Arista de bajada (o subida) de la vía normal (nordeste) de Irubelakaskoa. |
Entre jadeos, leímos: "difuminado sendero", "increíble arista", "hermosa vía", "el más hermoso rincón", "balcón bajo estriadas paredes" "un lugar mágico, inimaginable", "ahora por terreno despejado, en contraste ante el anterior de carácter orinoco-amazónico". Y pensé en las veces que digo una "ascensión alucinante" (sin estar bajo los efectos de las drogas), o "vertiginosa" (sin vértigo), o "aérea" (sin vuelos), o...
La ruta del Circo de los Asfodelos nos hizo pensar en nosotros mismos, al principio, como leones sin Ángel Cristo... Pronto nos vimos como dos payasos (tontos, obvio) por esa ascensión orinoco-amazónica-navarra-pirenaica-..., subiendo por tramos bastante cerrados entre hierba, helechos, brezos, zarzas y espinos.
Lo confieso. Cuando entraban las dudas (que las hubo), releíamos al señor Alquézar y caíamos rendidos ante el poder de los adjetivos y su posibilidad de contraste con la realidad de un día concreto, muy caluroso, muy húmedo.
En la cima (sin buzón), empapados de sudor, acosados por una nube de mosquitas, comentamos que nunca una montaña con menos de 1000 metros se nos había resistido tanto.
(Así que volveremos con más gente...).
P.D.: Prefiero decir "Irubelakaskoa" antes que "Alkaxuri", quizá porque experimento un triunfo íntimo, como cuando decía aquello de "El arzobispo de Constantinopla se quiere desarzobispoconstantinopolizar, el desarzobispoconstantinopolizador que lo...". Y entonces pienso en los íntimos triunfos de los adjetivos.