Primero se olvidan los chistes, es preciso (además del salero) una memoria exacta para repetir las palabras justas en el orden preciso y provocar la carcajada. No vale el resumen del chiste, la idea del chiste.
Se olvidan los teléfonos a los que no llamamos. Se olvidan, poco a poco, los cumpleaños (unos porque sí, otros porque nos esforzamos). Se recuerda el mes, se duda entre un día y otro…
Recordad: hubo un tiempo en el que os sabíais los chistes, los teléfonos, los cumpleaños.
Después se esfuman los nombres propios. Reconoces el rostro, pero ¿cómo acertar con el nombre de la persona para ese rostro? (Y siempre te toca presentar a esa persona en una situación embarazosa).
Te adentras en el campo de la “conceptualidad”: se recuerda la idea, el concepto; se olvida la realidad. Y te refugias en el relato de los acontecimientos, en el recuerdo del recuerdo, no en lo que realmente pasó.
Dicen los ancianos que, al final, recuerdas sobre todo a las personas a las que quisiste y las que te quisieron. ¿Será ese recuerdo el recuerdo de un recuerdo, el recuerdo de un relato? Si es así, el día del juicio final los cuentistas tendrán ventaja.
P.D.: Mañana, sábado y 30, cumplen años Asun y Susana.
Susana estrena San Donato hace un año.
Asun Miss Edulis en octubre de 2009.
espléndido
ResponderEliminarP.D: Miss Edulis, que no Medulio
http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/fichavino.html?param=3077