jueves, julio 07, 2011

Collarada (2.883)

Collarada tibetana.

El 25 de junio subo Collarada desde el ibón de Ip, bajo el ojo abierto en la caliza del Fraile.

Mucho ojo al ojo, la Ventana del Fraile.

Esta ruta norte es una ascensión pesada por la pedrera más que por los 400 m de desnivel hasta el cuello de Ip. No salgo a ese collado, sino que improviso algo más al oeste y más cerca de la ascensión final, fácil, a Collarada (2.883).

Desde Collarada se ve perfectamente la ruta de ascensión a la Pala de Ip: la directa por ese canal de la izquierda.

La cima tiene un vértice geodésico arruinado y una banda de ecos tibetanos. Lo más duro de esta ascensión a Collarada es, en realidad, el descenso en un día de récords de temperaturas. La ola de calor pega muy fuerte y bajo 1.900 metros de desnivel hasta Villanúa. Como me he levantado improvisador, sigo por la ladera sur en plan descubridor. Eso significa beber agua en la fuente de los Campanales, el hallazgo de los últimos (¿) perrechicos de la temporada (un par de kilos a 2.150 m de altitud), los errores bajando por las fajas calizas y la largada final por el barranco de los Azús, donde han tenido la osadía de balizar el camino con pintura amarilla y blanca animando a los ciclistas de BTT (¡pobres de quienes suban o bajen por esa senda, qué paliza!). En un punto a mitad de recorrido, me encuentro con una señal inolvidable.


Véase la indicación del camino junto al piloto trasero derecho.

La entrada a Villanúa bajo un calor sofocante tiene algo de western: el forastero descompuesto llega al pueblo. Sólo falta la mata rodando (y las pistolas, y el sombrero, y el caballo, y...).

P.D.: Al este de Collarada, el trío de Collaradeta, Peña Nevera y El Fraile pintan muy bien como una jornada futura.

1 comentario:

  1. Tremenda, la señal en el coche. Desbanca a la marca del GR pintada en el retrete de Leizarán.

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