viernes, mayo 19, 2006
Disposición del tiempo ajeno
Un señor con la nariz muy gorda y poros dignos de prospección minera se acercó cordial durante el aperitivo para preguntarme qué radio oía.
-No oigo ninguna radio.
-¿Que no escuchas la radio en todo el día?
-No.
El narigón, incrédulo, no lo entendía, quizá porque era dueño de la radio triunfante en ese país. Y buscaba tiempo en mi desayuno, en mi viaje al laburo en el coche, en el momento de conciliar el sueño al acostarme...
Y añadí:
-No tengo tiempo.
Me exigió tiempo. Yo no le dije qué hacía a las seis y media de la mañana, que iba caminando al trabajo, ni... Tampoco le exigí tiempo, por ejemplo, para que leyera más de un libro por semana (hay quien dice que es algo buenísimo para la formación cultural y todo eso...).
Qué fácilmente encuentra la gente tiempo para la vida ajena.
Entonces yo estaba en otro país, y, que Dios me perdone, no oía ninguna radio.
Ahora estoy en España y oigo la COPE antes del amanecer. La exageración, el esperpento y la repetición de Jiménez Losantos me da la risa marialuisa. Me gustaría contárselo al señor de la nariz gorda.
Por favor: diga "trabajo" en vez de "laburo", aunque entiendo el traslado temporal al otro lugar.
ResponderEliminarMucho cuidado con Jiménez Losantos, he visto a gente que ha acabado mal porque al principio le hacía gracia. Ay.
En el caso favorable de que ustedes aseveren negativamente lo verdadero de mi afirmación, la negativa sería positivizada: nadie se salvará.
ResponderEliminarA veces pienso: qué poco estimo mi tiempo libre. (Ni que hablar el de los demás.)
Saludos,
Nacho G.
Además de la risa marialuisa, está la risa basilisa. Ya lo dice el refrán gallego:
ResponderEliminar¡Ai que risa Basilisa, lebar traje sin camisa!