Habla del grosor de tu pelo (fino o grueso) cuando quieras escapar de una conversación.
Confía en que unos aparentarán que te prestan atención, intentarán meter algún mechón propio en la conversación e, inevitablemente, se elevarán como globos de fiesta por argumentos y anécdotas intrascendentes a propósito de longitud, color y volumen. (No esperes a que te recomienden un peluquero para escapar).
Otros, lejos de hacer algún juicio de valor, dejarán de prestarte atención. Escapa. (Entre los "otros" contempla la posibilidad de un calvo como compañero de fuga).
Aquí me tienes; un compañero.
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