El miércoles 26 de septiembre me di un garbeo explorador por ese cordal de montañas menores (y complicadas para la marcha) que, con la fama en la cima de Akier (que son dos) y los desconocidos Elorrigaña, Otansur Txiki, Ziñiku..., protegen el flanco norte del valle escondido y asalchichado de Ata. Sí, de nuevo el Realengo en Aralar. La cuestión es que encontré amplias zonas del bosque destrozadas por la entresaca en el entorno de Txoritxoberri, que exploré dos "simas cueva", que vi galampernas (Macrolepiota procera) por todas partes, que sólo encontré un setal con unas pocas zizas enormes (Cantarellus cibarius) y que volví después de ocho horas de paliza a Lekumberri con poco más de un kilo de pequeños hongos (Boletus edulis) en la mochila.
El domingo 30 de septiembre, y plenilunio, tenía ganas de resarcimiento: cansarme menos, recolectar más. Pilar y yo fuimos a Eugui (Navarra) en pos de un camino nostálgico honguero: en los años 90 recogí muchos hongos en las proximidades del pueblo. Desperté ante la realidad del S XXI: allí sólo se pueden recoger moras (zarzamoras) y pacharanes. Unos dirán que el cambio climático, otros que va mucha gente... Y no faltará quien diga "miel sobre hojuelas" con la recolección de moras (zarzamoras y pacharanes). Es cierto que ha ido mucha gente en las dos últimas semanas, y también es cierto que han vuelto con las cestas llenas y las caras felices quienes fueron más arriba, en dirección hacia los puertos de Urkiaga o Artesiaga. Yo matizaría que, en general, va mucha gente que pisa sobre pisado y arranca hasta lo que no conoce. Es un trabajo zapador, sistemático y entusiasta, que ha transformado muchos hermosos hayedos propicios a la emoción setera en hermosos hayedos.
Va un paréntesis con curvas:
"Entonces, EGR, no vayas tú, no pises tú también", dirán algunos. "No seas como esos himalayistas que se arrogan el derecho de ascensión descartando con superioridad de ideales (?) a la "masa ascensionista"; Aquéllos que decían en sus inicios: "¡El Himalaya para los que lo suben! " (y vuelven). Éstos que ahora dicen "El Himalaya para los himalayistas, no para el turismo montañero".
Curva: ¿Quién entrega el carné de himalayista?
Curva: Donde escribo "himalayista" puedo escribir con más precisión de altura "ochomilista". Aunque en realidad, lo que pellizca en las dos palabras es el sufijo (-ista). Ochomilero, himalayero... ¡Ay! Quizá esto empezó con los alpinistas, cuando antes éramos más montañeros. El sufijo imposible para el setero: setista (uf, qué cerca del sexista), puerta abierta a la seterosexualidad.
El paréntesis se está mareando con tanta curva, a lo que voy: ¿Quién entrega la patente de corso setero? ¿Hay que pagar por ella? ¿Es lícito permitir que un hombre como yo, que calza un 46 en las botas, camine por un bosque?
Los viejos hongueros nunca mueren (seguro que conocéis el tópico derivado musical de este lema) y el domingo tomamos decisiones: tomar altura, por encima de los 900 m (donde algún día se habrían refugiado más nubes y su humedad); buscar los hayedos menos pisados del Quinto Real; huir de helechos y zarzas en busca del bosque limpio, con la hojarasca justa, humus desnudo lavado por las tres últimas lluvias, musgo corto y denso como el pelo de Travolta, John, en San Sebastián 2012.
Entonces, en el hayedo de troncos más pequeños y apretado con algún testigo añoso, llegó la cosecha de hongos recién salidos, ¡juventud, divino tesoro! Y con la abundancia, la captación de una nueva adepta a la causa edulis, el almuerzo caliente con algunos hongos recién capturados, el reparto de la cosecha... Unos seis kilos.
Himalayera del hongo en captura formativa |
Introduzco tu foto en Google Mushroom y... ¡Bingo! Da como resultado un par de coordenadas geográficas. Bueno, todavía no, pero al tiempo.
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