lunes, febrero 18, 2013

Okabio (864), Guratz (955) y Peru Harri


 Patxi y yo salimos hacia Okabio desde Leiza el viernes 14 de febrero. Enlazamos viejos caminos para acanzar el collado de Axuste. Evitamos por el oeste la ascensión a la cima de Axuste, nos hundimos en la nieve pastosa y salimos al siguiente collado, el de Soromearreta. Una corta trepada y alcanzamos Okabio (864). No hay buzón, tan sólo un montón de piedras. Un poco más abajo, hacia Leiza, un puesto de caza se perfila como un bastión con sus troneras dispuestas para la escopetería. Al lado, un refugio techado de madera (cómodo y abrigado en caso de lluvia). Volvemos sobre nuestras huellas a Axuste y emprendemos la ascensión a Guratz.
 Subir a Guratz se convierte en una prueba de resistencia y potencia en cada paso. (Un error no llevar raquetas...). El almuerzo en la cima (955) viene con un cambio de planes: no bajaremos hacia Areso, sino hacia la carretera que une Leiza y Huici. Improvisamos fuera de senda, por fuerte pendiente, pero con los pasos asegurados por la profundidad de la nieve. Luego, por caminos, bajamos como jabalís a Peru Harri.


¿Cómo calificar este espacio de pradera abierto entre bosques, en una loma? Una mirada ayuda. Hay un caserío museo dedicado a la piedra (Gorrittenea) que no visitamos porque imaginamos cerrado, nuevos dólmenes, nuevos crómlechs, piedras levantadas como homenaje a levantadores de piedras, un coloso alza una esférica, una estatua herida de espada, un ¿kiosko? con techo de boina...


Allí, en Peru Harri, cerramos el círculo que abrimos, sin saberlo, hace pocos años, cuando Patxi y yo fuimos testigos de cómo retiraban el arco de piedra de la rotonda del centro de Leiza. Ese arco es la entrada ahora a Peru Harri. Y nosotros, que somos admiradores de Perurena, el hombre que alzó 315 kilos de piedra, el actor de televisión, el padre de nuevos levantadores, el carnicero, el poeta..., nosotros nos vamos felices de Peru Harri.

 

4 comentarios:

  1. Dicen que fue él mismo quien se llevó el arco de piedra, de una tacada. Y nadie se atrevió a decirle nada.

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  2. Me parece que le ha dado la pedrada y ha dicho: me monto un piedraleku como si fuera un Chillida, que yo lo valgo. Y lo que ha hecho es una alegoría a la horterada (quitando el arco de entrada)

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  3. Bendita pedrada, Imanol. Yo veo algo entrañable en Peru Harri.
    Y las pintadas del caserón, ¿eh? ¡Son magníficas!
    El otro día, incluso, pensaba en un viaje en el tiempo que me permitiera ver un crómlech o un dolmen nuevo... y en que quizá me quejaría porque no estaba viejo, arruinado.

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  4. Entrañable es no cabe duda, Perurena lo es... pero gusto...

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