sábado, octubre 06, 2007
El cansancio es un estado de ánimo
¿Estás cansado?
Y sabías que, aunque me muriera allí mismo, lo negaría; que caería como uno de esos caballos indios de película, muerto. Me podían pintar lunares, pero nunca reconocería la fatiga. Y tú seguías caminando, y sólo morían los tábanos bajo el latigazo de nuestras camisetas. A veces era una cachetada satisfecha. Y el tábano quedaba desmayado, no muerto, y en el suelo le hincabas el palo. ¡Zaca! Siempre caminaste con un palo por el monte, una vara de olmo. Yo sólo usaba una ramita insignificante, intentando en vano despejar de telarañas los pasos entre aulagas, enebros, chaparros, zarzas y escaramujos.
Era verano. A veces, por el rabillo del ojo, te veía sonreír, y hasta adivinaba la palabra antes de que me la dijeras. (Zahorí de palabras con mi ramita). Sé que muchas veces la pensaste sin decírmela.
Sí, ahora sé también que no entrenabas mis piernas, no. Era otra cosa.
No me importaba el calor, ni ése que helaba la nuca y pintaba estrellas a la hora de la siesta; no me importaba el escozor de los ojos por el sudor; despreciaba las aulagas, los chaparros y otras plantas espinosas cuando me abrían la piel de las piernas... Pero nunca soporté las telarañas sobre las rodillas y los muslos, eso sí me ponía muy nervioso, y aquellas bolitas de seda de araña con insectos momificados. Por eso caminaba con una ramita por delante, abriendo la senda al estilo de los exploradores de película en la jungla. Y aún hoy, tantos años después, comprendo que las telarañas siguen en mis piernas empapadas de sudor y abiertas de heridas, con aquellas postillas que parecían hilo cosido sobre la tela de mi piel.
Sí, tenía piernas de promesa. Ésa era la palabra: promesa.
En mis ojos sólo guardos recuerdo de todo lo que fue, ¡cuántos recuerdos! Y sin embargo todavía puedo ver, y seguir recordando.
ResponderEliminarmuy bonito, da gusto leer...
ResponderEliminar...guipuzkoanosescritoresrobasetas...
ResponderEliminar-¡Zaca!
-ramita/zahorí: Zahorí de palabras con mi ramita. Bolitas de seda de araña.
-tábano
-postilla
-insectos
-escaramujos
-promesa
Me has dejado sin palabras, por un momento he sentido la maleza rasgando mis piernas, brazos, manos, cara.
ResponderEliminarhay algunos que nunca tendrán telarañas en las piernas.
ResponderEliminarLo he leido en apenas unos segundos y no hay muchas cosas tan buenas como terminar un relato con una sonrisa escueta (esta vez, la culpable, la palabra promesa).
ResponderEliminarBasta, ¡basta! Te rodeaste de adulones.
ResponderEliminarMarie, fustigadora.
ResponderEliminarSuave.
ResponderEliminar