La señora Mercedes Salisachs (Barcelona, 1916) en La palabra escrita -lo mejor que puede leer alguien que quiera meterse a escribir una novela, de lo mejor que puede leer alguien que quiera escribir bien- dice (págs. 125 y 126):
Si me preguntaran cómo surgen las novelas, contestaría que "en soledad".
La soledad, mal que nos pese a los escritores, es el primer factor que se precisa para escribir.
Generalmente es en el ámbito de la soledad donde se genera la posibilidad de aburrirse. Y nada como el aburrimiento para favorecer el despliegue multifacético del recuerdo, de las ensoñaciones, de las utopías, de lo que pudo ser y no fue, o de lo que fue y no pudo realizarse. En suma: el "aburrimiento" es el gran amigo de la imaginación y por ende de los sentimientos, de las esperanzas y también de las frustraciones y de las obsesiones: factores todos ellos capacitados para realizar, no solo historias novelescas, sino infinidad de instantes estelares que toda novela precisa para motivar al lector.
Dicho de otro modo, el exceso de "compañías", de aturdimiento o de lo que denominamos "diversiones", siempre impulsadas por el instinto o el afán de placer, castra, mutila las "ideas" y por supuesto todo aquello que nos permite "pensar".
De ahí tal vez que el escritor (inmerso en ese mundo de "vida interna") sea ante todo un ente "solitario". Nada importará que se comunique con sus semejantes; aunque él no lo demuestre, esa inevitable comunicación tendrá sólo una finalidad: acumular material para sus obras.
A veces esa acumulación se realiza sin que el escritor se dé cuenta de ello, pero cuando ya (metido en faena) se ponga a escribir, todo lo que en sus contactos con otras personas ha ido absorbiendo casi inconscientemente escapará de su inconsciencia para convertirse en conciencias imperativas y necesarias.
Con más razón aún serán asimismo imperativas sus propias experiencias: especialmente aquellas que nadie conoce, pero que para el escritor son perlas escondidas propicias a enriquecer momentos cruciales de sus textos.
Es una visión bastante romántica. Estoy de acuerdo, pero hasta cierto punto.
ResponderEliminarSí, es una visión. ¿Romántica? No sé...
ResponderEliminarY ni te digo si te ponés a escribir una comedia, ahí hasta te reís solo. Ahora, el problema viene con la poesía. Soledad, austeridad y ostracismo son las reglas. No rinde el romanticismo en Montevideo. Más allá del río, no te hundis.
ResponderEliminarCreo que no se tiene por qué utilizar a la compañía (se emplea todo, vaya, pero no con ese tono de sociólogo). Yo, que soy tan primitivo con mi querida sociedad, me gusta que me usen un poco para sus fechorías grupales.
ResponderEliminarCoincido en que se necesita ser un solitario de alguna forma de las posibles, y la soledad, pero el escritor también se implica y se confunde con aquello que solo pretendía contar (o presenciar como mero analista). Es ahí donde nace la debilidad, las obsesiones y una de las cosas más divertidas: la pérdida del control.
Salisachs, yo acumulo material para mi cabeza; mis obras, cuando lleguen, serán una bella consecuencia. (Guau, anoten esta frase en sus calendarios de pared. Madre mía).
la frontera es medio difusa.
ResponderEliminarno sé qué sucede primero: el escritor no se comunica con sus semejantes para escribir, o el que no se comunica con sus semejantes decide contarles el porqué, a través de la escritura.
No creo que tenga mucho de romántica, Bloody, más bien me parece fatalista -a la vez que realista-: "esa inevitable comunicación tendrá sólo una finalidad: acumular material para sus obras".
ResponderEliminarUf.