lunes, julio 27, 2009
Es la guapura, imbécil
La imagen se llama La espera, y su autor, Sergio, tiene un blog excelente.
A veces se nos olvidan los valores que mueven la sociedad occidental contemporánea. Y si Clinton tenía colgado un cartelito en el Despacho Oval: “Es la economía, imbécil”, ayer una abuela me recordó otro de esos valores fundamentales. Se paró frente a otra abuela con nieta (unos 15 años, la nieta):
-¡Ay, pero qué guapa estás! –dijo la abuela a la nieta de la otra.
-Sí, es verdad -coincidió la abuela con nieta.
La nieta sonrió torpemente herida por el aparato dental.
Las abuelas no hablaron, por ejemplo, de su bondad. Alabaron su guapura (lindura). Y, hay que decirlo, la chica era un retaco, gorda, bizca como Sabrina Boysboysboings y con esa sonrisa que…: un adefesio. Se me replicará que las abuelas sufren una deformación visual e inoperable que les hace ver guapas a las nietas propias y ajenas simplemente con la condición de que crezcan, de que se hagan mujeres. Pero el problema también se da con los nietos de sexo masculino, y se extiende entre los padres, sobre todo con sus bebés.
-Es el bebé más guapo del mundo.
-¿Has visto alguna vez un bebé más guapo? –dice papá o mamá y señala a esa especie de Chucky.
(Y me vienen a la cabeza 324 bebés más guapos, porque he visto pocos).
En ambos casos (ya sumamos abuelos y padres) se habla de lo que interesa, se ha escogido la guapura. Eso ya sería suficiente para comprender qué interesa a un importante porcentaje de la población confundida con la guapura. ¿Y los jóvenes? Esos rebeldes, en cambio, se fijan en el carácter, en la bondad de los otros (espero que se advierta el matiz irónico). En un mundo de ciudadanos solitarios que miran, la guapura es el canon hasta que nos acercamos y sabemos qué quieren tomar, de qué signo del zodíaco (clásico, chino y azteca) son y qué música les gusta.
Y los jóvenes, ¡esos rebeldes!, dicen:
-Es un buen chico (es feo).
-Es una chica buenísima (fea y gorda)
Desde pequeños vivimos persuadidos, preocupados por parecer más guapos. Enciendo la televisión. Publicidad. Las pomadas anticelulíticas engañan con la reducción de centímetros que no vas a reducir, te prometen guapura con cuerpos de mujercitas de dibujos animados manga. En tiempos de “crecimiento económico negativo”, se ve cómo baja la publicidad de la televisión. Callan muchos grandes anunciantes habituales, pero se mantienen las mascarillas limpieza de cutis, las cremas hidratantes, los pintalabios, la sombra de ojos, el megachampú que te deja las puntas como cables de fibra óptica, o las fibras para cagar y liberarte del abdomen abultado… En igualdad de condiciones deportivas, los mejores futbolistas (o los mejor pagados) son los más guapos. Apago la televisión.
Así que hoy, en vez de ir a la playa, he decidido visitar el amago de estación de autobuses y la Estación del Norte (tren) en San Sebastián para buscar la excepción. En las estaciones se respira el ambiente de Rick/Humphrey (exento de cualquier guapura; ved Casablanca, no os arrepentiréis). Las estaciones (de tren, de autobús, de metro), los aeropuertos, los puertos y hasta las paradas de taxi son lugares para la belleza, que no significa lo mismo que la guapura. Las de tren, quiero pensar que gracias a Rick/Humphrey, son lo más para ver dos singulares marcas de la belleza: la despedida y el recibimiento. Hay, incluso, instrucciones para decir adiós relacionadas con las estaciones. Saquemos el sonido (sirenas, llamadas a los pasajeros, músicos callejeros, motores…) y veamos las escenas de las personas en absoluto silencio. Invitan a componer música, a confiar en el amor y a ponerse en la mirada de otros; y a comprender que la gente es más bella en las estaciones: cómo se abrazan (hola o adiós), cómo se besan, cómo se miran…
Hacen falta más estaciones.
Se ve que he tenido mala suerte porque mi abuela siempre me dice que estoy "lustrosa", es decir, gorda.
ResponderEliminarMuy pronto, estaremos (y hablo como futbolista porque nos compete a ambos) en las estaciones, en los holas y adiós. Siento algo en la panza (¿de qué se trata?).
ResponderEliminarY serás bellísima, Minerva.
ResponderEliminarSiento debilidad por las estaciones de tren más que por las de autobuses, aunque mi favorita es el otoño.
ResponderEliminar"Perro solar", eso soy según un tipo que se fijó en su calendario maya. Me divertí conversando con el susodicho hasta que me invitó a una bebida y sí, me escabullí solarmente.
ResponderEliminarSí, Sergio, je, je; otoño, cuando en octubre cambian de color las hojas y sopla un viento sur. Y mayo, con la primavera apabullante, tampoco está nada mal...
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