Hoy, 1 de enero de 2022, me colocaré mi casco vintage y, mientras otros surfean, recorreré en mangas de camisa la carretera de la costa californiana en mi moto vintage, por el camino largo, como Caperucita, con una mano en el manillar y la otra en la cadera, en las rectas, claro. Me acercaré a comprar café en grano que derramaré en una bolsa de papel estraza a mi nombre (oíd el ruidito, anticipo de la felicidad), que me serviré yo mismo mientras en mi pulsera oscilan dos bolitas. ¿Y después? Esperaré con paciencia budista hasta que un mecánico, capaz de trabajar al tiempo que se toma un café solo, me la ponga a punto (la moto). Y, como soy muy mañoso, rellenaré el depósito con combustible fósil (también es vintage la gasolina, ¿no?). Volveré a mi hogar con las sombras largas del crepúsculo. Cruzaré los jardines que dan acceso a mi casa (concepto de espacio abierto) y, con el antebrazo inflamado y tatuaje discreto, sostendré un capuccino (que, después del exceso de ayer, el estómago ya no está para ristretto).
Brad Pitt se sienta a tomar café.
¿Qué propósitos fermentáis para el 2022? ¿Por qué este año no?, ¿por qué no hoy?, ¿por qué no nos deslizamos como Brad con su moto por la carretera, compramos café y nos lo tomamos solos (pero relajados) en una taza que dibuja tres niveles?
Cierto.
Perdón.
Por si sirve de algo, no tengo moto ni sé de mecánica, pero tomo el café como el mecánico. Y estoy de acuerdo en que la musiquilla de la publicidad es hiriente. Ya me iba, Ya me voy, a pie. Ya. Pero con una mano en la cadera.
Precisamente lo malo de los propósitos es que van fermentando, "shalvo alguna cosha", como dijo aquél.
ResponderEliminarBuen año de cafés.
Inaki
Es más en el regazo que en la cadera.
ResponderEliminarPd: Mi propósito para el 2022 es no ser tan tiquismiquis. Empiezo mañana.