viernes, agosto 06, 2010

Con la A: Anie y Aspe

El descenso del Aspe entra en la roca caliza.

La autora de la fotografía anterior, funambulista caliza.

Lourdes, Pilar, Álvaro, Imanol C. y yo hicimos algunos deberes pendientes esta temporada con la A. El sábado 31 de julio ascendimos Anie (2.507); el domingo 1 de agosto, Aspe (2.645).
Así rompí la tradicional escapada montañera con Patxi a Respumoso en san Ignacio, para luego ascender cualquiercosa. Como Patxi sufre una tendinitis, optamos por las calizas de verano.
Lo de la A huele a comienzo (aunque no sé si habrá B, C, D...) y me sirve también para empezar a largar algo de lo que hablamos a menudo en la montaña. Parece que en Pirineos hay una preocupación tresmilera que se extiende entre los novatos. La gente quiere subir a lo más alto, y quiere subir rápido, ya. Yo, que soy de aprendizaje lento para todo en la vida, no entiendo muy bien esa precipitación, ese afán por estrenacumular tresmiles que, en muchos casos, lleva implícito un desprecio por los dosmiles (ni os cuento la frustración que produce un 2.900). Para mí es el inicio de una carrera a la que hay que poner una zancadilla rápida. Porque de los tresmiles se corre a los cuatromiles (Alpes, Atlas..., y de ahí...). En fin. Hay otras variables más allá de la altitud que complican las montañas. La más evidente es desde dónde la subes, el desnivel real salvado. Pero no sólo se juega con el desnivel... Esto se comprende por ejemplo en la subida a Anie (también conocido como Auñamendi). No tiene mucho desnivel desde el aparcamiento de la Piedra de San Martín, pero permite comprender que las subidas con tobogán castigan las piernas mucho más que otras ascensiones constantes, siempre hacia arriba.
Otro detalle que se experimenta en el Anie: el piso, te desgastas más cuando vas jugando a los equilibrios entre rocas anfractuosas.
Y otro más: las circunstancias del clima. (Este año, por ejemplo, Asun, Patxi y yo estuvimos épicos con ventolera de nieve en el Txamantxoia, ¡a 1.945 m de altitud!). El día de san Ignacio sufrimos el calor que reverbera en las calizas: un "tostaero". Por eso recomiendo el Anie para los días rasos de invierno, para evitar equilibrios cansinos entre las piedras, para no pasar calores, para subir por nieve dura con crampones.
Subimos el Aspe desde Rigüelo, un enclave excelente para alcanzar las montañas de la sierra de Aisa por la cara sur. Sí, se puede subir cómodamente desde Lizara, me diréis algunos. Pero entonces se sufre el tobogán, alcanzar el collado del Bozo para bajar y luego subir... llegar a la cumbre de Aspe desde Rigüelo cuesta menos de tres horas en verano con un esfuerzo exigente, pero constante: sólo se sube. Y así el cuerpo acompasa el ritmo, maneja mejor las fuerzas.
El calor en la primera mitad de la subida a Aspe fue insufrible, en una mañana densa, húmeda, sin un soplo de viento que levantara el sudor de la piel. A media subida se alivió esa sensación febril de encharcamiento. Pasamos por las calizas de aspecto lunar (parece que todos hemos paseado por la Luna, porque aceptamos como muy normal la comparación) y, desde la cima, bien frescos, vimos la cortina de agua de la tormenta sobre Jaca, y luego sobre Canfranc y Collarada. Y los rayos (unos suben y otros bajan, que de todo hay).

P.D.: Aisa es un buen sitio para repostar una cervecita, una cervezota, o lo que se tercie.
P.D.2: Pido disculpas por usar una palabra como anfractuosa, pero era exactamente la que necesitaba.

5 comentarios:

  1. Perdón por presumir, pero no he subido ningún tresmil pirenaico y sí varios 2.900.

    Sobre el abecedario: "Estás más apurado que Juanito en Pasapalabra".

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  2. Ander, todos los veranos guardo en la memoria dos o tres salidas pirenaicas hermosas, y pocas veces coinciden con tresmiles. Este año, por ejemplo, las tres que más he disfrutado han sido:
    -un ascenso solitario y alternativo a Bisaurín (un 2.600) por la cara norte, con nieve, escalada y fuera de vía.
    -las calizas del conjunto de las Berneras, donde Patxi, Pilar y yo ascendimos un 2.300 y dos 2.400.
    -la Tuca de Mincholet (un 2.800) desde el Refugio Ángel Orús en compañía de Asun.
    Para mí, casi nunca es una simple cuestión de altitud de la cumbre, por ejemplo, me hubiera encantado caminar por esos megalimacos helados que tú has conocido por encima de los 3.000.

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  3. Más razón que un santo. La altura es algo muy relativo. La montaña es un conjunto, y lo importante es la experiencia final. Yo, encantado de que haya muchos 2200, 2400, 2700, 2800 y 2900 en Pirineos.

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  4. A,E,I,O,U. Así más fácil.

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  5. Anónimo9:16 a. m.

    Anfractuosa, anfractuosa, anfractuosa.
    No se me olvida ya.
    Bea

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