-¿Tienes para comprar el pan o algo? -pregunta con voz dulce.
Estoy sentado esperando el autobús en la estación y no la he visto venir: veinteañera más bien rubia, pero bronceada, blusa blanca, vaporosa, pellizca un pliegue en el tejido con un gesto de timidez que la hace encantadora; el pantalón estampado, sandalias de tacón, uñas pintadas de azul. Y sí, tengo.
-Yo te lo compro -le propongo.
-Vale -dice y no parece muy contenta.
-Vamos, conozco un delicatessen estupendo aquí al lado.
-Vale -repite.
Entramos al comercio y resuelvo rápidamente, que el autobús no espera.
-¿Pan y jamón serrano te parece bien?
-Sí.
Yo pago, ella agarra el bocadillo. En la puerta del delicatessen, me despido:
-Te dejo, que tengo mucha prisa, ¡buen provecho!
-Adiós, gracias.
Miro la hora, voy a perder el autobús, corro inútilmente, veo cómo arranca y se va. Asumo que tengo una hora de espera hasta el próximo autobús. Vuelvo hacia el delicatessen por la otra acera, medio escondido tras un seto. Observo cómo la joven de las uñas azules saca el bocadillo de la funda de papel de diseño. Cómo abre el pan y con la delicada pinza de sus dedos toma cuidadosamente las lonchas de jamón. Parece que disfruta con los 125 gramos. Luego tira el papel y el pan a la papelera (ya sabía yo que era educada...) y se dirige de nuevo a la estación de autobuses. Entonces me entra una duda: ¿me asomo para demostrar que he visto lo que ha hecho con el bocadillo? Si me dejo ver, el bocadillo me habrá resultado muy barato para eludir a una pedigüeña, supongo que rehuirá el encuentro en días sucesivos; si no me dejo ver, sospecho que otro día volverá a pedirme, además con más familiaridad. Opto por la segunda opción. No es caridad. Tiene la voz tan dulce y los pies tan bonitos, no sé si os he dicho que es rubia y... aún no sé cómo se llama.
Jo, qué bueno.
ResponderEliminarDistinto...me ha gustado.
ResponderEliminarPor la descripción, bien pudiera haber sido Jennie, la novia de Forrest.
ResponderEliminarSaludos,
Iñaki M.
Iñaki, me gusta Jennie; sí, tiene ese aire..., aunque a ésta yo me la había imaginado un poco más baja. (Y ahora pienso: ¿por qué me la había imaginado más baja?).
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