La señora Mercedes Salisachs (Barcelona, 1916) en La palabra escrita -lo mejor que puede leer alguien que quiera meterse a escribir una novela, de lo mejor que puede leer alguien que quiera escribir bien- dice (págs. 125 y 126):
Si me preguntaran cómo surgen las novelas, contestaría que "en soledad".
La soledad, mal que nos pese a los escritores, es el primer factor que se precisa para escribir.
Generalmente es en el ámbito de la soledad donde se genera la posibilidad de aburrirse. Y nada como el aburrimiento para favorecer el despliegue multifacético del recuerdo, de las ensoñaciones, de las utopías, de lo que pudo ser y no fue, o de lo que fue y no pudo realizarse. En suma: el "aburrimiento" es el gran amigo de la imaginación y por ende de los sentimientos, de las esperanzas y también de las frustraciones y de las obsesiones: factores todos ellos capacitados para realizar, no solo historias novelescas, sino infinidad de instantes estelares que toda novela precisa para motivar al lector.
Dicho de otro modo, el exceso de "compañías", de aturdimiento o de lo que denominamos "diversiones", siempre impulsadas por el instinto o el afán de placer, castra, mutila las "ideas" y por supuesto todo aquello que nos permite "pensar".
De ahí tal vez que el escritor (inmerso en ese mundo de "vida interna") sea ante todo un ente "solitario". Nada importará que se comunique con sus semejantes; aunque él no lo demuestre, esa inevitable comunicación tendrá sólo una finalidad: acumular material para sus obras.
A veces esa acumulación se realiza sin que el escritor se dé cuenta de ello, pero cuando ya (metido en faena) se ponga a escribir, todo lo que en sus contactos con otras personas ha ido absorbiendo casi inconscientemente escapará de su inconsciencia para convertirse en conciencias imperativas y necesarias.
Con más razón aún serán asimismo imperativas sus propias experiencias: especialmente aquellas que nadie conoce, pero que para el escritor son perlas escondidas propicias a enriquecer momentos cruciales de sus textos.
viernes, febrero 29, 2008
miércoles, febrero 27, 2008
Hongos montevideanos III
Coprinus comatus, comestibles (deliciosos) mientras son jóvenes. El asunto es que envejecen (y gotean) en un día.
Subo por Brasil (Avenida) y muy cerca de la embajada española encuentro estos coprinos constreñidos entre una tipa y las baldosas, y recuerdo una historia clásica de coprinos y espionaje: en la Segunda Guerra Mundial, los nazis usaban los coprinos degradados que se convierten en una especie de tinta. Con esa tinta escribían en sus salvoconductos. Al más puro estilo C.S.I.: el salvaconducto era auténtico si contenía esporas de coprinos.
P.D.: Los coprinos, un día después.
martes, febrero 26, 2008
El perro
El cazador de madrugones, perro, escopeta en mano, morral al costado y mucha vida detrás de la perdiz (y algún tiro al pato, a la torcaz, a la codorniz, a la tortolilla, al conejo, a la liebre) comprendió que le faltaba el resuello. Madrugar no era problema, nunca tuvo el sueño pesado, pero el frío le hacía temblar en los amaneceres, la humedad del otoño se le metía hasta los huesos. Aquel día tampoco acertó un tiro, y Sol, el perro, corrió torpemente de un lado a otro, más desorientado, si cabe, por los errores del cazador.
El cazador llegó al mojón de piedras donde acostumbraba a fumar un cigarro. Allí olía a tomillo y espliego, allí al lado los estorninos tenían una fiesta escandalosa en una higuera… Para el cazador, aquel lugar estaba hecho de memoria; cuando miraba el paisaje, veía muchos paisajes acumulados de otro tiempo; veía viñedos que fueron arrancados y esparragueras convertidas en campos de cebada; veía aún los tocones carbonizados de chopos quemados al borde de la acequia; recordaba incluso un zorro negro y saltarín al que no le metió un tiro. (Aquella alimaña tenía algo divertido, algo de felicidad extraña, y no apretó el gatillo). El presente le alcanzó con el Ducados y una misión. Fumó despacio. Sol se avino a la costumbre y se tumbó a su lado. La boca abierta, la lengua colgando como una loncha de jamón cocido.
Cuando terminó el cigarrillo, el cazador se levantó, encañonó en la cabeza a Sol. Trató de no cerrar los ojos, conceder a su perro la mirada hasta el final. Disparó.
Siguió con los ojos abiertos hasta que le escocieron. Entonces parpadeó, dejó la escopeta a un lado y fue tomando las piedras del mojón para colocarlas, una a una, sobre el perro muerto. Cuando terminó, vio que sólo había trasladado un metro el mojón. Quedaba una tierra desnuda sin las piedras, el zumbido de una mosca verdosa junto al rastro de sangre.
Aquel día, de regreso a casa, el cazador dijo a su mujer:
-He matado al perro, ya estaba viejo.
La mujer comprendió el duelo del hombre y guardó un silencio respetuoso.
La hija del cazador lloró por el perro.
-¡Lo mataste!
-Sí. Estaba viejo…
-Tú también estás viejo –rugió.
-Pero yo no soy un perro, soy tu padre –la respuesta tenía una seriedad inusitada.
La mujer del cazador puso la mano sobre el hombro de su marido y le devolvió el equilibrio. La hija no comprendió que el cazador estaba herido. Él quería a su perro cazador, pero un perro cazador tiene que cazar... Y nunca hubiera consentido que otro lo matara.
El cazador no volvió a perseguir las perdices (tampoco al pato, a la torcaz, a la codorniz, a la tortolilla, al conejo, a la liebre). Desde entonces, en otoño se acercó a una palomera. Se sentía un escopetero traidor tirando plomo a las torcaces de paso, alineado como una cuenta más en el rosario de escopetas. Y solo en el campo. Y viejo en la vida.
El cazador había tenido cuatro perros. Después de Sol no habría más. Pero nunca confesaría su fidelidad al perro, porque se llora a las personas, no a los perros.
El cazador llegó al mojón de piedras donde acostumbraba a fumar un cigarro. Allí olía a tomillo y espliego, allí al lado los estorninos tenían una fiesta escandalosa en una higuera… Para el cazador, aquel lugar estaba hecho de memoria; cuando miraba el paisaje, veía muchos paisajes acumulados de otro tiempo; veía viñedos que fueron arrancados y esparragueras convertidas en campos de cebada; veía aún los tocones carbonizados de chopos quemados al borde de la acequia; recordaba incluso un zorro negro y saltarín al que no le metió un tiro. (Aquella alimaña tenía algo divertido, algo de felicidad extraña, y no apretó el gatillo). El presente le alcanzó con el Ducados y una misión. Fumó despacio. Sol se avino a la costumbre y se tumbó a su lado. La boca abierta, la lengua colgando como una loncha de jamón cocido.
Cuando terminó el cigarrillo, el cazador se levantó, encañonó en la cabeza a Sol. Trató de no cerrar los ojos, conceder a su perro la mirada hasta el final. Disparó.
Siguió con los ojos abiertos hasta que le escocieron. Entonces parpadeó, dejó la escopeta a un lado y fue tomando las piedras del mojón para colocarlas, una a una, sobre el perro muerto. Cuando terminó, vio que sólo había trasladado un metro el mojón. Quedaba una tierra desnuda sin las piedras, el zumbido de una mosca verdosa junto al rastro de sangre.
Aquel día, de regreso a casa, el cazador dijo a su mujer:
-He matado al perro, ya estaba viejo.
La mujer comprendió el duelo del hombre y guardó un silencio respetuoso.
La hija del cazador lloró por el perro.
-¡Lo mataste!
-Sí. Estaba viejo…
-Tú también estás viejo –rugió.
-Pero yo no soy un perro, soy tu padre –la respuesta tenía una seriedad inusitada.
La mujer del cazador puso la mano sobre el hombro de su marido y le devolvió el equilibrio. La hija no comprendió que el cazador estaba herido. Él quería a su perro cazador, pero un perro cazador tiene que cazar... Y nunca hubiera consentido que otro lo matara.
El cazador no volvió a perseguir las perdices (tampoco al pato, a la torcaz, a la codorniz, a la tortolilla, al conejo, a la liebre). Desde entonces, en otoño se acercó a una palomera. Se sentía un escopetero traidor tirando plomo a las torcaces de paso, alineado como una cuenta más en el rosario de escopetas. Y solo en el campo. Y viejo en la vida.
El cazador había tenido cuatro perros. Después de Sol no habría más. Pero nunca confesaría su fidelidad al perro, porque se llora a las personas, no a los perros.
lunes, febrero 25, 2008
Paul Johnson distingue el heroísmo
-¿Cómo distinguiría a un héroe hoy?
-Primero, lo reconozco por una independencia de pensamiento absoluto, que trata las verdades establecidas y el consenso con escepticismo. Segundo, por su capacidad de actuar de manera consecuente con su pensamiento. Tercero, por rechazar todo aquello con lo que los medios de comunicación nos bombardean si piensa que está haciendo lo correcto. Cuarto, por actuar con coraje, siempre sin tomar en cuenta el precio personal a pagar. No existe sustituto para esto. El coraje es la mejor y más noble de las cualidades, la única que es indispensable en el heroísmo en cualquiera de sus manifestaciones. El frutero de la esquina de casa ha cruzado nadando el Canal de la Mancha varias veces para juntar dinero para caridad. Él es un héroe.
Última pregunta y última respuesta de la entrevista de Juana Libedinski a Paul Johnson publicada en La Nación, (Argentina) y rescatada en Qué pasa (suplemento semanal de El País, de Uruguay).
-Primero, lo reconozco por una independencia de pensamiento absoluto, que trata las verdades establecidas y el consenso con escepticismo. Segundo, por su capacidad de actuar de manera consecuente con su pensamiento. Tercero, por rechazar todo aquello con lo que los medios de comunicación nos bombardean si piensa que está haciendo lo correcto. Cuarto, por actuar con coraje, siempre sin tomar en cuenta el precio personal a pagar. No existe sustituto para esto. El coraje es la mejor y más noble de las cualidades, la única que es indispensable en el heroísmo en cualquiera de sus manifestaciones. El frutero de la esquina de casa ha cruzado nadando el Canal de la Mancha varias veces para juntar dinero para caridad. Él es un héroe.
Última pregunta y última respuesta de la entrevista de Juana Libedinski a Paul Johnson publicada en La Nación, (Argentina) y rescatada en Qué pasa (suplemento semanal de El País, de Uruguay).
Reciclador
Dentro de la categoría general de hurgadores/recicladores/clasificadores (el mundo del sinónimo del basurero por cuenta propia se ha disparado en el Montevideo del siglo XXI) también hay clases. La más baja corresponde al que empuja su propio carrito, y aquí el diminutivo sí es correcto, porque la tracción humana no da para más.
Encontré uno la mañana del pasado sábado, en 21 de Septiembre y la plaza Cotilde Luisi. El hombre tiraba de carrito (no carro). Me detuve para ver cómo trabajaba. Acomodó el carrito a un lado del contenedor y sacó de una bolsa un palo rojo, el mismo modelo que usan, o usaban, los "cuidacoches" montevideanos (personas renegridas y con mirada sospechosa, que antes contaban con un chaleco y un palo rojo como distintivo; por cierto, la semana pasada vi a uno con un plumero, y a otro con una escobilla de baño).
El hombre del carrito quizá fue cuidacoches, y colocó el palo rojo para sostener la tapa del contenedor abierta.
Decidí que era un "reciclador".
Hoy las noticias dicen que se elaborará un nuevo censo de hurgadores/recicladores/clasificadores, y que, cuando esté completo, no se concederán más licencias. No creo que un censo solucione nada. Y apuesto a que de por medio se organizará una comisión de algo para terminar de no areglar nada. Y que pase el tiempo.
sábado, febrero 23, 2008
Fútbol
¿Por qué?
Las secuencia completa de imágenes aparece en www.elmundo.es, de ahí las he tomado. Estremecedor.
jueves, febrero 21, 2008
Fidel Castro, el tres veces muerto (periodísticamente)
Fidel Castro murió hace 19 meses, periodísticamente.
Los medios de comunicación desplegaron sus especiales, agotaron ese perfil con tono de balance que cierra el telón cuando muere un anciano VIP cuyo fin se espera. Los últimos años fueron prolíficos en este tratamiento periodístico: con Arafat, con Juan Pablo II, con Yeltsin, con Pinochet, con Reagan, con Sinatra... Un muerto relevante no puede tomar por sorpresa a los periodistas.
La imagen es, casi, de ciencia ficción. En las "neveras" de los ordenadores, en esos archivos donde se guarda material frío (a la espera de que se caliente por la actualidad de un cuerpo poco templado) esperan los periodísticamente muertos vivientes: García Márquez , Jean-Marie Le Pen, Nelson Mandela... Ahí tenía un archivo (en realidad, miles de archivos repartidos por el mundo) Fidel Castro, el hombre más sano de la Tierra. Pero otros sanos atletas de la historia, como Stalin, el Tarzán Johnny Weismuller o el nadador prodigioso Mao Zedong, se murieron. Quizá por eso la gente ya desconfía de la inmortalidad de los líderes inmortales, y los periodistas, que no son tan tontos como parecen por las mañanas, desconfiaron demasiado. Enfermó Fidel Castro y, mucho antes de que imitara el baile del robot con chándal, los periodistas ya quemaron las reservas del archivo de los muertos vivientes.
Fidel Castro murió hace dos días, periodísticamente.
Ahora Fidel Castro se retira. ¡Cielos! Y de nuevo los periodistas tienen que recurrir al material acumulado en los últimos meses. Los medios de comunicación, tras el despliegue pasado, se acotaron más en su etapa como gobernante, y en los últimos tiempos. Intentaron recabar información de personalidades de izquierda filocomunista o socialista en cada país. Pero la izquierda se quedó un poco mudita en Occidente. En Uruguay, por ejemplo, país exportador de vacas, no dijo ni mu.
Fidel Castro no bailará esta vez, pero su anuncio coincide con el día en que las páginas de espectáculos traen otro baile: el regreso de Thriller y Michael Jackson. ¿Azar? ¿Una cortina de humo? ¿Una estratagema de la CIA?
Fidel Castro morirá pronto: en cuerpo y prensa. Con la tercera muerte periodística se podrá mandar el archivo necrológico, por fin, a la papelera.
Fidel Castro se morirá pronto. Es uno de esos casos en los que el amante (Fidel Castro) separado de su amada (el poder) queda sin coartadas para vivir, y, ¡plof!, en dos días cae como una polilla. Cuando Fidel Castro muera..., ¿qué necrológicas, qué perfiles póstumos publicarán en la prensa?
Algunas tardes, cuando todo está dicho, incluso cuando los periodistas son listos, es complicado ser periodista...
¡Tres muertes! No hay un caso así en la historia del periodismo.
P:D.: "¡Socialismo o muerte!", la arenga. Pues va ser muerte, el destino.
Los medios de comunicación desplegaron sus especiales, agotaron ese perfil con tono de balance que cierra el telón cuando muere un anciano VIP cuyo fin se espera. Los últimos años fueron prolíficos en este tratamiento periodístico: con Arafat, con Juan Pablo II, con Yeltsin, con Pinochet, con Reagan, con Sinatra... Un muerto relevante no puede tomar por sorpresa a los periodistas.
La imagen es, casi, de ciencia ficción. En las "neveras" de los ordenadores, en esos archivos donde se guarda material frío (a la espera de que se caliente por la actualidad de un cuerpo poco templado) esperan los periodísticamente muertos vivientes: García Márquez , Jean-Marie Le Pen, Nelson Mandela... Ahí tenía un archivo (en realidad, miles de archivos repartidos por el mundo) Fidel Castro, el hombre más sano de la Tierra. Pero otros sanos atletas de la historia, como Stalin, el Tarzán Johnny Weismuller o el nadador prodigioso Mao Zedong, se murieron. Quizá por eso la gente ya desconfía de la inmortalidad de los líderes inmortales, y los periodistas, que no son tan tontos como parecen por las mañanas, desconfiaron demasiado. Enfermó Fidel Castro y, mucho antes de que imitara el baile del robot con chándal, los periodistas ya quemaron las reservas del archivo de los muertos vivientes.
Fidel Castro murió hace dos días, periodísticamente.
Ahora Fidel Castro se retira. ¡Cielos! Y de nuevo los periodistas tienen que recurrir al material acumulado en los últimos meses. Los medios de comunicación, tras el despliegue pasado, se acotaron más en su etapa como gobernante, y en los últimos tiempos. Intentaron recabar información de personalidades de izquierda filocomunista o socialista en cada país. Pero la izquierda se quedó un poco mudita en Occidente. En Uruguay, por ejemplo, país exportador de vacas, no dijo ni mu.
Fidel Castro no bailará esta vez, pero su anuncio coincide con el día en que las páginas de espectáculos traen otro baile: el regreso de Thriller y Michael Jackson. ¿Azar? ¿Una cortina de humo? ¿Una estratagema de la CIA?
Fidel Castro morirá pronto: en cuerpo y prensa. Con la tercera muerte periodística se podrá mandar el archivo necrológico, por fin, a la papelera.
Fidel Castro se morirá pronto. Es uno de esos casos en los que el amante (Fidel Castro) separado de su amada (el poder) queda sin coartadas para vivir, y, ¡plof!, en dos días cae como una polilla. Cuando Fidel Castro muera..., ¿qué necrológicas, qué perfiles póstumos publicarán en la prensa?
Algunas tardes, cuando todo está dicho, incluso cuando los periodistas son listos, es complicado ser periodista...
¡Tres muertes! No hay un caso así en la historia del periodismo.
P:D.: "¡Socialismo o muerte!", la arenga. Pues va ser muerte, el destino.
miércoles, febrero 20, 2008
El hospital materno-infantil
Montevideando, paso a menudo por la puerta del primer hospital materno infantil de Uruguay, el Pereira Rossell. Debe de ser el lugar donde más uruguayos nacen. Un lugar "rebelde" en un un país con vocación de geriátrico. Hoy he llevado la cámara a la puerta del hospital (como la lupa en la aldea gala de Asterix y Obélix).
Siempre que paso por ahí, me sorprende la mugre, las estrecheces de las mamás con sus bebés... Sólo pegaré fotos aquí, no hay tecnología (aún) para trasladar los olores.
P.D.: Clic, clic, clic...
martes, febrero 19, 2008
Fidel Costra se hace a un lado
Costra, no es una errata. No la sacó Kennedy, la caída del Muro, la descomposición de la URSS... Vamos, que ni Mr. Músculo (Don Limpio en España).
No creo en dirigentes que se empecinan en salvar al pueblo durante décadas. Pero ya se sabe cómo es eso de las creencias, y Fidel se ha perpetuado con fe en el poder.
El tiempo tiene la manía de poner a cada quien en su sitio. Y sólo ahora comprendo que Silvio Rodríguez participó como ángel en esta anunciación, cuando hace días deslizó sus críticas.
De momento, sigue el hermanísimo, Raúl, Raúl Costra, sin duda el más capacitado para seguir con la labor de Costra.
P.D.: La imagen muestra al Fidel Costra de los últimos tiempos, viejito, muy cariñoso con las visitas y ferviente defensor del chándal (jogging).
P.D.2: Por alguna misteriosa conexión mental, escribí Ramón Costra en vez de Raúl Costra.Ya está.
No creo en dirigentes que se empecinan en salvar al pueblo durante décadas. Pero ya se sabe cómo es eso de las creencias, y Fidel se ha perpetuado con fe en el poder.
El tiempo tiene la manía de poner a cada quien en su sitio. Y sólo ahora comprendo que Silvio Rodríguez participó como ángel en esta anunciación, cuando hace días deslizó sus críticas.
De momento, sigue el hermanísimo, Raúl, Raúl Costra, sin duda el más capacitado para seguir con la labor de Costra.
P.D.: La imagen muestra al Fidel Costra de los últimos tiempos, viejito, muy cariñoso con las visitas y ferviente defensor del chándal (jogging).
P.D.2: Por alguna misteriosa conexión mental, escribí Ramón Costra en vez de Raúl Costra.Ya está.
lunes, febrero 18, 2008
No es país para viejos
El sábado volví al cine. Fue No Country for Old Men, la última de los hermanísimos Coen, traducida en España como No es país para viejos (en Uruguay alguien tuvo la escurrencia de titular: Sin lugar para los débiles (?).
Disfruté. Y esta entrada será oscura, aviso.
Cormac McCarthy (mi permanente favorito al Nobel, de Literatura) estaba ahí, nada que ver con la irritante traición perpretada por Pecruz, Matt Damon y Cía en Todos los caballos bellos.
Vi ese paisaje de vaqueros desnortados en un presente incierto, donde las cosas perdieron su solidez, donde el egoísmo se impuso. Leed el argumento en otros blogs o en páginas de cine. Yo sólo me referiré a la definición de los tres personajes principales.
Llewelyn Moss (Josh Brolin), el que parece personaje principal, un joven veterano de Vietnam, cazador y presa que comete dos "errores":
1. Volver al lugar de un crimen para dar de beber a un moribundo sediento. Un error de viejo, de alguien aferrado a un viejo principio: dar de beber al sediento.
2. Detenerse a conversar con una mujer que disfruta de cerveza y piscina. Otro error de un hombre de otro tiempo.
Y los personajes con valores de otro tiempo sólo tienen dos opciones: morir o hacerse a un lado.
Como personaje dentro de una trama, Llewelyn Moss me pareció perfecto.
Javier Bardem, el asesino Anton Chighur, tiene un personaje provechoso para llenar la saca de premios: lo del peinado (Vicky el Vikingo) y el arma de aire resulta muy efectista, y lo acepto... pero al servicio del gran Tommy Lee Jones, el sheriff Ed Tom Bell.
Me inclino ante el final de la película, porque, como bien observaba mi amigo Simón, el título correcto es No es país para viejos, no el invento Sin lugar para los débiles. Y Ed Tom Bell se hace a un lado. Eso no parece un final en una película, ¡aunque puede que sea tan frecuente en la vida...!
Disfruté. Y esta entrada será oscura, aviso.
Cormac McCarthy (mi permanente favorito al Nobel, de Literatura) estaba ahí, nada que ver con la irritante traición perpretada por Pecruz, Matt Damon y Cía en Todos los caballos bellos.
Vi ese paisaje de vaqueros desnortados en un presente incierto, donde las cosas perdieron su solidez, donde el egoísmo se impuso. Leed el argumento en otros blogs o en páginas de cine. Yo sólo me referiré a la definición de los tres personajes principales.
Llewelyn Moss (Josh Brolin), el que parece personaje principal, un joven veterano de Vietnam, cazador y presa que comete dos "errores":
1. Volver al lugar de un crimen para dar de beber a un moribundo sediento. Un error de viejo, de alguien aferrado a un viejo principio: dar de beber al sediento.
2. Detenerse a conversar con una mujer que disfruta de cerveza y piscina. Otro error de un hombre de otro tiempo.
Y los personajes con valores de otro tiempo sólo tienen dos opciones: morir o hacerse a un lado.
Como personaje dentro de una trama, Llewelyn Moss me pareció perfecto.
Javier Bardem, el asesino Anton Chighur, tiene un personaje provechoso para llenar la saca de premios: lo del peinado (Vicky el Vikingo) y el arma de aire resulta muy efectista, y lo acepto... pero al servicio del gran Tommy Lee Jones, el sheriff Ed Tom Bell.
Me inclino ante el final de la película, porque, como bien observaba mi amigo Simón, el título correcto es No es país para viejos, no el invento Sin lugar para los débiles. Y Ed Tom Bell se hace a un lado. Eso no parece un final en una película, ¡aunque puede que sea tan frecuente en la vida...!
viernes, febrero 15, 2008
La necesidad de una guía
Me siento capaz de conjugar el verbo aconcaguar. (Incluso cantaría con Ander: Acon-cocogagua, acon-cocogagua, coco, coco, gua). Pero no aconcaguaré, aún. No en este verano austral.
De poco sirve referirse a la enfermedad. Espero otra ocasión futura, quizá con la ayuda profesional de la guía de la fotografia (en la cima del Bonete). Una mujer con cuajo y, hoy, con un año más, ¡felicidades!
jueves, febrero 14, 2008
Las cumbres lo merecen. (Un nuevo blog)
Montevideo, ciudad de carritos
http://www.elpais.com.uy/08/02/14/pciuda_330003.asp
El problema tiene raíces profundas (¿paternalistas?) cuando se llaman "carritos", y no carros (los 9.000 registrados y los X sin registrar). Cuando, y ésa es la experiencia cotidiana de cualquiera que se mueva por las calles montevideanas, los "hurgadores" que arrean las bestias y manejan esos carros recolectores de basura hacen y deshacen a su antojo, incumplen la ley día sí y día también, y no importa.
Son los trabajadores por cuenta propia en su versión maloliente; y no importan (mientras no molestan).
Recuerdo que los turistas que visitan Montevideo se llevan en sus cámaras más "carritos" que imágenes del Palacio Salvo o del Mausoleo de Artigas. Y no importa.
Si se busca "carritos Montevideo" en las imágenes de google, aparece en primer lugar la fotografía que he traído aquí, con su copyrigth y todo.
miércoles, febrero 13, 2008
Descarga 5: ¿Dormido o durmiendo?
Había ambientillo veraniego en la peatonal Sarmiento, la nota original la ponía una manifestación (gente de San Rafael) a favor de la televisión pública de Mendoza. Y allí estaba la televisión pública de Mendoza para filmarlo en Mendoza: un cámara con el trípode armado, una presentadora y un tipo con un bolso. Pero no filmaron el perro indolente en clara posición pre-andina. No llamaba la atención a nadie.
(Y creo que hay lugares, mucho más al norte, donde alguien, presa del pánico, hubiera hecho el boca a boca al perro. Imaginad el susto del perro al despertar).
Se ha confirmado esa especie de endemismo del sueño (hasta que se desconfirme): en las regiones cercanas a los Andes, los perros pasan casi todo el día dormidos o durmiendo con postura de muertos, en cualquier lugar.
martes, febrero 12, 2008
Ese orgullo de los dolientes
Merece la pena hacerse con la revista Ojo de pez (nº 11) dedicada a Rusia, donde muchos fotógrafos componen un magnífico reportaje visual de la Rusia contemporánea. Los comentarios de las imágenes son también excelentes.
Elijo la serie fotográfica y el fragmento de texto de Valery Schekoldin, a propósito de su labor en Beslán tras la matanza en la escuela (murieron 333 personas, de las cuales 176 eran niños).
“La indignación maduró y se elevó hasta el punto de ebullición. La juventud se comportaba de manera agresiva e incluso los niños se sentían vengadores de la patria. Al fotógrafo se dirigieron no pocas veces con hostilidad y precaución, cabalmente, ya que le veían como innecesario y espía, e incluso como un “hombre de negocios” que hace su negocio a costa de la sangre ajena.
Un mozalbete de diez años, en el funeral por su padre, asesinado en la escuela, no dejaba ni a sol ni a sombra al fotógrafo, que le parecía sospechoso, y le impedía hacer fotos. Finalmente le preguntó a bocajarro cuánto le pagaban por cada imagen, y dijo que le parecía que el fotógrafo ya había ganado suficiente y que debía irse. Ni siquiera los adultos, cuya autoridad en el Cáucaso nadie pone en duda, eran capaces de tranquilizar y hacer cambiar de opinión al muchacho. En otros entierros, chicos jóvenes con rostros taciturnos y resueltos lo dijeron claramente: ¡Aquí no se graba! Y ellos también estaban en su derecho, protegiendo el honor y la pena de su familia: en el Cáucaso Norte no es admisible manifestar dolor ante “extraños”.
Desde que leí esto y vi las imágenes de Schekoldin, respeto más a la gente del Cáucaso Norte, aunque no los conozca en persona.
Descarga 4: Hopper estaba allí (Mendoza)
lunes, febrero 11, 2008
Stamm y la necesidad de lectores cómplices
Los relatos de En jardines ajenos, de Peter Stamm (Suiza, 1963) son tristes y cuentan mucho sin contar; cuentan, eso sí, con lectores cómplices -ojo, no hace falta ser triste- para poder llegar a su plenitud.
Cuando leía “Toda la noche”, me decía: Stamm eres un cabroncete -licencias de la complicidad lectora-. Y me/se lo decía con cariño, porque las palabras de Stamm no ofrecían nada de lo que era importante, pero, a la vez, yo entendía algo sustancial.
Ahí va un fragmento del cuento citado, págs. 47 y 48.
“Estaba de pie ante la ventana y miraba hacia fuera. Incluso sin que el vuelo se retrasara, ella tardaría aún como mínimo media hora en llegar. Pero él ya estaba intranquilo. Descartaba frases que había pensado en las últimas semanas y que había repetido una y otra vez para sus adentros. Sabía que ella le pediría una explicación y sabía que no tenía ninguna. Nunca había tenido explicaciones, pero siempre había estado seguro de sí mismo.
Una hora más tarde volvía a apostarse ante la ventana. Seguía nevando, pero ahora más fuerte que antes, aquello era una auténtica tormenta de nieve. El conserje había desistido de su lucha. Todo estaba blanco, incluso el viento parecía blanco o gris claro, como el incipiente crepúsculo que apenas se diferenciaba de la blancura de los copos. Los coches circulaban despacio y con suma precaución. Los pocos transeúntes que aún había en la calle se defendían contra las arremetidas del viento.”
Cuando leía “Toda la noche”, me decía: Stamm eres un cabroncete -licencias de la complicidad lectora-. Y me/se lo decía con cariño, porque las palabras de Stamm no ofrecían nada de lo que era importante, pero, a la vez, yo entendía algo sustancial.
Ahí va un fragmento del cuento citado, págs. 47 y 48.
“Estaba de pie ante la ventana y miraba hacia fuera. Incluso sin que el vuelo se retrasara, ella tardaría aún como mínimo media hora en llegar. Pero él ya estaba intranquilo. Descartaba frases que había pensado en las últimas semanas y que había repetido una y otra vez para sus adentros. Sabía que ella le pediría una explicación y sabía que no tenía ninguna. Nunca había tenido explicaciones, pero siempre había estado seguro de sí mismo.
Una hora más tarde volvía a apostarse ante la ventana. Seguía nevando, pero ahora más fuerte que antes, aquello era una auténtica tormenta de nieve. El conserje había desistido de su lucha. Todo estaba blanco, incluso el viento parecía blanco o gris claro, como el incipiente crepúsculo que apenas se diferenciaba de la blancura de los copos. Los coches circulaban despacio y con suma precaución. Los pocos transeúntes que aún había en la calle se defendían contra las arremetidas del viento.”
sábado, febrero 09, 2008
Descarga 2: En un baño de Aeroparque (aeropuerto BsAs)
Había descargado ya lo que fui a descargar en el baño, cuando la cagué (con perdón). Pulsé la bomba de agua con dos dedos, ¡mal! Sólo puedo decir que me encontré tarde con la señal, y que, en mi proverbial ignorancia, ni sé qué peligro corrí.
Más tarde comprendí que debería retirar el flash de la cámara si hago fotografías en uno de esos baños en los que se comparten los espacios por arriba y la estampa de zapatos y pantalones caídos por debajo.
Imaginé al siguiente: quizá vio el destello del flash y luego se encontró con el cartel.
Sí..., todo esto es muy peligroso.
Descarga 1: Gatos y canguros
De nuevo en Montevideo, descargo de la cámara digital imágenes confundidas con la memoria. Hace días estuve en Buenos Aires (desde ahora BsAs) y pasé por el Jardín Botánico, en Plaza Italia, cerca del zoo y de la memoria de Borges. Siempre que veo esos gatos malcriados, gordos e indolentes del Botánico, me acuerdo de algunos textos de Borges y de su obsesión por los tigres. Pero, cuidado, no saco ninguna conclusión. Mi pensamiento viaja entonces al zoo y su contenido.
Paréntesis: pocos lugares tan ilógicos y deprimentes para alguien con cierto cariño por la naturaleza como un zoológico.
Vuelvo: pero no recuerdo los tigres del zoo, ni siquiera algún felino borgiano, sino a Pancho, el chimpancé viejo y operado que soporta algún intento de cariño imitador del que aguantaba el gorila Copito de Nieve en Barcelona.
Y los canguros. Si entro al zoo de BsAs, me acerco para ver los canguros. Si entro con alguien, siempre lo acerco para que vea los canguros.
martes, febrero 05, 2008
Gorila en San Bernardo
Las Vegas (1.900) -Georges Clooney y sus once no estaban allí- dista 15 km del refugio San Bernardo (2.800), en Vallecitos. Y desde San Bernardo, refugio, en compañía del segoviano Carlos, alcancé ayer la cruz de la cima de San Bernardo (4.114). Ved el gorila agarrado a ella en la niebla, no sabéis cómo se golpeó el pecho y cuántas flemas escupió para llegar.
Y la bajada, ¡ah, la bajada...!
Gastón se nos unió en la bajada y un error en la niebla nos empujó sin retroceso por un barranco inhóspito. Estábamos perdimos y nos jugamos la vida en un descenso de fe, contra cualquier desánimo, en medio de la niebla. Tres horas después alcanzamos una playa de morrena, me senté en una roca y les dije:
-Muchachos, ya es hora de que procreemos, y de que presionemos a nuestros hijos para ser abuelos y poder contar esta historia a los nietos.
-Sí, sí... -intentaron reír.
No podían reírse.
Yo sí. Y tosía, y escupía.
El momento de máxima emoción no fue cuando eludí un par de caídas de piedras... Lo peor llegó cuando encontré una prenda polar semienterrada entre las rocas. Caminaba contra la niebla de avanzadilla (visibilidad de unos diez metros), y pinché con el bastoncillo el textil, convencido de que allí debajo había un cuerpo. Afortunadamente no fue así, no hubiera resultado muy auspicioso para los ánimos del grupo. (Yo ya estaba preparado para taparlo antes de que llegaran).
Sólo era una prenda que se llevaría una ventolera desde la cima y que las rocas habían sepultado casi por completo.
viernes, febrero 01, 2008
Una duda resuelta
¿Norte u oeste?, me preguntaba. Será oeste. Los antibióticos cumplieron su misión: no tengo fiebre, ya no me duele la garganta al tragar. Me ha quedado, sin embargo, una cosa flemática en las vías respiratorisa que no tiene nada que ver con el tópico del carácter inglés. Sigue mi espera en Mendoza. Animada, eso sí, por la opción de una aclimatación cercana, en Vallecitos, antes de viajar definitivamente a Puente del Inca e iniciar el ascenso por los Andes.
Apuntes:
Ayer, como todos los días, llovió un rato por la tarde en Mendoza.
Ayer, tomando riesgos inusitados, cené en El Rey de la Milanesa. (No me imitéis...).
Mañana, Boca y River juegan en Mendoza un bolo de verano.
Apuntes:
Ayer, como todos los días, llovió un rato por la tarde en Mendoza.
Ayer, tomando riesgos inusitados, cené en El Rey de la Milanesa. (No me imitéis...).
Mañana, Boca y River juegan en Mendoza un bolo de verano.