martes, septiembre 18, 2012

Mugarriluze, Bizkarlatza, Elorretako Haitza y Kurutzeberri: cuatro miles entre Elgea y Zaraia

Ante el buzón encadenado en la cruz de Kurutzeberri.
 El 9 de septiembre, Pilar, Ángel, Patxi y yo dejamos el coche en el barrio de Bolíbar y subimos entre sofocos y pinares por la PR a Aitzorrotz (738) y, desde allí, hacia la sierra de Elgea marcada por los molinos de viento rebautizados por Patxi como mázinguers.

Dos asombrados y uno soleado ante la cruz de Aitzorrotz, viejo territorio navarro Fotografía de Pilar.
Mugarriluze con mázinguer.
Subimos hasta el pie del primer mázinguer (o del último, según se mire), donde casi se juntan menhir y buzones (dos) de Mugarriluze (1.109).  En la cima bebimos agua de las cantimploras, comimos un poco de fruta y nos encaminamos hacia la sierra de Zaraia, con un paso por Bizkarlatza (1.113), cima de vacas por antonomasia de la orografía guipuzcoana (un pradera llana).
A tres metros de la cima de Bizkarlatza.
Patxi (el Annibal Smith de la cuadrilla A) renunció a la depresión (Degurixa, su favorita) y dejó lo mejor del plan para el final, después de caminar por pistas y praderas calcinadas al sol, después de un almuerzo reparador a la sombra de un hayedo, cuando llegamos al lapiaz: Elorreta Haitza (1.146) y Kurutzeberri (1.113), cimas fáciles y muy bonitas.

Elorretako Haitza.
Tres apuntes:
-estreno de Elorreta para Patxi y para mí, segunda ascensión a Kurutzeberri;
-lo de berri (nuevo) de la cruz... de 1928;
-la sierra de de Zaraia es perfecta para subir con niños. Lástima que la aproximación, en nuestro caso desde San Sebastián, nos obligue a tanto peaje (no es una metáfora).
Hicimos un descenso libre hacia el barranco de Itsasondo, que se complicó, entre otras cosas, porque la ladera está casi aterrazada por pistas (supongo huellas de explotación forestal). Con vueltas, revueltas y más sudores, alcanzamos el asfalto a falta de un kilómetro para llegar Bolíbar.

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