Steinbeck reportero. He leído Los vagabundos de la cosecha (El Asteroide, 2007), los siete reportajes de Steinbeck ambientados en la California de los años 30, cuando allí se concentraban en la miseria los trabajadores estadounidenses expulsados, primero, por la crisis económica de 1929, y luego por la sequía y el polvo, de sus granjas en Texas, Arizona, Nuevo México...
En el prólogo de Eduardo Jordá aparece la frase de El hombre que mató a Liberty Valance (sí, Sintomático, qué gran película): "Si tienes que elegir entre la historia real y la leyenda, publica siempre la leyenda". Esa frase con todas sus variantes y mariachis ha engangrenado a muchos periodistas. Pero que nadie se preocupe, la prosa de este Steinbeck aspira a la claridad del mensaje, sin alardes ni desvíos fuera de lo que se quiere contar; las historias contundentes sacuden con la mirada puesta en los que sufren. Steinbeck convence porque no brilla sobre su historia, como diría algún kultureta: apesta a sinceridad. (Sí, Steinbeck dejó que la realidad le arruinara algún que otro reportaje efectista).
He aquí las líneas que he elegido en este librito:
Veamos el siguiente ejemplo. Madre de familia con tres hijos. Tiene treinta y ocho años; la cara, delgada y llena de arrugas; la mirada vidriosa y endurecida. Los tres hijos que lograron sobrevivir nacieron antes de 1929, cuando la familia arrendaba una granja en Utah. En 1930 esta mujer tuvo a un hijo que sólo vivió cuatro meses y murió de "un cólico".
En 1931 tuvo otro niño, que nació muerto porque "una carretilla llena de cajas se me echó encima dos días antes de que naciera el bebé". En 1932 sufrió un aborto espontáneo. "Perdí el bebé porque estaba enferma." Se siente avergonzada. En 1933 su bebé vivió una semana. "Se murió, tal cual... No sé de qué." En 1934 no quedó embarazada. Esto también la avergüenza un poco. En 1935 su bebé vivió un poco más, nueve meses.
"Durante un tiempo pareció que iba a vivir. Se veía grande y fuerte." Ahora está embarazada de nuevo. Si pudiéramos conseguir leche, la cosa iría mejor." Este caso tan extremo no es infrecuente, ni mucho menos.
P.D.: Por favor, releed ese: "se siente avergonzada"; ese "Esto también la avergüenza un poco". Eso es ser escritor, y periodista.
P.D.:2. Las fotografías de Dorothea Lange (buscad, buscad en google) de aquel entonces redondean una edición para guardar en casa.
Le tengo muchas ganas desde que leí algunos extractos en El País, me parece. Lo tenía en el punto de mira: será el primer libro que lea en mi nueva vida de relajo y molicie a partir del 2 de septiembre, inshallah.
ResponderEliminarSteinbeck tiene un librito de viajes con Robert Capa por la URSS. ¿Lo conoces?
¿Por qué aparece en el prólogo esa frasecica, la de "publica la leyenda"? ¿Jordá cree que Steinbeck lo hizo así? ¿?
ResponderEliminarNo, más bien lo contrario... Pero Dorothea Lange sí lo hizo con su fotografía más famosa de aquella migración interna y hambrienta.
ResponderEliminarDe hecho, Eresfea, lo primero en lo que me he fijado del fragmento ha sido el "se siente avergonzada" y el "esto también la avergüenza un poco": me ha gustado.
ResponderEliminarSuena sabroso. Ya estoy deseando leerlo. Yo no conozco el libro que dices, Ander, pero me parece interesante, ¿qué tal es?
ResponderEliminarMònica, ¡no lo he leído! Lo tengo localizado en una librería de San Sebastián pero las dos veces que lo he visto he salido con otros libros, y el de Steinbeck lo he dejado para la próxima. Desde luego...
ResponderEliminarY no conozco el librito del feógrafo y Steinbeck por la URSS...
ResponderEliminar¿Qué tienen de especial esos "Se siente avergonzada" y "Esto también la avergüenza un poco"? Si me lo pregunto es que no lo voy a entender... :-)
ResponderEliminarFantástico blog, Eresfea.
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ResponderEliminarAnónimo, tal y como yo lo veo/leo. Creo que sí lo entenderás, precisamente porque te lo preguntas:
ResponderEliminar-La alteridad: la conciencia del otro. Salir de uno mismo, percibir el drama del prójimo. Cosa mucho más rara de lo que parece.
-La humildad del que sufre. Ella jamás debería sentirse avergonazada, sus motivos de vergüenza nos interpelan. Nos demuestran que ella es más buena que nosotros. (Aunque no lo podamos explicar).
-Las preguntas que se puede plantear el lector: ¿qué es la vergüenza?, ¿por qué se ha de sentir vergüenza?
-Steinbeck comprende que ella es más buena que él.
P.D.: Hay algo de Dostoievski concentrado por ahí...