jueves, octubre 19, 2006

Implementaciones montevideanas (3): Dino, un héroe de nuestro tiempo


La cajera de Zara mira con ojos perfectos [no es publicidad: si quieren mirarlos, vayan a Montevideo Shopping] al matrimonio de ancianos. Él corta rebanadas al aire con la tarjeta de crédito, representa a la perfección el glamour de Pinochet tras unos lentes oscuros (mi amigo Simón comprenderá).
-¿A cuatro, a seis o a ocho? –pregunta la de los ojos.
-¡A ocho! -dice él, y alarga la mano algo temblorosa con la tarjeta y el documento.
Es como si llevara el timón de una nave en un trance terrible. Y mientras dobla este estrecho de Magallanes, mientras cuatro estaciones pasan ante él en tres segundos, la mujer escucha de la otra cajera:
-No te podrás quejar. Un lujo…
Yo miro la prenda y tardo en comprender. ¿Lujo? La otra cajera se refiere al marido.
-Y… ahora te explico -responde animosa la anciana.
Él se queda solo, al frente, ante la cobradora.
No, su señora no se podrá quejar. Se llevan una especie de chaquetita azul de punto. Un poco más de 1.000 pesos. El hombre sabe que ya sólo puede enfrentar estas batallas. A veces surge el carácter en los viejos cuando hay que dilapidar la plata. Y es más fácil la osadía con una tarjeta de crédito. Pero esta demostración se la van a recordar durante ocho meses.
Ella es una belleza elegante, nostálgica, pelo gris partido con raya al medio sin peluquería…, ella ya explica a la segunda cajera (la de los ojos mustios) el complemento ideal de la compra:
-Para un collar que…
Él toma la bolsa de la compra. El temblor es excesivo en la mano que sostiene la factura cuando habla la cajera de los ojos perfectos:
-Con el ticket lo puede cambiar en un mes.
La anciana, extrañamente rejuvenecida, toma de su brazo al marido en extinción. Le dice:
-Gracias, Dino.
Le da un beso. Y el viejo camina como si se hubiera cagado en los pañales.

Detrás sigo yo, con una camisa blanca frente a los ojos perfectos.
No sabéis cómo se parecía Dino a Augusto Monterroso. Ahora tengo otra idea del cuento famoso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.

4 comentarios:

  1. Esta vez me arrancaste varias sonrisas. A ver si me voy a volver a hacer pis.

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  2. Estoy confundida... Pobre Dino, a esa altura de la vida este acto es de amor o desaliento? Mmm, me parece que hay una mezcla. Tendrá ocho meses para reflexionar o lamentarse.

    Besos!

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