo “par excellence” en partido de la selección española contra Corea (del Sur) en el mundial de Italia 90. Michel , que marcó tres goles, se sacó la camiseta roja y corrió hacia la grada para cantar gol. Vestido aún con la camiseta interior de tirantes, gritaba enardecido:
“¡Me lo merezco!”.
(Cuatro años después se lesionó en un partido contra la Real Sociedad y todo fue cuesta abajo en la rodada...)
Más casos de melomerezquismo
En la carrera ciclista de Bahamontes figura el Tour de 1959 y un récord de montaña, y por eso lo respetamos. Pero, cuando habla, se endiosa hasta las alturas de la canción del Colacao, y parece que ganó siete (Tours), y que planea volver a la carretera para dar un repasito a esta pandilla de amanerados ciclistas contemporáneos.
Ronaldo , aquel muchacho con hambre de fútbol en el Barça, desmayado en el mundial que ganó Francia, y que, quién sabe si para evitar los desfallecimientos, entró desde entonces con más furia a los bocadillos que al área rival. Él abandera una generación de futbolistas brasileños que tiene dificultades con el idioma español y llaman “cariño” al “dinero”. Ronaldo buscó y no encontró cariño en el Barça, en el Inter de Milan, en el Real Madrid… No sé por qué, pero su figura fondona me trae a la cabeza aquella sentencia de Coco Chanel: un hombre nunca es lo suficientemente rico, ni una mujer lo suficientemente flaca.
Ahora a Almudena Cid (a 39 gramos de la perfecta flacura preconizada por Chanel) se le perdonan (aún) excesos de protagonismo televisivo porque es una gimnasta con una carrera increíble. Pero convengamos que lo que hizo Televisión Española con ella en estas Olimpiadas fue deplorable, con el regustillo lacrimógeno de la escuela Nieves Herrero, ¡Llorad, llorad, malditos! Ahora sale en las revistas con posturitas de mujer fatal, y en televisión como invitada en concursos “culturales” y magazines, y como profesora de ¿estiramientos? en un concurso de promesas circenses
Atentos, al amateurismo deportivo le va a dar por besar las colchonetas después de hacer abdominales.
Michel, Bahamontes, Ronaldo, Almudena Cid... ¡Y qué medices de Salinas en Miraquiénbaila?
ResponderEliminarSí, confieso: he rememorado aquel toque en el área. Es que la imagen es para partirse. La cara de Michel, el desconcierto de Valderrama mirando aquella mano ajena en su contrabajo (Inolvidable la tira que sacó Oroz de aquello). También recuerdo el "me lo merezco"(luego se agachó cuando aquella falta que eliminó a la selección). Pero qué le voy a hacer, Michel me cae simpático.
ResponderEliminarCompárese con la celebración de Bixio Górriz, que también marcó un gol en aquel Mundial de 1990. Por cierto: Górriz jugó 599 partidos con la Real Sociedad, participó en todos los títulos, y creo que fue Toshack (que alguien me corrija) el que le privó de jugar un ratito para llegar al 600. Y no dijo ni mu. Ni melomerezco ni leches. Así que ese 599 queda mucho más elegante que el chillón 600.
ResponderEliminarY perdón por la autocita, pero estoy perezoso y prefiero copiar aquella entrada
sobre celebraciones. Ojo a las fotos.
Otro punto para Górriz: su segundo apellido, perfecto para un defensa central. Echarte.
ResponderEliminarRonaldo tiene defectos, sí. Lo de Francia 98 fue tristísimo. Pero Ronaldo, gordo y con dos operaciones de rodilla (me gustaría ver qué hubiera hecho otro en su lugar), es el mejor definidor de la historia.
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