"Tenía unos treinta años, fuerte, majo, con acento extranjero, como del Este", me cuenta mi madre. Aquel hombre había visto que había obra en el balcón y subió hasta el octavo piso en ascensor. Allí se encontró el montón de sacos llenos de escombro y ante la oportunidad llamó a la puerta.
Mi madre abrió y escuchó: "Señora, por un euro le bajo los sacos."
Oigo la historia y algo se revuelve en mi interior. "Por un euro...". Mi madre dice que qué pena. Las comparaciones brotan enseguida. Pienso en la fortaleza de ese hombre. Y en que, quizá, en su cabeza tenía el precio de un kilo de arroz, o de una bolsa de fideos, o...
Y no puedo sacarme la historia de la cabeza.
Uf.
ResponderEliminarMuy fuerte.
ResponderEliminarMe sumo al uf. ¿Logró el euro?, ¿bajo los sacos? No me van los finales abiertos.
ResponderEliminarUaf.
ResponderEliminarJo.
ResponderEliminarLucía, mi madre no consintió que bajara los sacos, y le dio mucho más que un euro. Él se resistió a aceptar el dinero sin hacer el trabajo.
ResponderEliminarA mí me parece que fue un dinero bien ganado por ese hombre. Al fin y al cabo, ¿cuánto vale para nosotros una lección así...?
Este texto me ha recordado a esta entrada (es sobre dos sherpas, ayer en el Annapurna): "según el propio Juanito, están bién (los sherpas) y descienden a pie desde el campo 4. Según el alavés, se les ofreció la posibilidad de ser evacuados por el helicóptero, pero como eso implicaba tener que dejar todo su material abandonado en el C-4, como les ha pasado a Carlos, Juanito y Horia, han preferido descender a pie para no perder sus cosas."...
ResponderEliminarQué emocionante. Él no quería limosna, sino trabajo.
ResponderEliminarDesde hace 2 años sigo este blog ( setas, monte...) Es la primera vez que hago un comentario. Algo esta fallando cuando alguien honesto llega a esta a estos limites
ResponderEliminarGracias por tu fidelidad, anónimo.
ResponderEliminar