martes, agosto 06, 2013

De La Sarra al refugio de Arremoulit por el collado de Soba y Orteig

Por el paso de Orteig, con el cable manguerizado.
Fin de la tormenta, llegando al refugio de Arremoulit.
 A veces algún camino cansa por repetición, lo has hecho tantas veces que apetece cualquier variante. Algo de eso me pasa con la ascensión al refugio de Respumoso desde La Sarra. He probado por el collado de Musales (larga pista inicial), por el desvío de los ibones de Arriel (un esfuerzo excesivo para llegar al refugio)... El caso es que el 27 de julio, Álvaro, Ángel y yo salimos de La Sarra para llegar a Respumoso y encontrarnos con Lourdes y Pilar, pero antes dormiríamos en Arremoulit y subiríamos al Palas, ¡hala!
Antes de llegar al paso del Onso, salimos a la izquierda para remontar por senda balizada con hitos hacia el collado de Soba. Al principio con fuerte pendiente por bosque, luego con fuerte pendiente por praderas. Se pasa cerca del pico Arriel, pero la amenaza de tormenta disipó las tentaciones de ascenso (recordamos la subida con Imanol en 2012). El propósito consistía en llegar al refugio de Arremoulit con pasada por el Passage d'Orteig. Poco antes de Orteig, en bajada, los truenos retumbaban a nuestras espaldas, y cuando llegamos al lago d'Arrious descargó el granizo y la lluvia con rachas de viento muy fuerte. Gracias a los ponchos no nos ensopamos, pero el chorreo discurrió hasta las botas. Con el chof chof en los pies, salvamos Orteig y llegamos al refugio de Arremoulit.
David, el guarda, nos ofreció para cenar sopa de verduras (se repite: sopa y sopa), carne de cerdo salteada con arroz de compañía, y de postre una deliciosa tarta de manzana sostenida en una lámina extrafina que parecía pizza; y queso, que cenábamos en Francia.
Palas crepuscular desde Arremoulit.
 Al atardecer se abrió el cielo y vimos reluciente nuestro destino para el día siguiente: Palas.

Dormimos en la tienda de campaña instalada en Arremoulit (el interior del refugio estaba casi completo). Las literas son una especie de hamaca con colchón, y se prestan a los equilibrios y a los alabados ejercicios de propiocepción (un castigo para el amante del somier o del colchón firme).

P.D.: El almuerzo, previo al collado de Soba, tuvo sus momentos más sublimes con el guacamole, el zumo de tomate, la Val-Dieu triple, la cabeza de jabalí ibérico, y...

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