La vista (cercana) más inusual de los Infiernos, desde los ibones de Pondiellos. |
Salimos del refugio de Bachimaña y guiamos a Xavi y Miquel por la ruta poco frecuentada aún (pero sembrada de hitos por los guardeses de Bachimaña y Casa de Piedra) hacia el ibón de Arnales, y enlazamos con la subida normal del balneario de Panticosa al collado de Pondiellos, por encima de la Mallata Alta. Cambiamos de vertiente en el collado, renunciamos al propósito inicial de Arnales y bajamos a los ibones aún más helados que líquidos. Allí descansamos, comimos un piscolabis y nos dimos de nuevo al camino sobre las aguas. El desagüe de los ibones se convierte en una cascada, conviene bajar por al derecha (hitos), en la pendiente fuerte por una ladera caliza se pierden los hitos, y se tiene mucho más abajo (2.350 m aprox.) la tentación de encañonarse en una especie de foz, entonces conviene trazar un arco muy amplio bastante por encima de ella (el punto de partida son los restos de una borda), mantener la altura a la derecha del barranco Pondiellos y poco a poco se recuperan los hitos. Se baja por una loma al final del camino de conducción de agua (que del otro lado llega al ibón de Ranas y al Puy Arcol). Allí almorzamos y, desde allí, seguimos barranco abajo hasta donde (año de nieves) confluían tres chorreras y empieza el pinar. Es preciso subir un poco para enlazar con la senda que baja por la izquierda del arroyo Pondiellos. En el camino nos pusimos a charlar con los dos únicos montañeros que vimos desde que nos despedimos de Xavi y Miquel. Santos e Ismael habían hecho un "ida y vuelta" de desde Sallent. A medida que nos acercamos a Sallent, el bosque se aclaró en praderas de terraza, donde se cruzaban muchas sendas posibles y un corzo saltó delante de Pilar. La estrategia de Pilar fue saltar como el corzo, del susto; la del grupo (en las sendas), seguir siempre el de la terraza más baja.
Ya con Sallent a la vista, el camino estaba mejor marcado.
Ismael tuvo la amabilidad de acercar a nuestros chóferes desde Sallent a La Sarra en coche para recoger los vehículos aparcados allí. Y luego todos, tan felices, compartimos cervezas y otros bebercios en una terraza fresca de Sallent.
Álvaro, agotando el milagro en Pondiellos. |
¡Anda que no andas!
ResponderEliminar