Algunas palabras en desuso vuelven al peregrino por León, ya cerca de Galicia. En Ruitelán, por ejemplo, veo el 6 de abril la labor de hombres y vacas, el trabajo unido con un arado que no difiere mucho del modelo romano.
Pienso en la palabra
uncir (y en sus derivados) que los tractores o la vida en ciudad sacaron de nuestras bocas. En cierta forma, yo también soy una bestia uncida al yugo de mi mochila cargada de camino a Santiago.
Ahí hay buen vino.
ResponderEliminarEsa imagen mitológica del arado, vigente en la Galicia del interior. Galicia es otro mundo.
Cuánta belleza.
Buen vino, y mejor pan.
ResponderEliminarEn Galicia..., hasta se viste diferente.