lunes, octubre 15, 2012

Madalenaitz (860) y Urbaran (748)

Buzón cimero de Madalenaitz
El miércoles 3 de octubre, Patxi y yo dejamos el coche en Irañeta y subimos por el cauce seco de Urruntzure (seco, pero musgoso y con calizas resbaladizas). Cuando prácticamente habíamos resuelto la subida del barranco, descubrimos una pista a nuestra derecha (Sur). ¿Pero qué sería de estas salidas menores sin aventuras! Pista arriba, en el hayedo, despreciamos dos salidas a la derecha que apuntaban hacia el frontón calizo norte de Madalenaitz. Tomamos la tercera vía, a sabiendas de que tendríamos que retroceder por el bosque. Sabíamos también que debíamos llegar al este del paredón y que la subida no era muy evidente.
Tilo centenario cerca del acceso norte a la loma cimera de Madalenaitz.
 Patxi, que venía leído al monte, dictaba que había una cuerda... Y cuando la cosa se puso empinada de veras, cuando el boj entorpecía los pasos por el hayedo, después de encontrar fuera de senda dos tilos enormes, centenarios, y unos hitos, apareció la dichosa cuerda. Habíamos alcanzado la cuerda por la parte de arriba (y no era una zona rocosa tal y como yo, poco leído de esta montaña, sospechaba). Salvamos, siempre en ascenso, pero más suave, un laberinto de boj fácil en zigzag y llegamos a la larga loma de Madelenaitz. Avanzamos como vaqueros hacia el oeste, hacia la cima, entre el boj más menudo, más denso.
Llegamos, almorzamos y volvimos sobre nuestros pasos, rumbo este, hacia el paso de Olazabal, para añadir otra cima menor y emocionante a la jornada: Urbaran. Subimos con picardía: primero por la pista con pinturas de GR hacia el nordeste, ganando altura a la sombra y poco a poco, hasta que en el primer cruce importante arrancamos directos hacia la cima. La montaña tiene varias crestas calizas de pocos metros, divertidas, sin buzón.

En este entorno de Aralar, sorprende cambiar de ecosistema  en cosa de metros, se puede caminar por la vertiente sur entre robles sueltos y boj  y, en un pispás, pasar al norte, al bosque oscuro de hayas y enormes castaños en decadencia.

La larga loma de Madalenaitz desde Urbaran.
 Bajamos hacia Ihabar con la intención de enlazar con el "camino de la ermita" que habíamos visto en un mapa. Pero la intención (recta, sin duda) se encontró con algún cruce en el que no tomamos bien el camino y nos enzarzamos (y nos espinamos) por una senda mal dibujada. Salimos a unas campas repletas de endrinos y cometimos otro error cuando teníamos el paso cercano a Irañeta (nuestro destino de regreso) y retrocedimos en busca de un puente para salvar el río Arakil.
Hacía calor.
Resolvimos en cinco horas y media de esfuerzo intenso, tiempo de almuerzo y posados fotográficos aparte.

P.D.: Ítems: busca, tiempo, perdido, magdalena. (No me he podido aguantar...).

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