jueves, abril 25, 2013

Cienciosía: el caso del mago gordo


Me gusta ponerme ciencioso, inventarme descubrimientos de universidad, de ésos que aparecen en revistas científicas o de las otras. Por ejemplo: está demostrado que los flacos se caen más que los gordos, aunque las caídas de los gordos sean más aparatosas (digresión: caso particular de España el 22 de diciembre, Día de la Salud). Luego vienen las preguntas para despistar: ¿por qué caen más flacos que gordos?, ¿no es acaso la fuerza de la gravedad una constante democrática a favor de la igualdad de atracción?, ¿o tendrá que ver con el punto de equilibrio?... Y traes la explicación: quienes se miran los pies cuando caminan, caen más a menudo.
(Si me llaman de La 2, les resuelvo un programa de descubrimientos cienciosos sin pagar traductores de inglés, nos apañamos con el Google Translate).
Así que estaba rumiando el nombre de cualquier universidad estadounidense, o canadiense, o australiana, o, ¡mejor!, neozelandesa inexistente para la atribución que nadie discute ("según estudios de la University Manukau New Conjurer de Nueva Zelanda"), cuando vi el cartel que anunciaba el espectáculo de un mago. En el cartel se veía a un mago gordo, con papada en vez de cuello, vestido de traje oscuro, con chistera brillosa y una paloma blanca en la palma de la mano. "Se la terminará comiendo", hablé solo y sin mala baba, porque no pensaba tanto en el apetito del mago, sino en las dificultades de un mago español para ganar dinero en tiempos de crisis, cuando cuesta tanto que aparezca trabajo, cuando hacer desaparecer una palomita, por ejemplo, tiene que competir con lo que nos cuentan en los informativos de televisión; cuando hasta hay gente que recurre a la cirugía estética para mejorar su presencia y tener más posibilidades laborales. Entonces remiré el cartel del mago gordo, y di un paso más en mi estudio ciencioso: los muy gordos, que no se ven los pies, no sólo se caen menos, sino que miran más lejos, ven más allá... ¡Eureka!, por eso es más fácil encontrar videntes gordos que presentadores de informativos de televisión gordos, por ejemplo.

P.D.: Y quizá por eso los presentadores de informativos de televisión temen tanto dar las noticias de pie (sólo Matías Prats se desenvuelve con soltura torera), porque temen caerse con su mirada puesta en lo inmediato. 

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