
Los nombres de algunas montañitas vascas tienen su misterio. El Onyo u Onddo, por ejemplo.
El último domingo,
Patxi y yo subimos al Onyo (nosotros decimos así...). Caminamos sobre el enmoquetado de dos dedos de nieve que amortiguaba las pisadas en la tierra congelada. Luego subimos a la antecima del Adarra, por el este, y descendimos hasta Besabi por una pista.
Todo esto, que suena a dialecto mandarín para tantos, debería estar ilustrado con la foto del buzón que corona la cima del Onyo (redondeada como un hongo). Onyo = Hongo, fin del misterio de la primera línea. El buzón es una camita de aluminio. Como la cámara digital se resistía a trabajar con el frío, hoy he buscado en google y entre los muchos Onyos raros, casi todos japoneses, me quedo con ésta.
Ella era el único "Onyo" que comía.