Salida de la cara norte a la cima del Anboto. |
En algún momento no muy lejano aún, la gente en la montaña empezó a cambiar las varas por bastones telescópicos; las botas por zapatillas; las botas de vino por cantimploras con agua y, más adelante, por las bolsas con líquidos isotónicos; se pasó del reconocimiento del terreno, la memoria y el mapa de papel al gepeseísmo... Y, en fin, el 21 de abril no tendría haberme sorprendido en la cima del Anboto cuando alguien me preguntó por "el kilómetro vertical" para bajar.
Pilar, Ángel y yo habíamos ascendido sin saberlo por el kilómetro vertical, por la cara norte, desde Arrazola, sin prestar atención a los signos del cambio... Calzábamos botas, en las mochilas cargábamos mudas, alimentos, cantimploras con agua y botellines de cerveza (que el almuerzo es el almuerzo: tautología gozosa). A nuestro lado había pasado en subida gente más bien agachada y con las manos en los muslos; en subida y bajada, todos menos uno calzaban zapatillas y vestían mochilas mínimas, o inexistentes, y poca ropa.Pero a cada uno lo suyo: la senda está más visitada y marcada que nunca.
¡Grande!
ResponderEliminarVerticales saludos,
Iñaki