Ella, española y blanca, y él, senegalés y negro, tuvieron un niño más negro que blanco (no sirve el gris). Él, papá, se fue. Voló. Ella, mamá, se quedó con el hijo. Pasaron tres años y ella encontró a otro hombre, español y blanco. Se casó y tuvo otro hijo. El mayor disgusto del segundo hijo con cuatro años era el color de su piel.
-Mamá, mamá, ¿por qué yo no soy negro como X? ¡Mamá, mamá, yo quiero ser negro como X!
P.D.: Es una historia real. La cuenta la abuela del niño, y toda la familia se divierte mucho, sin dobleces. No me he atrevido a improvisar un nombre para esa X.
P.D.2: Un comentarista anónimo me acusa de racista e hijo de puta (con mayúsculas). No me gustan los insultos en el blog, pero éste lo dejo pasar porque creo que no ha entendido nada del texto y así se desahoga y se queda tranquilo.
Demuestra, además, que no conoce a mi madre.
¡Qué historia tan buena! ¡qué entrañable y dulce! Mientras no acabe como el pequeño de los Jackson Five no hay problema. Espero que sea pasajero. Lo que hace el amor entre hermanos...
ResponderEliminarAbrazo.
Esto es como aquello del traje nuevo del emperador.
ResponderEliminarYo conozco una niña de nueve años que quiere tener una verruga en la espalda como la madre.
ResponderEliminarRacista Hijo de Puta. Ya no tienes el coraje de publicar los comentarios...ay, ay...what a fake!
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