viernes, noviembre 28, 2008
Sarrios
Este verano la queratinosis cegó muchos sarrios en Pirineos. Tropezaban, caían, sangraban, se frotaban los ojos a ciegas contra la hierba dura de la montaña, contra las rocas. Fueron un festín para las moscas (que transmiten la enfermedad).
Lucía y yo vimos el sarrio del vídeo el último día de agosto.
Ahora, con el frío, ya no hay moscas en Pirineos.
lunes, noviembre 24, 2008
Setas sin fotografía
Al pie de la fotografía:
El domingo 16 de noviembre, Karmele, Jesús, Lourdes E., Lourdes G., Javier y yo ascendimos a la cima de Satrústegui.
Hay otra foto que el mismo domingo renuncié a tomar. La de los pie violetas.
Por el valle de Ollo, en lenta ascensión hacia Satrustegui, recogimos setas de cardo, champiñones y pie violetas (Lepista personata o Rhodopaxillus saevus). El pie violeta es una seta que tiene algo especial para mí. La primera vez la recogí con mi padre, en el término municipal de Artajona, hace treinta años. Mi padre y yo no conocíamos la especie. Y al día siguiente, lunes, fuimos a la sociedad de ciencias Aranzadi, para que los expertos de la sección de micología nos explicaran...
Hace diez años, en el mismo lugar, Peter y yo recolectamos algunos pie violetas.
A los dos nos hacía mucha ilusión recoger setas en noviembre. Y Peter siempre me decía: "En los años buenos, salen hasta en enero".
El domingo estuve tentado de hacer una fotografía de los pie violetas. Pero no... A cambio, me permití una maldad (homenaje a Peter). Venían de frente dos seteros extraños cuando yo aceleré el paso hacia ellos. Había visto en el prado unas setas más próximas a ellos que a mí. Acerté y llegué primero. Era un hermoso corro de pie violetas. Me deleité en la suerte. Saludé a los extraños. Me arrodillé en el suelo marcando el teritorio de mi éxito. Recogí las setas morosamente. Vistas desde arriba, parecían enormes perrechicos.
P.D.: Volveré en enero.
jueves, noviembre 20, 2008
Un nombre para esta crisis económica, por favor
Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, la gente regresó a sus casas (si las tenían).
Imaginemos el diálogo:
-Hola, María. Ya estoy aquí. Ha terminado la Primera Guerra Mundial.
Claro, no dijeron que era la Primera, porque la lógica implica una Segunda (como poco) y no era momento de pedir otra guerra. (María había puesto las alubias a remojo…). A ver quién explicaba que la cosa no había hecho más que empezar, que ya se estaba cocinando la Segunda. Por eso dijeron que venían de la Gran Guerra.
-Hola, María. Ya estoy aquí. Ha terminado la Gran Guerra.
Crack de 1929, en EEUU.
No creo que John llegara a casa arruinado y dijera:
-Mary, estamos fundidos. No prepares nada de cena, que hoy ha sido el Jueves Negro.
-Sí, pues agárrate y cénate las alubias, porque después de este Crack vendrá la Gran Depresión... Y espero que te gusten las manzanas.
Ahora, con esta crisis económica que dicen horrible, líderes de más de veinte países se han juntado en Washington. Ellos saben cómo se llaman (G20, aunque no son 20, como los tres mosqueteros no eran tres), ¿pero cómo se llama la crisis? No estaría mal que avisaran. Que llamaran las cosas por su nombre.
Yo, por si acaso, cenaré alubias.
P.D.: Al final, en vez de alubias, hubo un picoteo en compañía: Francis, Ander, Xavier, Pep, Imanol y Patxi. Un poco de jamón, un poco de lomo, alguna croqueta, un poco de revuelto de hongos... Mucho buen humor.
Imaginemos el diálogo:
-Hola, María. Ya estoy aquí. Ha terminado la Primera Guerra Mundial.
Claro, no dijeron que era la Primera, porque la lógica implica una Segunda (como poco) y no era momento de pedir otra guerra. (María había puesto las alubias a remojo…). A ver quién explicaba que la cosa no había hecho más que empezar, que ya se estaba cocinando la Segunda. Por eso dijeron que venían de la Gran Guerra.
-Hola, María. Ya estoy aquí. Ha terminado la Gran Guerra.
Crack de 1929, en EEUU.
No creo que John llegara a casa arruinado y dijera:
-Mary, estamos fundidos. No prepares nada de cena, que hoy ha sido el Jueves Negro.
-Sí, pues agárrate y cénate las alubias, porque después de este Crack vendrá la Gran Depresión... Y espero que te gusten las manzanas.
Ahora, con esta crisis económica que dicen horrible, líderes de más de veinte países se han juntado en Washington. Ellos saben cómo se llaman (G20, aunque no son 20, como los tres mosqueteros no eran tres), ¿pero cómo se llama la crisis? No estaría mal que avisaran. Que llamaran las cosas por su nombre.
Yo, por si acaso, cenaré alubias.
P.D.: Al final, en vez de alubias, hubo un picoteo en compañía: Francis, Ander, Xavier, Pep, Imanol y Patxi. Un poco de jamón, un poco de lomo, alguna croqueta, un poco de revuelto de hongos... Mucho buen humor.
20 de noviembre: un cebo de palabras
“lolitas”, “boylover”, “preteens”, “girllover”, “childlover”, “pedoboy”, “boyboy”, “fetishboy” o “feet boy”.
¿Qué ves en la fotografía?
¿Qué querías ver en la fotografía?
Mira bien. ¿Ves “lolitas”, “boylover”, “preteens”, “girllover”, “childlover”, “pedoboy”, “boyboy”, “fetishboy” o “feet boy”? No, no lo creo... No sigas buscando, por favor.
(Lo tuyo no se corrige con gafas).
P.D.: La fotografía es la antecima de Satrústegui (1.205) el 16 de noviembre. Los esforzados montañeros, Lourdes y Javier.
martes, noviembre 18, 2008
Más allá de la culpa y la expiación
Releo Más allá de la culpa y la expiación, la colección de ensayos de Jean Améry (Hans Mayer) editada por Pre-Textos en 2004. No sé qué me ha devuelto a esta lectura. Tal vez el eco y las reflexiones posteriores al atentado en la Universidad de Navarra. Tal vez la ira.
Améry sangra resentimiento por una herida abierta mucho tiempo después de Auschwitz. Tengo un montón de anotaciones airadas insertadas entre las páginas del libro, pero me quedo con estas líneas (pp.155 y 156):
"No he olvidado nada, ni siquiera a esos pocos valientes con que me he topado. Están conmigo: Herbert Karp de Danzing, el soldado inválido que en Auschwitz-Monowitz me dio a compartir su último cigarrillo; Willy Schneider, el obrero católico de Essen, que se me dirigía con el ya olvidado nombre de pila y me ofreció pan; "Meister" Matthäus, el químico que el 6 de junio de 1944, con un suspiro atormentado, me djo: "¡por fin han desembarcado! Pero ¿lograremos aguantar hasta que hayan conquistado una victoria definitiva?". No me faltan buenos compañeros. Ahí estaba el soldado de la Wehrmacht de Munich, que tras la tortura en Breendonk me arrojó un cigarrillo encendido a través de los barrotes de la celda. Ahí estaba el caballeroso ingeniero báltico Elsner, el técnico de Graz cuyo nombre ya no recuerdo, que, en Buchenwald-Dora, me salvó de la muerte en un pelotón de tendido de cable. A veces me aflijo por su destino que tal vez no acabara bien."
Pero se impone el resentimiento, y luego habla de ellos como el rasguño con el que se hiere a otro en una pelea perdida.
P.D.: ¡Tantas veces los buenos, los guardianes de la bondad, no ganan! Pero ésa es la pelea.
Améry sangra resentimiento por una herida abierta mucho tiempo después de Auschwitz. Tengo un montón de anotaciones airadas insertadas entre las páginas del libro, pero me quedo con estas líneas (pp.155 y 156):
"No he olvidado nada, ni siquiera a esos pocos valientes con que me he topado. Están conmigo: Herbert Karp de Danzing, el soldado inválido que en Auschwitz-Monowitz me dio a compartir su último cigarrillo; Willy Schneider, el obrero católico de Essen, que se me dirigía con el ya olvidado nombre de pila y me ofreció pan; "Meister" Matthäus, el químico que el 6 de junio de 1944, con un suspiro atormentado, me djo: "¡por fin han desembarcado! Pero ¿lograremos aguantar hasta que hayan conquistado una victoria definitiva?". No me faltan buenos compañeros. Ahí estaba el soldado de la Wehrmacht de Munich, que tras la tortura en Breendonk me arrojó un cigarrillo encendido a través de los barrotes de la celda. Ahí estaba el caballeroso ingeniero báltico Elsner, el técnico de Graz cuyo nombre ya no recuerdo, que, en Buchenwald-Dora, me salvó de la muerte en un pelotón de tendido de cable. A veces me aflijo por su destino que tal vez no acabara bien."
Pero se impone el resentimiento, y luego habla de ellos como el rasguño con el que se hiere a otro en una pelea perdida.
P.D.: ¡Tantas veces los buenos, los guardianes de la bondad, no ganan! Pero ésa es la pelea.
viernes, noviembre 14, 2008
“El arte no tiene precio” (Moratinos)
Moratinos aparece en los papeles como ministro de Asuntos Exteriores, pero yo lo tengo como el ministro panda del gobierno español. Moratinos ha dicho a propósito de la obra estalactítica de Barceló en Suiza: “El arte no tiene precio”.
Que se lo pregunten a Mikel Barceló.
Que pregunten en Sotheby’s.
Los heridos de nuestra guerra
Son los nuevos tullidos. Hasta hace poco sólo los veíamos en las revistas del colorín, en el cine y en la televisión. Pero ayer encontré una mujer herida en la calle: los pechos saltones, la mirada tensa y extraviada en los párpados, los labios como si los hubiera golpeado/macerado Rocky Balboa. Pasé de largo. Y me acordé de san Francisco de Asís: él la hubiera besado.
Ese encuentro (no es el primero) me hizo reflexionar.
Antes, las guerras dejaban ausencias: faltaban piernas, brazos, ojos… Ahora la guerra también deja ausencias (grasas y pedazos de nariz, sobre todo), pero no faltan presencias (silicona, sobre todo). Debimos comprenderlo pronto, cuando estiraron las pieles como panderetas. Eso cambió algunas miradas. Y cambiar la mirada a una persona es el principio de la extinción de una personalidad. El caso iniciático de Sara Montiel provocó comentarios agudos (“Cuando abre la boca, se le cierra el culo”) hoy acallados en la normalidad.
Pero no quisimos ver la guerra.
Las escarificaciones, las anillas en los cuellos, los platos en el labio inferior eran cosa de National Geographic. El relato de las fracturas provocadas en las piernas para ganar unos centímetros sonaba a cuento chino, como los pies vendados y reducidos de las niñas; el regalo paterno de una cirugía para los hijos con la mayoría de edad, a materialismo galopante estadounidense (¡arre, arre!). Entretanto, nosotros plegamos orejas, padecimos “vegetaciones”, enrejamos los dientes, conocimos mujeres a dieta desde que tenían uso de sinrazón. Era por aerodinámica, era por salud… Ahora, por la calle, se ven mujeres divididas, con una especie de esquizofrenia pectoral; las tetas tienen vida propia, de modo que la mujer (al margen de su genitalidad) va por un sitio y sus siliconas por otro. Los rostros quedan paralizados por el bótox, como si les hubiera acertado en el morro el cierzo de noviembre. Los labios se desbordan. Los tocinos por fin tienen relación con la velocidad: la del bisturí. Sobran las costillas falsas, ¡fuera hipocresías! (aunque haya reconstrucciones de himen).
¿Dónde está el límite entre el adorno y la herida? ¿Cuándo se pasa de los afeites al corte o al implante? Lentillas de colores, bronceados de sandwichera, implantes de cabello, láser para achicharrar pelos insidiosos, clavos y aretes en los lugares más insólitos de la piel… La pintura indeleble de los tatuajes, por ejemplo, era cosa de chulos (proxenetas), putas marcadas contra su voluntad, legionarios, mahoríes, marineros y piratas. Pero ahora el tatuaje es grafitti: una bruja montada en escoba, un símbolo del zodiaco, la lengua de los Stones, una flor, una mariposa, una araña… sobre la piel del templo personal. La versión íntima y contemporánea de los frescos de antaño (estaba pensando en la Capilla Sixtina).
Sí, he escrito “templo”. Se hace cualquier cosa por la apariencia del cuerpo, la obra de arte en la que volcamos nuestro esfuerzo. Asusta hablar del cuerpo como un templo, precisamente en este año paulino, y ésa, creo, es la realidad de esta guerra de las miradas elementales que no saben ir más allá del cuerpo: es nuestra guerra santa. Estrechado el campo del espíritu, ensanchamos el del cuerpo. Se combate en suelo sagrado, el cuerpo de cada uno, lo más.
Hablaré desde ahora de cuerpos templarios, no de tullidos.
Ese encuentro (no es el primero) me hizo reflexionar.
Antes, las guerras dejaban ausencias: faltaban piernas, brazos, ojos… Ahora la guerra también deja ausencias (grasas y pedazos de nariz, sobre todo), pero no faltan presencias (silicona, sobre todo). Debimos comprenderlo pronto, cuando estiraron las pieles como panderetas. Eso cambió algunas miradas. Y cambiar la mirada a una persona es el principio de la extinción de una personalidad. El caso iniciático de Sara Montiel provocó comentarios agudos (“Cuando abre la boca, se le cierra el culo”) hoy acallados en la normalidad.
Pero no quisimos ver la guerra.
Las escarificaciones, las anillas en los cuellos, los platos en el labio inferior eran cosa de National Geographic. El relato de las fracturas provocadas en las piernas para ganar unos centímetros sonaba a cuento chino, como los pies vendados y reducidos de las niñas; el regalo paterno de una cirugía para los hijos con la mayoría de edad, a materialismo galopante estadounidense (¡arre, arre!). Entretanto, nosotros plegamos orejas, padecimos “vegetaciones”, enrejamos los dientes, conocimos mujeres a dieta desde que tenían uso de sinrazón. Era por aerodinámica, era por salud… Ahora, por la calle, se ven mujeres divididas, con una especie de esquizofrenia pectoral; las tetas tienen vida propia, de modo que la mujer (al margen de su genitalidad) va por un sitio y sus siliconas por otro. Los rostros quedan paralizados por el bótox, como si les hubiera acertado en el morro el cierzo de noviembre. Los labios se desbordan. Los tocinos por fin tienen relación con la velocidad: la del bisturí. Sobran las costillas falsas, ¡fuera hipocresías! (aunque haya reconstrucciones de himen).
¿Dónde está el límite entre el adorno y la herida? ¿Cuándo se pasa de los afeites al corte o al implante? Lentillas de colores, bronceados de sandwichera, implantes de cabello, láser para achicharrar pelos insidiosos, clavos y aretes en los lugares más insólitos de la piel… La pintura indeleble de los tatuajes, por ejemplo, era cosa de chulos (proxenetas), putas marcadas contra su voluntad, legionarios, mahoríes, marineros y piratas. Pero ahora el tatuaje es grafitti: una bruja montada en escoba, un símbolo del zodiaco, la lengua de los Stones, una flor, una mariposa, una araña… sobre la piel del templo personal. La versión íntima y contemporánea de los frescos de antaño (estaba pensando en la Capilla Sixtina).
Sí, he escrito “templo”. Se hace cualquier cosa por la apariencia del cuerpo, la obra de arte en la que volcamos nuestro esfuerzo. Asusta hablar del cuerpo como un templo, precisamente en este año paulino, y ésa, creo, es la realidad de esta guerra de las miradas elementales que no saben ir más allá del cuerpo: es nuestra guerra santa. Estrechado el campo del espíritu, ensanchamos el del cuerpo. Se combate en suelo sagrado, el cuerpo de cada uno, lo más.
Hablaré desde ahora de cuerpos templarios, no de tullidos.
lunes, noviembre 10, 2008
Balerdi
Si tuviera que elegir una montaña guipuzcoana, me quedaría con Balerdi.
-Porque es navarra.
-Porque para subir a la cima, en realidad, hay que bajar a la cima.
-Porque tiene un pasito donde algunos caminan como garrapatas. Sensaciones "alpinas".
-Por las vistas.
-Por los recuerdos de otras ascensiones y la gente con la que compartí esa cumbre.
El domingo reincidimos. Álvaro, su hermanísimo Fernando y yo.
Pie azules con jamón de Jabugo y tomillo fresco
El sábado, Lourdes y yo recogimos setas en la sierra de Leire: rovellones, pie azules, zizas... Pero lo más abundante eran las Cantharellus lutescens. Ayer miré en un libro en busca de una palabra común para no parecer un personaje de Astérix y Obélix. Encontré "angula de monte", y me quedé encantado.
El la parte alta de la sierra, al sol, cocinamos un buen lote de pie azules: las setas, aceite de oliva, sal, tomillo recién recogido y jamón de Jabugo cortado en pequeños trocitos. Hay que dejar que las setas suelten su líquido, que se cuezan lentamente. Están listas cuando ha mermado el líquido y empiezan a dorarse, unos diez minutos.
Un gusto.
P.D.: En la fotografía, Lourdes con unas zizas en el hayedo.
viernes, noviembre 07, 2008
La suerte
Una señora saluda a la amiga de mi madre, las tres mujeres charlan en la calle.
-Ya me he enterado -dice la señora-, ¡qué suerte tu hijo, tan joven y ya juez!
-Suerte no, trabajo -responde la señora cortante.
Mi madre se queda callada.
Unas calles de paseo después, la madre del juez le dice a mi madre.
-Estoy harta de que me digan lo de la suerte. ¿Suerte? Mi hijo no ha tenido la juventud de un joven normal. Primero la carrera y el trabajo, después tres años encerrado, estudiando como un monje. No sabes qué rabia me da cuando hablan de suerte.
P.D.: ¿Ves, mamá?, ¡cuántos enojos te he evitado yo con mi juventud disipada/al pedo!
-Ya me he enterado -dice la señora-, ¡qué suerte tu hijo, tan joven y ya juez!
-Suerte no, trabajo -responde la señora cortante.
Mi madre se queda callada.
Unas calles de paseo después, la madre del juez le dice a mi madre.
-Estoy harta de que me digan lo de la suerte. ¿Suerte? Mi hijo no ha tenido la juventud de un joven normal. Primero la carrera y el trabajo, después tres años encerrado, estudiando como un monje. No sabes qué rabia me da cuando hablan de suerte.
P.D.: ¿Ves, mamá?, ¡cuántos enojos te he evitado yo con mi juventud disipada/al pedo!
miércoles, noviembre 05, 2008
Ya está
Ahora lo puedo decir:
Obama no es negro, porque sus padres (biológicos) no son negros.
Me revienta que alguien diga o escriba afroamericano. ¿Hay "moroamericanos", o "afrikaneramericanos"?
(Sólo me fastidia más la palabra latinomericano).
Obama es presidente y mulato. Y su nueva frontera ha sido "el cambio", una reconquista interna.
P.D.: Racismo y desequilibrio. El 95% de los negros ha votado a Obama. Todo bien, no hay problema. ¿Qué hubiera pasado si el 95% de los blancos hubiera votado a McCain? Ya imagino las acusaciones racistas...
Obama no es negro, porque sus padres (biológicos) no son negros.
Me revienta que alguien diga o escriba afroamericano. ¿Hay "moroamericanos", o "afrikaneramericanos"?
(Sólo me fastidia más la palabra latinomericano).
Obama es presidente y mulato. Y su nueva frontera ha sido "el cambio", una reconquista interna.
P.D.: Racismo y desequilibrio. El 95% de los negros ha votado a Obama. Todo bien, no hay problema. ¿Qué hubiera pasado si el 95% de los blancos hubiera votado a McCain? Ya imagino las acusaciones racistas...
lunes, noviembre 03, 2008
La figura ausente
Hay barbaries grandes y pequeñas. También la pequeñas duelen.
La cumbre del Txindoki ha sufrido el vandalismo de algún imbécil. Se han llevado la figura que veis en la fotografía.
(La noticia se publicó ayer en El Diario Vasco).
No es algo casual, hace poco más de una semana vi el buzón de Artzanburu arrancado de su cima. Es una casita de hormigón con una rana de hierro atornillada en su interior. Había que esforrrrrzarse para arrancarla y tirarla a un par de metros. También nos costó a Christine, a María y a mí recolocarla.
P.D.: Patxi llega a la cima de Txindoki (diciembre de 2006).