martes, abril 16, 2013

Arno o Bandera (618) y Kanpantzar (628): el camino de Caperucita

El tsunami de Patxi sigue logrando lo imposible. El 10 de abril me arrastró a la ascensión de un seiscientos, montaña, en cuatro horas y media. Ahí queda eso. Y media hora más tarde cayó otro seiscientos. Primero fue Arno (o Bandera), y luego Kanpantzar.
¿Cómo es posible tardar tanto tiempo en subir una tachuela?
-Porque fuimos muy rápido, con pocas paradas;
-y porque elegimos el camino de Caperucita, el largo, ése que recomendó el lobo... Salimos desde el barrio de la Magdalena, en Mutriku. Y, si miráis un mapa, en vez de segir el camino ascendente hacia Arno por Olatz, al sur, bajamos al puerto de Mutriku y con un tobogán llegamos hora y pico después a Ondárroa, y...
Allí ya tenía yo el seso sorbido por el espíritu de la guía Campsa: observaba la cantidad de hierba en el tejado de la iglesia de Santa María, incluso me admiraba de que las campanadas espantaran a las gaviotas. Pero Patxi mantenía su cordura y me sacó del encantamiento turístico, guardaba más sorpresillas para el camino, perdón, las pistas. Desde allí subimos a la ermita de Santa Cruz,  y tras los pasos de la GR de la vuelta a Guipúzcoa y del Camino de Santiago de la costa, Patxi fue cumpliendo satisfecho el programa. Toboganesco. Acumulábamos kilómetros y estábamos felices: Patxi había visto Santurrarán y completaba la antepenúltima parte de su vuelta a Guipúzcoa en salidas aparentemente ocasionales; yo pensaba en lo bien que se lo pasarán los incau..., digo otros compañeros montañeros cuando nuestro Guía tenga la oportunidad de conducirlos por esta ruta novedosa.
Además de la original aproximación y del tiempo invertido (que fortalece o funde la voluntad), hay que reconocer otra ventaja incuestionable a la ruta: el lobo de Caperucita habría desistido aburrido de esperar apostado en Arno. Porque, no conviene olvidarlo, sí, íbamos a Arno.
Arno y Kanpantzar son dos cimas que forman parte de un conjunto calizo confuso con lapiaz, dolinas, pequeñas simas... La visibilidad queda casi siempre cerrada con encinas de pequeño porte y la maleza se cierra con demasiada facilidad fuera de senda. Más aún: los mapas no registran todas las pinturas de balizamiento de la zona. El caso es que alcanzamos el collado de Zazpileizeta y luego la cima de Arno (Bandera, porque se mandaban desde allí mensajes con banderas a los barcos en el mar), con vértice y buzón, y nos lanzamos a la ascensión de Kanpantzar. Pasamos por el collado de Presoleta. Javier Urrutia en mendikat escribe precisamente "escabrosa" y "fragosidad" para este tramo, no diré mucho más. Tras un intento infructuoso, abandonamos la senda y subimos caprichosamente (a lo cabra) hasta la cima sin buzón, con un hito de piedras.
Patxi, escabroso y fragoso en la punta de Kanpantzar.
Otro descenso libérrimo, primero sin huellas humanas (alguna cagarruta sí que nos precedió...) hasta recuperar la senda balizada que volvimos a dejar para adentrarnos por camino hasta Arterreagako zuloa;  luego rastros de caballo y algún resto de hitos sirvieron para volver al buen camino (balizado). Descendimos en zigzag hasta Olatz, donde nos deslumbró la granja avícola desierta (cada uno se fija en lo que quiere). Echamos en falta una fuente en la ermita de San Isidro y sumamos otros tres kilómetros de asfalto para llegar hasta el coche aparcado en el bario alto de Magdalena, en Mutriku. Los más optimistas dirán: "una circular". Ocho horas y cuarto de recorrido, aunque hay que reconocer que paramos como poco media hora en la cima de Arno para almorzar.

Y tan contentos de vuelta, escuchando éxitos de la Motown.

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