Estaba débil, golpeada. Con restos de sangre en el pico. La tomé con mi disfraz negro de invisibilidad teatral y la fotografié.
Luego me vi en sus ojos. La solté por aquello de que no hago prisioneros, ni siquiera heridos por topetazo de coche en carretera.
Me fui como había llegado, caminando, pero con un pensamiento raro: si hoy Bambi ha adquirido el rango de los clásicos grecolatinos en nuestra comprensión del dolor de los animales y El rey león, con aquello del ciclo de la vida, ayudó a tranquilizar a muchas personas, un simple paseo al borde de una carretera da para observar cómo ese ciclo pasa de 3D a 2D, cómo se lleva a dos dimensiones sobre el asfalto (aves, reptiles, mamíferos, anfibios...: todos laminables bajo los neumáticos).
Para leer: Todos los animales pequeños, de Walker Hamilton.
P.D.: "Tuercecuellos", porque es normal torcerse con el final del vídeo.
Los sapos aplastados de la carretera son los monederos de la Naturaleza.
ResponderEliminarAy.
ResponderEliminarQue pobre... parece que el ala derecha tiene rotura o algo... espero lo la rematen los famosos chinches de Villalcazar de Sirga
ResponderEliminarImanol, se la comería cualquier rapaz diurna... Pero bien avanzado el día, que con la niebla se veía poco.
ResponderEliminarEn Villalcázar: pincho de tortilla, café con leche y lectura de Marca. Al salir creí oír unas vocecillas: Imanoooool, Imanooool. Me parece que eran los chinches dando recuerdos para ti (sanguíneamente agradecidos).