jueves, agosto 09, 2012

Gran Facha (3.005)

En plena trepada a la Gran Facha, con los ibones del mismo nombre a los pies.
El 5 de agosto, Virgen de las Nieves (y un recuerdo para la mamá de Aimar y Asier), Javier, Álvaro (glaciarista consumado) y yo subimos a la Gran Facha (3.005). Fue un día gris y amenazante en lo meteorológico, luminoso en la experiencia pirenaica.
De madrugada habían caído tormentas cuando descansábamos acostados en el refugio de Respumoso. Durante la ruta se daba la ¿coincidencia? de que cada vez que me calzaba los pantalones de plástico se detenía la lluvia, perdón, fue al revés, era quitármelos y empezar a llover. Así que me sacrifiqué y empapé las piernas de sudor. Ascendimos contra la probabilidad (60% de probabilidad de precipitaciones)... pero quien apuesta a perdedor puede ganar más.
Ganamos. Dos personas subieron antes que nosotros a la cima, dos más subirían después. Tras la cima, regresamos al refugio para cumplir con un almuerzo reparador. Entonces cayó la segunda tromba de agua. De regreso en coche, la tercera tormenta llegó a la altura de Biescas. Se veía la carretera con dificultad.

P.D.: La imagen de escayola de la Virgen de Lourdes de la hornacina de la Gran Facha, otra vez rota. En su lugar, la estampa del rostro de la Sábana Santa de Turín. No hay libro del cima en el hueco del libro de cima.

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