En el glaciar de Vignemale, ante Pitón Carré y Chausenque, descenso contemplativo. |
La víspera pernoctamos en el refugio del Cerbillonar y cenamos los bocadillos que encargamos en Bujaruelo. El cielo amaneció despejado, desayunamos austeros y sopesamos las mochilas... Estaba claro que repetíamos un error pesado. Pero en esta ocasión sabíamos que más allá de los 2 200 de altitud no hay agua, excepto si fundes nieve, y bebimos y cargamos las cantimploras en el último manantial, llegamos a la cubeta nevada ante el arco de las marmoleras entre Central y Montferrat, y acometimos la pala de nieve (crampones, piolet y sudores) previa a la chimenea (II+), cumplimos con un almuerzo frugal (una docena de huevos de perdiz cocidos) y subimos directos a Cerbillona por el último tramo despejado de nieve (descartamos el acceso al collado de Lady Lyster, más inestable por las piedras sueltas).
Y cuando bajábamos por el glaciar de camino a Bayssellance para pasar allí la noche, ya empezaba a pensar que volveré a subir por la Moskowa.
Y ya dos muescas en la yema del dedo.
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