No sé a quién atribuir eso de que si despojamos a la persona de sus capas de cebolla, encontramos su esencia expresada en la primera oración (quizá no parezca una oración) que le enseñó alguien que le amaba.
Podría haberlo escrito Brodsky, podría haberlo escrito Kawabata... Por si acaso, recomiendo Historias en la palma de la mano, de Kawabata.
P.D.: En la imagen pescada de google, pescadores sobre el hielo del Báltico.
Detrás de todas estas capas de cebolla, se huele que desborda tu amor por la pesca.
ResponderEliminarNunca me animé a pedirle ayuda a nadie, pero espero que cuando vuelvas me enseñes. Se te extraña.
La foto me recuerda un texto que leímos en Periodismo literario. Había sido publicado en una sección ya desparecida de NT. Recuerdo el autor, pero no el título.
ResponderEliminarEl hielo se rompe bajo mis pies...
Yo recuerdo de hace dos semanas un "как дела?" con el dedo derecho en alto y las cejas un poco arqueadas: un Josean releyendo crónicas de mares de cristal.
ResponderEliminar¿Primorskaja? Hace cinco años me acerqué a esa orilla, pero era a mediadios de mayo y el Báltico estaba líquido. Vi pescadores, pero sin berbiquí. Berbiquí, berbiquí, qué gran palabra.
ResponderEliminarA veces es mejor dejar todas las capas bien puestas. Y sobre todo con este frio! Saludos!
ResponderEliminarCarol, que sea sólo frío como ausencia de calor.
ResponderEliminarSisi, aca por suerte nos estamos sacando las capas pq se viene el calorcito, jeje.
ResponderEliminarPienso que a veces cuando uno conoce a una persona detrás de esas capas de cebolla puede encontrar más luz en el laberinto, o encontrarlo más tenebroso. Me asusta pila lo segundo, pq en realidad conocés menos a la persona, y estar muy lejos de saber lo que realmente piensa.
Me gustó la metáfora. Pero la prefiero con matriuskas. Son menos olorosas.
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