Curtis siempre fue Tony (Tony Curtis) hasta que un día leí un texto de Rivas (Manuel), una columna en la que otro Curtis sabía contar buenas historias y anenazaba con comerse el pez de un niño que nadaba en una pecera. La columna despertó mi atención por los Curtis. Y así, desde entonces, cuando paso solo por Arzúa de Camino a Santiago, me detengo ante el cartel de carretera y leo: Curtis.
Repeticiones: ... en Ligonde fotografío un crucero, en Melide siempre ceno demasiado, en Arzúa compro pan y me paro en el cruce de Curtis. Los lazos entre nombres y amigos son misteriosos: desde hace años, de Camino a Santiago, en ese cruce, me acuerdo de Lucía, de Paco, de Sira...
Hoy Curtis no es ya Tony ni el nombre de aquél que había comido cosas increíbles y que reconocía el amor, tampoco el cartel del cruce que promete un pueblo gallego kilómetros más allá y me trae el recuerdo de unos amigos más acá.
El domingo, a las seis de la tarde, en la iglesia de Curtis, se celebró el funeral por el padre de un amigo.
El domingo, a las seis de la tarde, en la iglesia de Curtis, se celebró el funeral por el padre de un amigo.
Muchas gracias, Josean, y un abrazo muy grande
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