El domingo 5 de junio, Asun, Ángel, Imanol E., Patxi y yo subimos la Llana de la Garganta (2.599) por Rigüelo, la vía del sur que entra al collado de Napazal o Wallon (collado que merece el nombre de brecha si se sube por el norte).
Primero aclararé que todo menos Llana (o Llena, o Plana). Con un desnivel de unos 1.100 metros, la subida resulta algo incómoda por la pedrera del canal entre la Llana del Bozo y la Llana de la Garganta. Por allí vimos sarrios confianzudos y un nevero que nos obligó a colocarnos los crampones donde el canal se estrecha.
La segunda mitad de la ascensión la hicimos en una nube..., ¿de felicidad?, por supuesto, y de agua también. Primero fue la niebla densa que nos impidió disfrutar del paisaje en el tramo final de la ruta por el sudoeste de la montaña, donde hay que usar las manos. Luego llovió en la bajada desde la cima hasta cerca del refugio del Cubillar del barranco. En el refugio disfrutamos de un almuerzo que se convirtió casi en merienda por la hora. Chorizos, jamón serrano, queso, ese vinito riojano... Y una mención sublime al patsarán de Asún. Lo llamo patsarán porque eso no es pacharán, ni patxaran, ni leches. Es una esencia de endrina que ha adquirido solera en los últimos meses y... En fin, esto es para probar, no para escribirlo juntando adjetivos y comparaciones como si etiquera un vino.
Más allá del refugio llegó la cosecha de senderuelas y perrechicos.
Y muy bien.
Se me hace un nudo en la garganta viendo la foto de la subida a la idem.
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