jueves, agosto 06, 2015

Escuellas (2 507)



Patxi y yo salimos como pistards desde el aparcamiento de la pista de Ripera hasta la senda (hitos y Dedo de Dios) que sube por el barranco de Laulot. Visitamos el nuevo (2014) refugio de Yenefrito (con porche y chimenea) levantado cerca del destruido hace poco más de un año. Una vez allí, no ascendimos por la normal hacia Escuellas. Estábamos de reconocimiento y hay cosas que no se ven en los mapas: las cerezas casi pasas, diminutas y exquisitas, que colgaban de las ramas de los cerezos en la orilla de la pista; las moscas que compartimos con el ganado, pesadas a pesar de su ligereza; los efectos sedantes de la leche de yegua; la abundancia de cernícalos; el lugar preciso de las antiguas minas; una cueva... Además, nada mejor que tomar el camino de Caperucita (el largo) y dar toda la vuelta a nuestro objetivo.
Así, salimos un poco más arriba del collado de Chornaleras, identificamos proyectos de ascensión futura (Mallaruego, Ferreras, Baldairán...) y subimos por la una canal con hierba (I y II) en dirección noroeste. Alcanzamos la Punta de Sabuco (2 427) y, ante la cima cercana, nos bajamos unos metros hacia el sudoeste para tomar una huella (más de ovejas que de montañeros) que se perdía en un estrato rocoso en el que se adivinaba otro color entre las calizas. Y así fuimos contorneando la cima a medida que subíamos. Al final, una pendiente fuerte (hay tres canales de acceso y tomamos el último) nos colocó en la cima larga de Escuellas, con tres (¿o eran cuatro?) jorobas marcada con hitos.
La vista de la rinconada del Verde y del paredón de Tendenera y Sabocos es excepcional. Improvisamos y bajamos por la ruta normal, la corta (la del Lobo feroz); primero, unos hitos al nordeste; después, un canal como punto débil de la pared que rodea casi toda la montaña de Escuellas. De nuevo fuimos señalados por el Dedo y, de nuevo como pistards marchamos al coche.

P.D.: Dos pruebas para los incrédulos que necesitan ver.
1º Prueba visual. El Dedo de Dios señalando el camino.
2º Prueba visual: obsérvese el efecto sedante de la leche de yegua.




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