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Inicio del descenso infernal. |
Porque madre no hay más que una... y porque, después de calificar como "reina"
la etapa anterior en la misma zona, dos reinas tan juntas sólo se ven en bodas de príncipes, en funerales de reyes, en desfiles de moda o en los tableros de ajedrez. Etapa reina
madre porque queríamos reunir Pico de Pondiellos, Arnales y los tres Infiernos.
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Ayer tormenta, hoy sapo (con handicap digital). Príncipe en potencia. Fotografía de Patxi. |
Esta vez
Patxi y yo tomamos precauciones para evitar el primer ascenso de la vía normal que sube del balneario de Panticosa al collado de Pondiellos. La víspera nos fuimos a dormir al nuevo refugio de Bachimaña. Esa ascensión nos elevó 550 metros después de una tormenta. Desde Bachimaña (2.200) queríamos seguir la ruta de acceso que han sembrado de mojones los guardas del refugio y que pasa por el ibón de Arnales. La gran ventaja es la altura ya tomada.
La mañana es soleada y humeda. Pasamos por el ibón de Arnales (2.305) admirados por el camino que aún no es camino (necesita la perseverancia de vuestros pasos) y enlazamos con la vía que asciende de la Mallata Alta (unos cien metros más arriba de esa mallata o majada). Seguimos por el camino al que ya atribuimos una toponimia particular. El hito clave en la subida es lo que llamamos el Campamento de Gnomos, una zona de grandes bloques que ofrecen pequeños refugios en caso de tormenta (un día pasamos por ahí cuando amainaba la tormenta y empezó a salir gente de los agujeros). En el collado de Pondiellos (2.812) miramos la cumbre de Pondiellos. Cima (2.917).
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Pico Pondiellos ante Garmo Negro. |
Bajamos al cuello de Saretas (2.834) y nos caen unas gotas de lluvia. Así, como para desanimar. El amago de tormenta dura lo que tardamos en ponernos las capas y hacer tres fotografías. Enfilamos hacia el collado que separa Infiernos de Arnales y en una subida fácil coronamos Arnales (3.002).
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Encaminado hacia Arnales. |
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En la cima de Arnales, con la Punta Zarre sobre la mochila... Un presagio. Fotografía de Patxi. |
Vuelta a descender y a elegir la vía de acceso a los Infiernos. La canal clásica, sin nieve, no se ve muy auspiciosa para la subida, cualquier piedra desprendida se convierte en una trampa. ("A partir de la mitad del verano habrá que evitarlo y escalar la cara S, por su izquierda, constituida por una sucesión de resaltes poco difíciles pero bastante impresionantes a lo largo de una altura de 150 m y, sobre todo, cubiertos de piedras inestables que están pidiendo que se les arroje sobre los compañeros",
Miguel Angulo,
Pirineos II). Tomamos la subida de la izquierda, en paralelo a la canaladura, que
Patxi sabe valorar en su justa medida (conversión de medidas montañeras), quizá más precisa que la Escalada PD inf. expuesta de
Miguel Angulo. (No reproduciré aquí la valoración de
Patxi).
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Trepada a los Infiernos. |
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En el Infierno Oriental. |
Llegamos al primer Infierno, el Oriental (3.079) y me aguanto el calificativo (dantesco). Subimos al cercano segundo Infierno, el Central (3.082). Vienen dos montañeros franceses, hombre y mujer, y la tormenta. Los cendales de agua cubren Midi Ossau y se desplazan hacia el Oeste, hacia Balaitús. También se ve cómo otra tormenta más cercana descarga en la Pala de Ip y se extiende hacia el embalse de Escarra. Entonces vemos cómo la tormenta sigue el rumbo que pasará por el circo de Piedrafita y nos evitará la bajada por la marmolera mojada. Confiamos en ese futuro marcado por los vientos.
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Acomodo en el Infierno Central. |
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Marmolera superada hacia el Infierno Occidental. Fotografía de Patxi. |
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Infierno Occidental, ante Tebarray, Frondiellas y Balaitús. |
Así que, sentados en la cima del Infierno, disfrutamos la pausa y el refrigerio. Acompañamos a la pareja francesa, que no conoce el descenso y carga mochilones con tienda de campaña. Infierno Occidental (3.073). Bajamos disfrutando de las vistas de la caída de las marmoleras.
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Bajada por la clásica vía de las marmoleras. |
En el collado del Infierno (2.722) decidimos otra parada de aceptación, resumen, asimilación... Queda aún pasar por los ibones Azules y acometer la ruta de los Boy Scouts (otro bautismo topográfico), un pequeño infierno de tobogán cuando se acumula el esfuerzo.
En el refugio de Bachimaña estamos cansados y contentos. En dos lunes consecutivos hemos cerrado un episodio abierto en septiembre de 2001, cuando
Lucía,
Patxi y yo ascendimos por la tarde al Infierno Occidental desde el balneario de Panticosa para bajar de noche (sin frontales). Una serie de ascensiones entre las que recordamos mucho la invernal del Garmo Negro en diciembre 2006, cuando
Javier,
Patxi y yo también bajamos de noche al balneario...
Este 20 de agosto de 2012 tenemos tiempo de sobra para la ducha, un aperitivo, agotar las existencias lectoras de
National Geographic antes de la puesta de sol, antes de la cena. A dormir. A soñar.
Que bonito es sentir, con vuestras fotografías y tus relatos, las agradables sensaciones, ya lejanas, pero no olvidadas, de esos "Pirineos".
ResponderEliminarPor cierto, en esa ascensión perdí las llaves de casa.