Atención a la última frase de este relato, que, casi, obliga a la relectura.
Por la nieve
¿Cómo se abre camino en la nieve virgen? Un hombre echa a andar, suda y blasfema, avanza sin apenas poder mover los pies, hundiéndose a cada instante en la esponjosa y profunda nieve. El hombre se marcha lejos, marcando su camino con irregulares hoyos negros. Se cansa, se acuesta en la nieve, enciende un pitillo, y el humo de la majorka [especie de tabaco muy áspero y basto, semejante a la picadura] se extiende en un nube azulada sobre la nieve blanca y brillante. El hombre ya se ha marchado lejos, pero la nube sigue suspendida en el lugar en que se había detenido a descansar: el aire es casi inmóvil. Los caminos se abren siempre en los días de calma, para que los vientos no barran los trabajos de los hombres. El hombre se marca sus propios puntos de orientación en la infinitud nevada: una roca, un árbol alto. El hombre guía su propio cuerpo por la nieve del mismo modo que un timonel dirige la barca por el río de un saliente a otro.
Tras el angosto e inseguro rastro trazado se mueven cinco o seis hombres pegados el uno al otro, hombro con hombro. Pisan junto a la huella, pero no en ella. Al llegar a un lugar señalado de antemano regresan, y de nuevo caminan de manera que se aplaste la virgen superficie nevada, el espacio aún no hollado por pie humano alguno.
El camino está abierto. Por él puede ir gente, convoyes de trineos, tractores.
Si se sigue tras los pasos del primer hombre, huella a huella, se formará un sendero visible pero difícilmente transitable y estrecho: una trocha y no un camino, lleno de hoyos por los cuales es más difícil de avanzar que por la nieve virgen.
El trabajo más duro es para el primero, y cuando a este se le agotan las fuerzas, lo reemplaza otro, de aquel mismo quinteto de cabeza. De entre los que siguen los pasos del primero, cada uno de ellos, incluso el más pequeño, el más débil, debe pisar un pedazo del manto nevado y no alguna otra huella.
Y sobre los tractores y a caballo no viajan los escritores, sino los lectores
[1956]
Primer relato de Varlam Shalámov en Relatos de Kolimá, Volumen I, Editorial Minúscula, 2007, págs. 7 y 8.
¡Jo! Me daba miedo comprarlo porque anuncian siete volúmenes (¿siete, de verdad?) y porque ya tengo una cordillera de libros pendientes, pero... jo.
ResponderEliminarAyer descubrí -y mi librera particular me la regaló- una novela de Steinbeck de la que nunca había oído hablar: "El autobús perdido". La han subtitulado "El viaje sin retorno del sueño americano". Tiene muy buena pinta. Ocho euricos. Y algunos dicen que los libros son caros.
Pobre eresfea. Quien te manda a ti leer cosas de rusos, no ves que después de leerlas te ves obligado a releerlas? De pequeño no te decía tu mama que a los rusos no hay que leerlos? Mira que eres friki, este texto no vale nada. A mí la última frase me obliga a sacar una conclusión: del Kalashnikov este de los cojones es mejor huir.
ResponderEliminarSeguro que a ti lo que te pone es lo de la nieve virgen, y no porque sea blanca, sino por otra cosa, verdad golfo? jajajaja. Si en el fondo, eresfea y yo no somos tan distintos.
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"Sensibilidades diferentes", como dicen los políticos...
ResponderEliminarO "mínima divergencia", también dicen. También...
ResponderEliminarMira que eres políticamente correcto y soso. Estoy molesto contigo eresfea, ya sé que la vida no es justa, pero que me desprecies despues de todo lo que he hecho por ti...
ResponderEliminarEn cuanto al señor Ander Izabanderas, eres un plomo de tio, no aportas nada y das el coñazo como tu solo, si quieres decir algo dilo y ya está, si no vete a la mierda.
En cuanto a j., todavía no me explico como un tio tan feo tiene los cojones de poner su foto, pero bueno, cachalote, no seas tan chulo, que parece que hablas desde la prepotencia del que tiene un despacho en el dpp
(...)
ResponderEliminarEso, "sensibilidades diferentes".
ResponderEliminarO "mínima divergencia", también dicen. También...
ResponderEliminarMe gusta c�mo refleja esa "complicidad incondicional" que surge entre los que van por la nieve. Y el ritmo. No hay dudas. Obliga a la relectura.
ResponderEliminarCreo que si desinvitamos a este tipo, la historia nos comprenderá.
ResponderEliminarGracias por el relato y por esa llamada de atención a la última frase.
ResponderEliminarLeí que Semprún había dicho que era «el mejor libro del s. XX», y en vista de que su Le grand voyage (creo que aquí es El largo viaje) me encantó, pensaba hacerme con él. Pero, como dice Ander, siete volúmenes... Bueno, siempre se puede comenzar por el primero y ver, ¿no?
Os recomiendo el de Semprún, si no lo habéis leído.
Un beso.