Dos "casi": casi en la cima de Mugarra, con la vista de la ascensión crestera casi íntegra. |
El 23 de octubre, Patxi y yo subimos a Mugarra desde Mañaria, ese pueblo con cantera que se ve en la fotografía arriba, a la derecha. Desde allí, por encinar bajo y pendiente fuerte, nos arrimamos al corte calizo, improvisamos aquí y allá por donde intuimos huellas de cabras o pasos más cómodos hasta la cima de Atxurkulu (682).
Cuando emprendimos el tramo final de la cresta oriental, Patxi barajó dos opciones:
-opción A (escalada para intrépidos);
-opción B (senda zigzagueante).
Pero no sólo barajó, también cortó el mazo y sacó la carta de la opción B. La sorpresa fue la rápida transmutación de B en A, y no porque Patxi (el tahúr de vías de escape, el Balenciaga del Pirineo) sea también el alquimista de las escaladas fáciles, sino porque no había B.
Mereció la pena el "riesgo". (Definición de riesgo de Gerard Vidal: "El coeficiente entre lo que puedes ganar y lo que te estás jugando"). Ganamos una subida preciosa.
Bajamos al collado Mugarrekolanda y, por pista empinada, trotamos desbocados hasta Mañaria.
Después nos acercamos a Elorrio, donde Patxi, que aprecia los lugares seguros, fijos, inmutables (aunque sean minifundios de 2x0,5), me mostró la necrópolis de Argiñeta.
P.D.: Vimos madroños con frutos en el entorno del encinar cercano a Mañaria.
Esa zona ya la hicimos hace años...por sudamérica andabas...y ya te dije que merece mucho la pena y no está tan lejos.
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