lunes, septiembre 26, 2011
Cordal Sorginzelai Erakurri
Ane, Asun, Lourdes, Pilar, Álvaro, Ángel, Patxi y yo trazamos un cordal entre cordales el domingo 25 de septiembre. Ante nosotros teníamos el panorama de líneas conocidas en el horizonte: Urepel, Mandoegi, Abadegurutz... Adarra; el mítico Loitzate, Arainburu, Ekaitza... hasta Mendaur (la ermita brillaba al sol en la cima); Ireber, Zuparrobi...
Salimos de la aldea de bordas enclavada al sudeste de Iramendi (donde dejamos la última salida por esta zona), y, desde allí, salimos al collado de Arlepo (730). Subimos en un pispás a Sorginzelai (850) -sin buzón cimero- y nos metimos por el bosque en formación de abanico para recoger zizas y rúsulas. Al poco de pasar Zorbizelai (855) -otra cima sin buzón-, "caímos" por error hacia el oeste y nos esforzamos en un sube y baja, para retomar la ruta cerca de la cima de Lexarburu (915).
Celebramos el almuerzo tardío en la última sombra del hayedo. Un surtido de quesos cremosos; revuelto de hongos, zizas y gibelurdiñas; jamón en su punto exacto de temperatura; papaya; melón; nueces... Y tres vinos deliciosos que fueron cuatro. Tres tintos tres: un siraz siciliano, un Ribera de Duero ecológico y el familiar Azpilicueta. ¿El cuarto? Un cásico Sauternes angelino.
Ya alegres por las praderas y con apenas desnivel, sumamos con el sol en los ojos Iruñarri (1.051) y Erakurri (1.142).
El resto no fue silencio, sino bajada a la carretera en Ezkurra gaine.
Andanzas micológicas: Leizalarrea
Boletus edulis y setero. Parafraseando el título de Carson McCullers: "El setero es un cazador solitario".
Trompetas de la muerte (Craterellus cornucopioides).
P.D.: Y qué útil ese recurso de la cámara fotográfica que retrasa el clic diez segundos. Los solitarios que se hacen sus propias fotografías, ay, ay. "Bienvenido, Bob", dira alguno...
Avance del protoguión de la próxima entrega de Terminátor
Recién pescado de güisquilics-foral.na:
FICHA
Guión en proceso: Terminator VII, TS7 en Navarra.
Actor protagonista: el Arnold Suersenáger.
Motivo: quinto centenario de la conquista castellana de Navarra.
ENTRADA
2012. El modelo S7 de Terminátor, con el nuevo nombre de Sancho VII, Alias el Bruto, aparece en bolas, como acostumbra, en la
nueva estación de autobuses de Pamplona. Ha sido enviado de la Navarra del futuro y ha dado otro salto inútil en el tiempo (la última vez que lo transportaron en el tiempo lo dejaron unos años en el SXIII; una bajada de tensión en los aerogeneradores que alimentaba la mensajería espaciotemporal por un cese repentino del cierzo...).
El cuerpo
serrano (y bastante colgandero ya) de Arnold aparece en los baños masculinos. Un meón clasico le saluda:
-¡Joder, el Terminátor!
-S7, Ter minátor San... Cho... Siete -farfulla aún desorientado.
El S7 escanea a los otros meones en busca de ropa de su talla. Los meones, impertérritos en el lugar de la alianza de civilizciones, apenas lo miran con desdén hasta que
se coloca en el urinario libre entre dos.
-¡Eh, Chosiete!, ¡ojo!, que hay que dejar un urinario de por
medio entre meantes.
-Dame tu ropa -le dice al montañero.
El S7 Sancho sale vestido de montañero vasconavarro de los baños, oséase: pantalones con una especie de petachos por el que alguien pagó más de 100 euros, botas para caminar por glaciar, forro polar, chupa goretex de tres capas (superligera, oye) y mochila de 60 litros medio vacía. Deja los bastoncillos telescópicos en el urinario en un viejo gesto terminatoresco, y se coloca las gafas de montaña con antiparras.
Da una vuelta por la estación. Se acerca a un segurata y pregunta por las motos.
-¿Lo qué, lo qué?
-¿Dónde están las motos? Busco a Koro, Sara Koro.
-Sí, y yo a la del anuncio de Jacks. ¿Motos? Anda que vas tú bien... Qué.., ¿a Santiago en moto? Joder con los nuevos peregrinos. Pregunta allí al fondo, en Información.
El segurata se da media vuelta. Sancho VII mira entonces el autobús de La Veloz (no hace tanto "Sangüesina"); deben de brillarle los ojos con esa chispa roja, pero el filtro 4 no deja ver el destello de luz.
Un tipo flaco interrumpe su camino cuando se va a llevar el autobús
-¿Me puedes dar algo para ir a Donosti? (San Sebastián, antiguo puerto de Navarra). Yo a ti te conozco, te he visto en el Arranobeltza.
El Terminátor Sancho VII (TS7) se detiene entonces, como si se le hubiera activado un nuevo programa. Se quita las gafas y acerca la mirada al pedigüeño, al tiempo que le retuerce la camiseta.
-¿Eres almohade?
Intenta levantarlo por la camiseta, pero el algodón engaña, cede.
-No, no, yo no tengo almohada -acierta a decir asustado el pedigüeño.
El TS7 suelta su presa. El mendigo corre y grita:
-¡Racista, racista!
-Mira mamo-lín -escupe el TS7.
El TS7 arranca la puerta de la veloz, se sienta en la butaca con suspensión hidráulica del chófer y sube y baja como un tentetieso intentando arrancar el autobús cruzando cables. ¡Bromm! Lo ha conseguido. El depósito de combustible marca el mínimo. Sale de la estación con estruendo. Encuentra la primera rotonda, no respeta las señales de ceda el paso. Choca. Segunda rotonda. Vuelve a chocar. Tercera rotonda, dos choques. En la cuarta pone el intermitente, cede el paso y el motor se para (seco).
El TS7 vuelve a pie a la estación de autobuses. Una monja le sonríe amable. En el bolsillo encuentra un billete de autobús. CONDA, destino Betelu. Se acerca al autobús con el billete en la mano.
-Eh, la mochila la tienes que
dejar en el maletero.
martes, septiembre 20, 2011
Cien por cien Aneto (3.407)
Durante mucho tiempo, ha sido decir "Aneto" (sobre todo en invierno) y empezar una discusión con los amigos a propósito de cuál es el mejor caldo de carne disponible en tetrabrick. También rumiaba los datos de Mendikat, detalles para un maniático. (Dominancia altimétrica: 100%. Dominancia prominencial: 100%. Relevancia: 100%). Estaba claro: el 100% era el Aneto.
Algo de esto debía de tener claro Javier M. cuando me propuso la subida para estrenarse en el capítulo tresmilesco como Dios manda (desde ahora, sus tresmiles pirenaicos serán siempre una bajada de dominancias y relevancias).
Álvaro B., amante de la montaña y el hielo, apareció junto a la cafetería en el momento previo justo: "¿Que vais? Yo tambien quiero ir". Y vino.
Los tres salimos de la Besurta (1.940 m) el viernes, subimos a la Renclusa (2.145 m) y disfrutamos de una opípara cena. El concepto opípara, escrito así, a la izquierda de cena, está un poco devaluado en tiempos de dietas y productos ligth... Explico. Puré de verduras (repetición libre), ensalada rica adornada con sardina vieja (per cápita) y cordero guisado con patatitas y rovellones para relamerse hasta el reventón de vísceras (propias); de postre crema de toffee.
El sábado 17, empezamos a desayunar a las cinco y media, salimos de la Renclusa de los últimos, a las seis y media de la mañana, que era noche. Nos guiaba la fila de luces de los frontales subiendo por las rampas. Arrancamos con el intermitente puesto y fuimos pasando gente por izquierda y derecha hasta el amanecer, cuando, cerca del pico Portillón, nos quitamos los frontales, descubrimos que ya éramos los primeros y que unas pocas nubes (un sí es no es) amenazaban las vistas desde el Aneto.
Descendimos por el collado superior unos metros para adentrarnos en una pedrera caótica de bloques que, suponemos, hasta no hace demasiados años sepultaba el glaciar.
El glaciar, lavado por una lluvia dos días antes, brillaba entre grises y los crampones se agarraban de maravilla. Avanzamos protegidos por el pico Maldito hasta el collado de Coronas, previo a la ascensión final.
Bromeamos con el paso de Mahoma (que me han dicho que es de goma, que es de goooooma) y alcanzamos en un tiempo récord (como cualquier tiempo) la cima: cuatro horas. Allí estábamos tan a gusto, buscando sobre nosotros el dichoso "techo del Pirineo" del que tanto se escribe. No lo encontramos, sí vimos la Virgen del Pilar, la imagen de san Marcial crucificado en una urna, el vértice geodésico y una gran cruz de metal.
Bajamos hacia el glaciar antes de que subiera la procesión de los montañeros.
No queríamos cruzarnos con la gente en el paso de Mahoma. Y antes de colocarnos los crampones nos topamos con las fuerzas de la ONU, Cascos Azules, se entiende.
En el glaciar se nos sumó una señora de Huesca que tocaba retreta, y otro montañero más se apuntó al almuerzo en cuanto terminamos el glaciar. Queso, longaniza, torta, Filipinos... La señora nos acompañó hasta el collado del Portillón superior. Allí ya se sentía más segura y nos dejó bajar a los tres "a lo suelto".
Y bajamos.
Algo de esto debía de tener claro Javier M. cuando me propuso la subida para estrenarse en el capítulo tresmilesco como Dios manda (desde ahora, sus tresmiles pirenaicos serán siempre una bajada de dominancias y relevancias).
Álvaro B., amante de la montaña y el hielo, apareció junto a la cafetería en el momento previo justo: "¿Que vais? Yo tambien quiero ir". Y vino.
Los tres salimos de la Besurta (1.940 m) el viernes, subimos a la Renclusa (2.145 m) y disfrutamos de una opípara cena. El concepto opípara, escrito así, a la izquierda de cena, está un poco devaluado en tiempos de dietas y productos ligth... Explico. Puré de verduras (repetición libre), ensalada rica adornada con sardina vieja (per cápita) y cordero guisado con patatitas y rovellones para relamerse hasta el reventón de vísceras (propias); de postre crema de toffee.
El sábado 17, empezamos a desayunar a las cinco y media, salimos de la Renclusa de los últimos, a las seis y media de la mañana, que era noche. Nos guiaba la fila de luces de los frontales subiendo por las rampas. Arrancamos con el intermitente puesto y fuimos pasando gente por izquierda y derecha hasta el amanecer, cuando, cerca del pico Portillón, nos quitamos los frontales, descubrimos que ya éramos los primeros y que unas pocas nubes (un sí es no es) amenazaban las vistas desde el Aneto.
Amanece, que no es poco. Desde el Portillón.
El glaciar, lavado por una lluvia dos días antes, brillaba entre grises y los crampones se agarraban de maravilla. Avanzamos protegidos por el pico Maldito hasta el collado de Coronas, previo a la ascensión final.
Grisura glaciar (foto regresante).
¡Marciaaaaal, eres el más graaaande (etcétera)! La cima sin techo.
Cruzaba por allí y... (Fotografía de Javier M.).
El paso de Mahoma, en bajada.
Fotografía de Javier M.
En el glaciar se nos sumó una señora de Huesca que tocaba retreta, y otro montañero más se apuntó al almuerzo en cuanto terminamos el glaciar. Queso, longaniza, torta, Filipinos... La señora nos acompañó hasta el collado del Portillón superior. Allí ya se sentía más segura y nos dejó bajar a los tres "a lo suelto".
Y bajamos.
martes, septiembre 13, 2011
Por Urbasa
Fotografía de Pilar.
Encontramos una cueva, caminamos por el bosque...; recogieron arañones, eso sí.
Apunte: han reformado una de las ventas del puerto de Lizarraga (junto al túnel) y la han convertido en un bajo restaurante acogedor. Allí teníamos aparcado el segundo coche para el regreso.
martes, septiembre 06, 2011
Visiones y descubrimientos en la Grand Place
El descubrimiento de LA cerveza. Hasta el sábado 3 de septiembre (día del cumpleaños de Iñaki, ¡por siempre sea felicitado!), nuestra favorita era la Tripel Karmeliet de Bosteels. Ahora estamos deslumbrados, convertidos, a Val-Dieu. Triple (la rubia) para la repetición, Grand-Cru (tostada) para la cerveza solitaria.
Otro deslumbramiento. La mujer entra en la plaza, mira a su alrededor como si fuera la primera vez (apuesto que así era), se emociona.
¿Gnomo?
Los gorritos friunfadores en la feria fueron los elefantes rosados de Delirium Tremens.
Y por haber, hubo hasta cerveza con sabor a coco y servida en coco. Recoco.
Descocadas. Despedida de soltera con flauta dulce y bandera de ropa interior.
O (con los cocos...) un policía habillé a la escocesa (con gorrito de Delirium en el bolsillo).