Leo VayVen los sábados, casi todos los textos, nunca la agenda. Era una revista semanal de pequeño formato que empezó como una especie de agenda de servicios de entretenimiento (con secciones liliputienses de actualidad en cine, música, gastronomía, lecturas…) y con un montón de columnistas.
Cien números después, es una revista semanal de pequeño formato que sigue como una agenda de servicios de entretenimiento (con secciones liliputienses: cine, música, gastronomía, lecturas…), donde desaparecieron los columnistas (se vistieran o no de columnistas), donde quedaron varados algunos columnáufragos, y donde M. Caviglia escribe las mejores crónicas gastronómicas de Uruguay (ella es el género).
En el número 100, el último sábado, los autores se retrataban mostrando de qué son fan. Está muy bien este método perfilador, y realmente confirmé mis prejuicios a propósito de la personalidad de los periodistas de VayVen. Quien me parecía un falso intelectualoide salió del perfil fan como falso intelectualoide confeso; quien me parecía idiota, idiota; quien me parecía aburrido, aburrido; y así sucesivamente... (Confirmación de prejuicios).
Quiero destacar dos elecciones de “fanáticas” que me hicieron pensar.
M. Barrientos y su adoración por las “Elizaga”. Yo vi y oí la actuación de una Elizaga madura en un corto audiovisual y desde entonces soy fan; seré fan (DEP).
V. Gómez y su deslumbramiento ante Quino. Ahí va una imagen (sin Mafalda).
P.D.: El domingo aún pensaba… ¿Por qué los argentinos no nominan a Quino para el Nobel de literatura? Se sacarían la frustración del Anobel de Borges… Por qué no Quino, insisto. ¿Acaso no será otra vez candidato Dylan, Bob?
P.D.2: M. Caviglia, te lo ruego, no abandones a pesar de la miseria que cobras por tu singular trabajo.
martes, abril 29, 2008
lunes, abril 28, 2008
Hitos
En la montaña, a veces, la senda no está bien dibujada. Entonces se agradece la guía de los montoncitos de piedras, los hitos que los franceses llaman cairn.
Tengo una extraña confianza en los hitos. Aunque se desvíen de la mejor ruta, señalan el camino que otro hizo, el que tú reafirmas con tus pasos; marcan, también, la preocupación de otro por los pasos de los demás. Son montones de generosidad.
P.D.: En la imagen, Patxi en un pedregoso descenso de Espelunga (¡unga-unga!). Allí también había hitos.
jueves, abril 24, 2008
Lección de euskera
En las clases de euskera le miraba las medias a María. María, además, tenía la costumbre de vestir faldas cortas y tenía unas largas piernas. Todos los días me sorprendía con unas medias diferentes, muy originales en los dibujos y los colores. Yo le miraba las medias y pensaba: ¿dónde conseguirá esta mujer las medias?, ¿le llegará el presupuesto para no repetir medias?
Y Kazuro (léase Kasuro), el japonés que estudiaba con nosotros, siempre decía al resto de los compañeros: le está mirando las piernas a María. (Lo decía en euskera, no desaprovechaba ninguna oportunidad para practicar).
Yo no podía negarlo: le miraba las piernas. Y no iba a arreglar nada si precisaba que mi objeto de atención eran las medias.
A Kazuro le sorprendía que todos los alumnos del grupo se pusieran de mi lado en esa situación: los hombres exclamaban alguna procacidad alentándome; las mujeres se reían o me sacaban la cara; al profesor se le adivinaba una sonrisa entre sus barbas de talibán; María sonreía.
Yo, con 22 años, era el benjamín del grupo, y aprendí una lección más allá del idioma: un joven que mira la piernas a una mujer con atención es un tipo que cae simpático en Occidente.
Más aún: provoca la admiración.
P.D.: Siempre me gustaron las piernas de Kim Novak (todo sea dicho).
Y Kazuro (léase Kasuro), el japonés que estudiaba con nosotros, siempre decía al resto de los compañeros: le está mirando las piernas a María. (Lo decía en euskera, no desaprovechaba ninguna oportunidad para practicar).
Yo no podía negarlo: le miraba las piernas. Y no iba a arreglar nada si precisaba que mi objeto de atención eran las medias.
A Kazuro le sorprendía que todos los alumnos del grupo se pusieran de mi lado en esa situación: los hombres exclamaban alguna procacidad alentándome; las mujeres se reían o me sacaban la cara; al profesor se le adivinaba una sonrisa entre sus barbas de talibán; María sonreía.
Yo, con 22 años, era el benjamín del grupo, y aprendí una lección más allá del idioma: un joven que mira la piernas a una mujer con atención es un tipo que cae simpático en Occidente.
Más aún: provoca la admiración.
P.D.: Siempre me gustaron las piernas de Kim Novak (todo sea dicho).
martes, abril 22, 2008
Memoria del sabor (con gas postrero)
Heredé de mi abuelo Eusebio la pasión por la cocina y una pizca de su apetito mítico (Obélix, un enano a su lado). Después de algunos experimentos solitarios (agua con azúcar y bocadillo de mayonesa), con él aprendí a cocinar mi primer plato: caracoles. Luego llegaron: gorriones, tortolillas y lirones.
Muchos años después aprendí a preparar la pasta y el arroz.
No heredé de Eusebio su bendita imperfección con los sabores. Mi abuelo era perfectamente feliz comiendo porque no tenía bien definida la memoria de largo plazo para el sabor; así, el último plato siempre era el mejor. Lo hubiera jurado sobre la Biblia (si no fuera porque era un hombre que no juraba). Y hubiera sido sincero.
Era un gordo feliz y agradecido, siempre mostraba su entusiasmo renovado después de comer: recuerdo unas tortolitas con salsa cazadora (“lo mejor que he comido en mi vida”); unos karraspios rebozados y fritos (“lo mejor que he comido en…”), un perol de alubias con todos sus sacramentos (“lo mejor que he comido…”), un cochinillo asado (“lo mejor que…”), una humilde berza con patatas y un sofrito de ajo (“lo mejor…”).
En cada ocasión alcanzaba el cielo, y no era sólo el cielo del paladar.
P.D.: De aquellos tiempos gloriosos con trabajadas digestiones, guardamos en la familia un dicho dedicado al pedo sonoro (la ventosidad) y convertido en emblema: “Qué buena voz para un recién nacido”.
Muchos años después aprendí a preparar la pasta y el arroz.
No heredé de Eusebio su bendita imperfección con los sabores. Mi abuelo era perfectamente feliz comiendo porque no tenía bien definida la memoria de largo plazo para el sabor; así, el último plato siempre era el mejor. Lo hubiera jurado sobre la Biblia (si no fuera porque era un hombre que no juraba). Y hubiera sido sincero.
Era un gordo feliz y agradecido, siempre mostraba su entusiasmo renovado después de comer: recuerdo unas tortolitas con salsa cazadora (“lo mejor que he comido en mi vida”); unos karraspios rebozados y fritos (“lo mejor que he comido en…”), un perol de alubias con todos sus sacramentos (“lo mejor que he comido…”), un cochinillo asado (“lo mejor que…”), una humilde berza con patatas y un sofrito de ajo (“lo mejor…”).
En cada ocasión alcanzaba el cielo, y no era sólo el cielo del paladar.
P.D.: De aquellos tiempos gloriosos con trabajadas digestiones, guardamos en la familia un dicho dedicado al pedo sonoro (la ventosidad) y convertido en emblema: “Qué buena voz para un recién nacido”.
lunes, abril 21, 2008
Ejercicio de memoria
En el año 2000 traté de memorizar el paisaje que se veía desde el altozano de Tobolks, donde se levantaba la prisión en la que estuvo encerrado Dostoievski. Después almorcé y tomé 150 gramos de vodka.
Al atardecer, Nikolai compró esturioncitos aún vivos, recién pescados, a unos chiquillos que se fueron felices jugando con sus cañas y un fajo de rublos.
Hoy hay puntos ciegos en aquel paisaje que traté de imponer a mi memoria. Pero sé dónde pescaron aquellos niños los esturiones, podría volver allí y colocar un aparejo en el lugar preciso. Pocas memorias son tan precisas como las de los pescadores; por eso, quizá, tienen fama de inventar y agrandar historias.
P.D.: Los esturiones asados en las brasas estaban muy ricos.
Al atardecer, Nikolai compró esturioncitos aún vivos, recién pescados, a unos chiquillos que se fueron felices jugando con sus cañas y un fajo de rublos.
Hoy hay puntos ciegos en aquel paisaje que traté de imponer a mi memoria. Pero sé dónde pescaron aquellos niños los esturiones, podría volver allí y colocar un aparejo en el lugar preciso. Pocas memorias son tan precisas como las de los pescadores; por eso, quizá, tienen fama de inventar y agrandar historias.
P.D.: Los esturiones asados en las brasas estaban muy ricos.
jueves, abril 17, 2008
Y te faltará cielo para dar vueltas
Papá había venido a comer a casa, quizá era su cumpleaños. Llegó triunfante, pidió una olla grande, sal y una hoja de laurel; sonrió y abrió un pequeño saco de arpillera. Mamá vació su tesoro en una olla de acero inoxidable: dos kilos de percebes.
-Los percebes, cojonudos. Lo malo es que te dejan en los dedos con un olor a coño que mata -comentó el tío Carlos después de devorar su ración.
Entonces la mirada de mi padre pasó por Susana y por mí, no se detuvo en mamá, y se fijó en el tío Carlos. Habló muy despacio:
-Si no sabes hablar..., cierra la boca o te la partiré. Y te faltará cielo para dar vueltas.
Papá tenía las mangas del jersey recogidas hasta los codos, los músculos de los antebrazos tensos y los puños como martillos pilones. Y aunque ya no vivía en casa, aún le quedaba aquello difícil de comprender, algo que mamá siempre respetó.
Mamá salvó la cara al tío Carlos, por algo era su hermano. Lo sacó del comedor protegiéndolo con su cuerpo cuando el mismo cielo le esperaba.
-El tío Carlos es un espontáneo… -dijo mamá cuando pasaba a la altura de papá.
Y papá se despidió de Susana y de mí dejando un momento sus manos abiertas sobre nuestras cabezas. Se marchó de casa con un susurro, cerrando la puerta con cuidado, para no hacer ruido. No dije nada en aquel instante. Ahora creo que por aquel entonces mi padre ya había asimilado la separación y que nunca podría volver a vivir en casa.
A veces se lo comento a mi hermana Susana, que era pequeña y no recuerda la escena: “Y te faltará cielo para dar vueltas”. Ése era nuestro padre.
-Los percebes, cojonudos. Lo malo es que te dejan en los dedos con un olor a coño que mata -comentó el tío Carlos después de devorar su ración.
Entonces la mirada de mi padre pasó por Susana y por mí, no se detuvo en mamá, y se fijó en el tío Carlos. Habló muy despacio:
-Si no sabes hablar..., cierra la boca o te la partiré. Y te faltará cielo para dar vueltas.
Papá tenía las mangas del jersey recogidas hasta los codos, los músculos de los antebrazos tensos y los puños como martillos pilones. Y aunque ya no vivía en casa, aún le quedaba aquello difícil de comprender, algo que mamá siempre respetó.
Mamá salvó la cara al tío Carlos, por algo era su hermano. Lo sacó del comedor protegiéndolo con su cuerpo cuando el mismo cielo le esperaba.
-El tío Carlos es un espontáneo… -dijo mamá cuando pasaba a la altura de papá.
Y papá se despidió de Susana y de mí dejando un momento sus manos abiertas sobre nuestras cabezas. Se marchó de casa con un susurro, cerrando la puerta con cuidado, para no hacer ruido. No dije nada en aquel instante. Ahora creo que por aquel entonces mi padre ya había asimilado la separación y que nunca podría volver a vivir en casa.
A veces se lo comento a mi hermana Susana, que era pequeña y no recuerda la escena: “Y te faltará cielo para dar vueltas”. Ése era nuestro padre.
miércoles, abril 16, 2008
Distinción entre el sí (afirmación) y el si (condicional)
Si eres cubano en Cuba, ya puedes comprarte un móvil/celular (Si tienes el dinero, claro).
Sí, eres un cubano en Cuba, ya puedes comprarte un móvil/celular. (Sí, tienes el dinero, claro).
COROLARIO
1. Y yo aún sin móvil/celular, y escuchando Sobreviviré, de Mónica Naranjo, sí.
2. Como canta la afición ecuatoriana antes de perder un partido de fútbol: "Sí se puede!, ¡sí se puede!".
3. Otro día no presentaremos el si bemol y el pronombre sí. Son los sisí discriminados (que no las medierías sisí propuestas por Merelo).
La imagen está pescada de aquí, merece la pena una visita.
Sí, eres un cubano en Cuba, ya puedes comprarte un móvil/celular. (Sí, tienes el dinero, claro).
COROLARIO
1. Y yo aún sin móvil/celular, y escuchando Sobreviviré, de Mónica Naranjo, sí.
2. Como canta la afición ecuatoriana antes de perder un partido de fútbol: "Sí se puede!, ¡sí se puede!".
3. Otro día no presentaremos el si bemol y el pronombre sí. Son los sisí discriminados (que no las medierías sisí propuestas por Merelo).
La imagen está pescada de aquí, merece la pena una visita.
lunes, abril 14, 2008
Turklebaum I
Turklebaum I no es una momia egipcia. De nuevo agradezco a Imanol, que me alimenta diariamente con material variado vía internet. El domingo leí la noticia supuestamente aparecida en el New York Times:
“Los directivos de una compañía de seguros intentan averiguar por qué nadie se percató de que uno de sus empleados estuvo muerto, sentado en su mesa, durante 5 días sin que nadie se interesara por él ni le preguntara qué le ocurría.
George Turklebaum, de 51 años de edad, que trabajaba en una asegurador de Nueva York desde hacía 30 años, sufrió un paro cardíaco en la oficina que compartía con otros 23 trabajadores. El lunes por la mañana llegó a trabajar, discretamente, pero nadie notó que no se marchó nunca hasta que el sábado por la mañana el personal de limpieza preguntó qué hacía trabajando el fin de semana.
Su jefe, Elliot Wachiaski, declaró: “George siempre era el primer en llegar por la mañana y el último en marcharse por la noche, por lo que a nadie le pareció extraño que estuviera continuamente en su sitio sin moverse y sin decir nada. Era bastante reservado y su trabajo le absorbía.
Un examen post mortem reveló que llevaba muerto 5 días tras sufrir un infarto”.
Se me ocurren muchas ideas con la excusa de este texto.
1. Sentí la tentación de comprobar si la noticia se había publicado en NYT. Pero aparté de mí esa tentación, recordé aquella máxima que envenena el periodismo: “Que la realidad no te arruine una historia”. Y decidí aceptar el fin de Turklebaum como un relato, no como periodismo.
2. Turklebaum era un santo. ¿Su cadáver exhalaba un vago olor a flores frescas? Sólo así se comprende que no oliera a podrido cinco días después de muerto, en el cálido ambiente de una oficina (¿cuántos de entre los 23 trabajadores eran mujeres y exigían cerrar las ventanas y subir la calefacción?).
3. Nos acostumbramos a los cadáveres exquisitos, preferimos la historieta. La muerte de una persona quedaría supeditada a la eficacia de un relato. No nos interesa el cuerpo. (Ya imagino a los guionistas de CSI NY con una variante de la historia).
4. Disfruté con los elementos que dan verosimilitud al relato: la rareza noticiosa del caso; nombre y apellido con la edad; la cifra exacta de trabajadores (¡ah!, el valor de las magnitudes…); ese “discretamente” que rellenamos con nuestra imaginación de lectores cómplices; que fueran los trabajadores de la limpieza quienes descubrieron el pastel (ellos son más humanos, no como los miserables trabajadores…); el nombre y apellido del jefe que llama al empleado por su nombre de pila, “George”, dentro de la cita textual (¡gloria al periodiasmo declarativo!), como si no existiera la mentira o la ficción entrecomillada…
Hoy lo dejo aquí.
P.D.: En la imagen, corona de flores para tanatorio, de Lady flor.
“Los directivos de una compañía de seguros intentan averiguar por qué nadie se percató de que uno de sus empleados estuvo muerto, sentado en su mesa, durante 5 días sin que nadie se interesara por él ni le preguntara qué le ocurría.
George Turklebaum, de 51 años de edad, que trabajaba en una asegurador de Nueva York desde hacía 30 años, sufrió un paro cardíaco en la oficina que compartía con otros 23 trabajadores. El lunes por la mañana llegó a trabajar, discretamente, pero nadie notó que no se marchó nunca hasta que el sábado por la mañana el personal de limpieza preguntó qué hacía trabajando el fin de semana.
Su jefe, Elliot Wachiaski, declaró: “George siempre era el primer en llegar por la mañana y el último en marcharse por la noche, por lo que a nadie le pareció extraño que estuviera continuamente en su sitio sin moverse y sin decir nada. Era bastante reservado y su trabajo le absorbía.
Un examen post mortem reveló que llevaba muerto 5 días tras sufrir un infarto”.
Se me ocurren muchas ideas con la excusa de este texto.
1. Sentí la tentación de comprobar si la noticia se había publicado en NYT. Pero aparté de mí esa tentación, recordé aquella máxima que envenena el periodismo: “Que la realidad no te arruine una historia”. Y decidí aceptar el fin de Turklebaum como un relato, no como periodismo.
2. Turklebaum era un santo. ¿Su cadáver exhalaba un vago olor a flores frescas? Sólo así se comprende que no oliera a podrido cinco días después de muerto, en el cálido ambiente de una oficina (¿cuántos de entre los 23 trabajadores eran mujeres y exigían cerrar las ventanas y subir la calefacción?).
3. Nos acostumbramos a los cadáveres exquisitos, preferimos la historieta. La muerte de una persona quedaría supeditada a la eficacia de un relato. No nos interesa el cuerpo. (Ya imagino a los guionistas de CSI NY con una variante de la historia).
4. Disfruté con los elementos que dan verosimilitud al relato: la rareza noticiosa del caso; nombre y apellido con la edad; la cifra exacta de trabajadores (¡ah!, el valor de las magnitudes…); ese “discretamente” que rellenamos con nuestra imaginación de lectores cómplices; que fueran los trabajadores de la limpieza quienes descubrieron el pastel (ellos son más humanos, no como los miserables trabajadores…); el nombre y apellido del jefe que llama al empleado por su nombre de pila, “George”, dentro de la cita textual (¡gloria al periodiasmo declarativo!), como si no existiera la mentira o la ficción entrecomillada…
Hoy lo dejo aquí.
P.D.: En la imagen, corona de flores para tanatorio, de Lady flor.
sábado, abril 12, 2008
Insisto: algo pasa en Orexa
No hay parados en Orexa. ¿Será que te “abstienen" si te declaras desempleado en Orexa?
jueves, abril 10, 2008
El caballo negro
Ayer el problema estaba en un verbo compuesto: "hayan visto".
-¿Es hayan visto o hallan visto? ¿Cuántos AYA hay?
Quería memorizar las opciones, no quería aplicar reglas.
Yo, primero, se lo compliqué: aya (nodriza), haya, allá (allí), haya (árbol), halla (del verbo hallar, encontrar), y haya (del verbo haber). Luego le dije que el caso era mucho más sencillo, y ofrecí una regla:
-Cuando el verbo en infinitivo no tiene "y" o "ll", las formas conjugadas de ese verbo, se escriben siempre con "y".
-Aaah.
-Por ejemplo: haber. ¿Tiene "haber" "y" o "ll"?
-...
-Te repito la pregunta. El verbo haber, infinitivo: hache, a, be, e, erre; ¿tiene "y" o "ll"?
-...
-Bien. Olvida lo que te he dicho. Te pregunto otra cosa para comprobar algo.
-Sí.
-Responde a esta pregunta: ¿De qué color era el caballo blanco de Santiago? Piénsalo bien.
-Negro.
-Has dicho negro...
-...
-Esto me explica algunas cosas. Bien. Ahora vuelvo al "haber". Haber no tiene "ll" o "y", por eso cuando en alguna conjugación del verbo aparezca el sonido de "ll" o "y", tú escribirás siempre "y". ¿Sí?
-Sí.
-Por ejemplo: contribuir. ¿Tiene "y" o "ll"?
-No.
-Entonces, ¿cómo se escribirá "contribuyendo"?
-...
-"Contribuyendo", con "y". Otro ejemplo: ir; ¿cómo se escribe "yendo"?
-Con "y"...
-Bien.
Ayer comí poco en la cantina de la universidad. El caballo negro galopaba en mis pensamientos, sin jinete.
-¿Es hayan visto o hallan visto? ¿Cuántos AYA hay?
Quería memorizar las opciones, no quería aplicar reglas.
Yo, primero, se lo compliqué: aya (nodriza), haya, allá (allí), haya (árbol), halla (del verbo hallar, encontrar), y haya (del verbo haber). Luego le dije que el caso era mucho más sencillo, y ofrecí una regla:
-Cuando el verbo en infinitivo no tiene "y" o "ll", las formas conjugadas de ese verbo, se escriben siempre con "y".
-Aaah.
-Por ejemplo: haber. ¿Tiene "haber" "y" o "ll"?
-...
-Te repito la pregunta. El verbo haber, infinitivo: hache, a, be, e, erre; ¿tiene "y" o "ll"?
-...
-Bien. Olvida lo que te he dicho. Te pregunto otra cosa para comprobar algo.
-Sí.
-Responde a esta pregunta: ¿De qué color era el caballo blanco de Santiago? Piénsalo bien.
-Negro.
-Has dicho negro...
-...
-Esto me explica algunas cosas. Bien. Ahora vuelvo al "haber". Haber no tiene "ll" o "y", por eso cuando en alguna conjugación del verbo aparezca el sonido de "ll" o "y", tú escribirás siempre "y". ¿Sí?
-Sí.
-Por ejemplo: contribuir. ¿Tiene "y" o "ll"?
-No.
-Entonces, ¿cómo se escribirá "contribuyendo"?
-...
-"Contribuyendo", con "y". Otro ejemplo: ir; ¿cómo se escribe "yendo"?
-Con "y"...
-Bien.
Ayer comí poco en la cantina de la universidad. El caballo negro galopaba en mis pensamientos, sin jinete.
miércoles, abril 09, 2008
El concepto “vasconavarro”
EL concepto "vasconavarro" tiene un sabor pasado: un tren que no existe desde 1971, el RAC (Real Automóvil Club) vasconavarro, carnavales de Ituren, Zubieta, Lanz y cía…
Pero la prueba del nueve de la validez del concepto en su propio medio es que supere una de estas dos pruebas:
-En cuanto "vasco", el superlativo por repetición. Ejemplo: es malo malo.
-En cuanto "navarro": la comparación reincidente. Ejemplo: es más malo que malo.
Analicemos, entonces, el concepto "vasconavarro": es vasconavarro vasconavarro; es más vasconavarro que vasconavarro. Un fracaso.
Si no es vasco ni navarro..., ¿en qué intersección queda lo “vasconavarro”? ¿El futuro depende de la permanencia del uso urbano de botas de alta montaña con goretex? (Calzado común para potear -tomar unos tragos alcohólicos-). ¿O de la presencia de cuajada de leche de oveja entre las elecciones del postre en cualquier comedor? (Búsquese “mamia” en vez de “cuajada” si es más vasco que navarro).
Calma, hay audacias modernas como el Instituto vasco navarrro de cirugía plástica y estética (“especialistas en cirugía estética, aumento de pecho, liposucción, rinoplastia…”). Pero mi favorito es el Club Alpine vasconavarro, que cuenta con el señor Imanol Errazkin entre sus miembros más egregios.
P.D.: ¿Por qué no cuajó "navarrovasco"?
Pero la prueba del nueve de la validez del concepto en su propio medio es que supere una de estas dos pruebas:
-En cuanto "vasco", el superlativo por repetición. Ejemplo: es malo malo.
-En cuanto "navarro": la comparación reincidente. Ejemplo: es más malo que malo.
Analicemos, entonces, el concepto "vasconavarro": es vasconavarro vasconavarro; es más vasconavarro que vasconavarro. Un fracaso.
Si no es vasco ni navarro..., ¿en qué intersección queda lo “vasconavarro”? ¿El futuro depende de la permanencia del uso urbano de botas de alta montaña con goretex? (Calzado común para potear -tomar unos tragos alcohólicos-). ¿O de la presencia de cuajada de leche de oveja entre las elecciones del postre en cualquier comedor? (Búsquese “mamia” en vez de “cuajada” si es más vasco que navarro).
Calma, hay audacias modernas como el Instituto vasco navarrro de cirugía plástica y estética (“especialistas en cirugía estética, aumento de pecho, liposucción, rinoplastia…”). Pero mi favorito es el Club Alpine vasconavarro, que cuenta con el señor Imanol Errazkin entre sus miembros más egregios.
P.D.: ¿Por qué no cuajó "navarrovasco"?
lunes, abril 07, 2008
Eresfea (2)
En las duchas colectivas del gimnasio hay un niño desnudo entre hombres desnudos. Campa a sus anchas y habla con todos con desparpajo (no sé si envidiable). No diré su nombre, sólo que tiene 4 años, y que es fatal (lo dice él mismo: "Soy fatal”) e hincha de Peñarol, a pesar de que su primo juega en Nacional.
El niño se queda mirando a un hombre que se enjabona el cuerpo y le dice:
-¡Qué lindo mozo que sos!
El tipo mayor de cincuenta me recuerda a King Kong (por su complexión y por la cantidad de vello corporal).
Al rato, enjabona la cabeza de su padre (“papá, la peladita también”) y le aconseja:
-Papá, tenés que contarle a mamá lo de tu trabajo de médico.
Todos, desnudos, gesticulamos mudos (quizá se acentúa nuestro parecido con los monos). Papá no, parece que le entró algo de jabón en los ojos.
El niño se queda mirando a un hombre que se enjabona el cuerpo y le dice:
-¡Qué lindo mozo que sos!
El tipo mayor de cincuenta me recuerda a King Kong (por su complexión y por la cantidad de vello corporal).
Al rato, enjabona la cabeza de su padre (“papá, la peladita también”) y le aconseja:
-Papá, tenés que contarle a mamá lo de tu trabajo de médico.
Todos, desnudos, gesticulamos mudos (quizá se acentúa nuestro parecido con los monos). Papá no, parece que le entró algo de jabón en los ojos.
domingo, abril 06, 2008
Ha muerto Heston
Ha muerto Charlton Heston, la imagen de Moisés, el héroe de Ben Hur, el de El planeta de los simios. Y me acuerdo de la felonía de Michael Moore en Bowling for Columbine aprovechándose de un hombre enfermo. Muy valiente el gordito...
Las fotografias pescadas de El Mundo son de los 60, cuando Heston estaba comprometido en la defensa de los derechos civiles de los negros en EEUU (cuando Moore era aún un mocoso).
Después quedaría la imagen de Heston y el rifle.
viernes, abril 04, 2008
Pop
Popcorn. El maíz que revienta con el calor (palomitas en España). Lo traigo aquí porque como pop en el cine, como mucho pop, cantidades ingentes de pop. Y estoy harto de los puretas que miran con asco a los precisos comedores de pop como yo. Cuando precisamente los comedores de pop sostenemos la industria del cine, o, como les gusta decir a los mismos puretas: el séptimo arte.
Ahora viene la explicación alambicada.
Charles Batteaux enumeró en 1746 las "bellas artes": danza, floricultura, escultura, música, pintura y poesía. Más adelante añadió la arquitectura y la elocuencia. En el siglo XXI la lista cuenta con seis fijas, y tres que entran y salen. Las fijas: arquitectura, danza, escultura, música, pintura, poesía (y por extensión literatura). Las otras tres: cinematografía (en el puesto número siete), fotografía y cómic.
Algunas preguntas: ¿quién reconoce la escultura como un arte vigente en el siglo XX? ¿Dónde metemos la televisión, la moda, la publicidad o la cocina? ¿Son los trabajadores de invernadero verdaderos artistas según la clasificación del señor Batteaux?
Y ahora vuelvo a la idea de la salida. El séptimo arte vive del pop. (Y del DVD, como bien saben los guionistas que hicieron huelga hace meses en Estados Unidos).
Con pop vi las cuatro últimas películas:
10.000 A.C.: lamentable. Buen ejemplo de cómo hacer una aburrida película de aventuras.
Matar o morir: una ensalada de tiros con zanahoria. Lo rescatable de la película es cuando el personaje dice "odio..." no sé qué, y su mirada se identifica con algo que señala la cámara con detalle. Y sabemos que el foco de ese odio merecerá su justo castigo. Por ejemplo: odio a los mayores de cuarenta que llevan cola de caballlo. Algunos señalarán como memorable la escena de sexo con Mónica Belucci, yo no. Seamos sinceros: lo raro sería que una escena de sexo con Mónica Belucci no fuera memorable. En este caso, la escena es un exceso: el protagonista copula y mata a tiros al mismo tiempo. Es tan inverosímil que rompe hasta con la lógica interna del relato. Si hay que creer..., prefiero creer en Santacláus (y mira que desprecio al gordo atorrante vestido de satén rojo que inventó la Coca Cola...).
Jumper: mareante. Los diez minutos del comienzo están bien, el resto de la película es un mareo, los más sensibles deben ir al cine con pastillas para evitar náuseas y dolores de cabeza.
Horton y el Mundo de los quién: excelente. Fui a la sesión de tarde y los niños (me incluyo) disfrutaron. Yo aplaudí con ellos. Fuimos felices y comimos mucho pop.
Ahora viene la explicación alambicada.
Charles Batteaux enumeró en 1746 las "bellas artes": danza, floricultura, escultura, música, pintura y poesía. Más adelante añadió la arquitectura y la elocuencia. En el siglo XXI la lista cuenta con seis fijas, y tres que entran y salen. Las fijas: arquitectura, danza, escultura, música, pintura, poesía (y por extensión literatura). Las otras tres: cinematografía (en el puesto número siete), fotografía y cómic.
Algunas preguntas: ¿quién reconoce la escultura como un arte vigente en el siglo XX? ¿Dónde metemos la televisión, la moda, la publicidad o la cocina? ¿Son los trabajadores de invernadero verdaderos artistas según la clasificación del señor Batteaux?
Y ahora vuelvo a la idea de la salida. El séptimo arte vive del pop. (Y del DVD, como bien saben los guionistas que hicieron huelga hace meses en Estados Unidos).
Con pop vi las cuatro últimas películas:
10.000 A.C.: lamentable. Buen ejemplo de cómo hacer una aburrida película de aventuras.
Matar o morir: una ensalada de tiros con zanahoria. Lo rescatable de la película es cuando el personaje dice "odio..." no sé qué, y su mirada se identifica con algo que señala la cámara con detalle. Y sabemos que el foco de ese odio merecerá su justo castigo. Por ejemplo: odio a los mayores de cuarenta que llevan cola de caballlo. Algunos señalarán como memorable la escena de sexo con Mónica Belucci, yo no. Seamos sinceros: lo raro sería que una escena de sexo con Mónica Belucci no fuera memorable. En este caso, la escena es un exceso: el protagonista copula y mata a tiros al mismo tiempo. Es tan inverosímil que rompe hasta con la lógica interna del relato. Si hay que creer..., prefiero creer en Santacláus (y mira que desprecio al gordo atorrante vestido de satén rojo que inventó la Coca Cola...).
Jumper: mareante. Los diez minutos del comienzo están bien, el resto de la película es un mareo, los más sensibles deben ir al cine con pastillas para evitar náuseas y dolores de cabeza.
Horton y el Mundo de los quién: excelente. Fui a la sesión de tarde y los niños (me incluyo) disfrutaron. Yo aplaudí con ellos. Fuimos felices y comimos mucho pop.
jueves, abril 03, 2008
“Es un péndex"
Péndex es la feliz variante abreviada de pendejo; un crío, un ñiñato, alguien inmaduro. El péndex, además, es básicamente masculino. No se oye a menudo "una péndex".
Me gusta tanto cuando alguien dice en Uruguay: “Fulano es un péndex", “pero qué se pensó ese péndex”, “tiene una actitud de péndex"… Y así. Péndex evita revueltas como edaddelpavo. Me suena a nombre científico, como si Linneo hubiera dado con el término preciso para denominar esa adolescencia (estupidez) comprendida aproximadamente entre los 12 y los… (¡Ay!).
Péndex vasconensis, Péndex uruguayensis, Péndex palestinensis…: a la extensa familia Péndex se puede añadir el localismo para cerrar el latinajo. Pero, cuidado, que el foco local no nos distraiga, porque la familia Péndex siempre responde a los mismos patrones generales. Como muy bien teoriza la doctora Beatriz Gómez, nada tan idéntico y globalizado como la "originalidad" del comportamiento adolescente. Ni la Coca Cola.
Me gusta tanto cuando alguien dice en Uruguay: “Fulano es un péndex", “pero qué se pensó ese péndex”, “tiene una actitud de péndex"… Y así. Péndex evita revueltas como edaddelpavo. Me suena a nombre científico, como si Linneo hubiera dado con el término preciso para denominar esa adolescencia (estupidez) comprendida aproximadamente entre los 12 y los… (¡Ay!).
Péndex vasconensis, Péndex uruguayensis, Péndex palestinensis…: a la extensa familia Péndex se puede añadir el localismo para cerrar el latinajo. Pero, cuidado, que el foco local no nos distraiga, porque la familia Péndex siempre responde a los mismos patrones generales. Como muy bien teoriza la doctora Beatriz Gómez, nada tan idéntico y globalizado como la "originalidad" del comportamiento adolescente. Ni la Coca Cola.
miércoles, abril 02, 2008
Justicia. Caridad
El otro día hablaba con Al Nonino (que es bueno) y dimos vueltas a esto de la justicia y la caridad.
El mendigo (tal vez borracho, piojoso, enfermo contagioso, loco, maloliente, harapiento y muy feo) me pide limosna.
-No le doy, porque se lo gasta en vino de cartón o en drogas.
-No le doy, porque se acostumbra a vivir así y no trabaja.
-No le doy, porque es un profesional de la limosna ("sólo doy a los amateurs").
-No le doy, porque no me gusta que use la puerta de la iglesia como oficina de trabajo.
-No le doy, porque (si es mujer) no es justo que utilice a su bebé.
-No le doy, porque me da miedo.
-No le doy, porque huele mal.
-No le doy, porque me quedo sin cambio para el autobús, o sin el suelto para la cerveza, o…
-No le doy, porque otro día me reconoce y
a) me saluda,
b) me pide más.
No le doy (yo: sereno, sano, cuerdo, bienoliente, bien vestido y discretamente guapo/lindo).
Y no dejo de ser justo con la sociedad (¿acaso no pago impuestos para que el organismo competente se ocupe de estos mendigos?). La justicia hace el mundo más eficaz y se escribe en constituciones y códigos, incluso aparece en los presupuestos.
Unos pasos más allá reconozco la caridad de ése que siempre da sin fijarse en la justicia como yo. Él sólo da: sin justificación, sin necesidad de reconocimiento, sin esperar cualquier tipo de contrapartida.
El mendigo (tal vez borracho, piojoso, enfermo contagioso, loco, maloliente, harapiento y muy feo) me pide limosna.
-No le doy, porque se lo gasta en vino de cartón o en drogas.
-No le doy, porque se acostumbra a vivir así y no trabaja.
-No le doy, porque es un profesional de la limosna ("sólo doy a los amateurs").
-No le doy, porque no me gusta que use la puerta de la iglesia como oficina de trabajo.
-No le doy, porque (si es mujer) no es justo que utilice a su bebé.
-No le doy, porque me da miedo.
-No le doy, porque huele mal.
-No le doy, porque me quedo sin cambio para el autobús, o sin el suelto para la cerveza, o…
-No le doy, porque otro día me reconoce y
a) me saluda,
b) me pide más.
No le doy (yo: sereno, sano, cuerdo, bienoliente, bien vestido y discretamente guapo/lindo).
Y no dejo de ser justo con la sociedad (¿acaso no pago impuestos para que el organismo competente se ocupe de estos mendigos?). La justicia hace el mundo más eficaz y se escribe en constituciones y códigos, incluso aparece en los presupuestos.
Unos pasos más allá reconozco la caridad de ése que siempre da sin fijarse en la justicia como yo. Él sólo da: sin justificación, sin necesidad de reconocimiento, sin esperar cualquier tipo de contrapartida.