miércoles, abril 29, 2009
Para el urbanita, la clave es la posibilidad
¡Puedo conocer más gente diferente! (Y no la conoces, o no es tan diferente). ¡Puedo ir al teatro! (Y no vas). ¡Puedo ir al cine! (Y no vas). ¡Puedo hacer deporte en unas instalaciones deportivas de puturrú de foie. (Y no haces). Puedo ir a la gran superficie comercial a comprar donde hay de todo. (¡Eeeeeeso sí!, ahí sí que vas. Y compras, pero poco, porque descubres que no puedes gastar tanto como quisieras, ¡maldita sea!). ¡Puedo comunicarme con todo el mundo! (Móvil, Chat, Facebook…), ¡y creo que comunico loquellevodentro!
DIGRESIÓN: ¿alguien se creyó alguna vez a los traductores de las señales de humo?
Y cuando ves un hospital piensas que ahí es donde puedes curarte si enfermas.
Yo, perdonad que os diga esto en pleno júbilo primaveral, cuando veo un hospital, pienso que tengo muchas posibilidades de morir en un lugar como ése, quizá tantas como tú.
P.D.: La fotografía es de Pilar, y de los huevos en un nido de verdecillo (cuatro posibilidades). Gracias Pilar, qué grande el macro.
Qué pena, te iba a llamar para ver si podíamos quedar pero ya veo que no puedes.
ResponderEliminarPero también están las opciones que uno sí hace. Un ejemplo: puedo (en raras ocasiones) dormir la siesta (Y lo hago, en efecto); es infalible, esa posibilidad, cuando llega a mi cerebro, anula la posibilidad de que no se cumpla mi destino. Me estoy volviendo determinista, al menos en el ítem de "siestas inexorables".
ResponderEliminar¡Diplomático!
ResponderEliminarMucha razón, aunque sí conozco algún caso de urbanita puro que de verdad aprovecha mucho esas posibilidades de la gran ciudad.
ResponderEliminarPara mí valen mucho menos que las posibilidades que me ofrece una ciudad pequeña o un pueblo. En Pamplona, en Donosti o en Lezo, puedo caminar veinte minutos, perder de vista completamente la ciudad y asomarme a unos acantilados espectaculares o caminar por un montecito solitario. Me gustan las ciudades de las que es fácil escapar andando o en bici, y en las mías puedo hacerlo sólo con ponerme las botas.
Habrá gente que pase semanas y semanas, meses y meses, sin salir de su ciudad, sin pisar otra cosa que no sea asfalto o acera, sin horizonte. Para mí eso sería horroroso. Espero que ellos lo disfruten.
Otra cosa es pasar meses y meses en un lugar minúsculo en el Medio Oeste y caminar sobre asfalto o tierra (qué mas da) para ver trigo. Trigo. Trigo.
ResponderEliminarPara el de la América profunda, la clave es la monotonía. (Hala, que en tres meses y pico me autorepatrio).