lunes, agosto 27, 2012

Punta Zarre (2.947) y la leyenda (creciente) del lanzador montañero

El lanzador montañero por la normal de Punta Zarre, ante dos ibones de Pecicos y la Gran Facha a la sombra.
 "Es fácil", oí al jubilado que se marchaba después de viaje a Nepal. Y también lo oyó Pepe, uno de los guardas del refugio de Bachimaña, que fue al día siguiente. Y Pepe me dio más detalles, pero también me dijo: "Es fácil".
La Punta Zarre.
A ver..., la Punta Zarre no es fácil. Otra cosa es cómo crecen algunas montañas cuando las califican con niveles de dificultad, que si II, que si II+, que si Bastante Difícil (BD) superior, que si expuesta, que... La mires por donde la mires, la Punta Zarre se agiganta en la imaginación. En ese sentido, tenían toda la razón, "es fácil"; pero siendo subjetivamente objetivo, u objetivamente subjetivo, no lo es.
Patxi y yo salimos la mañana del 21 de agosto del refugio de Bachimaña, tomamos la ruta balizada que asciende hacia el collado de Marcadau o de Panticosa. Poco antes de llegar al collado, junto al ibón del Pecico inferior seco, cambiamos de sendero, llegamos hasta el ibón represado de Pecico, cruzamos el dique y seguimos por la orilla sur hacia nuestro objetivo a la vista. Ese valle escondido es uno de los lugares más hermosos de Pirineos (en un día con sol): Picos de Marcadau, Falise, Facha... y ¡Punta Zarre! Cometemos el error de dar batalla previa al canchal subiendo por la orilla izquierda (sur). No queda más que ascender una incómoda pedrera y alcanzar en la izquierda, en la base de esa pedrera, una casi chimenea oblicua que asciende más de 200 metros de desnivel hacia la derecha y termina (vista en la distancia) entre la segunda y la tercera punta del perfil de Punta Zarre.
La ascensión exige meter las manos, ser prudente con la caída de piedras y disfrutar de los espacios "abiertos" (sobre todo, hacia abajo). No es una ascensión para brazos blandos, roca mojada o vértigo.
Un consejo: para alcanzar la base de la pedrera, subid por la orilla derecha de los dos ibones superiores de Pecico.


 Y esta crónica llega ahora al título, porque Patxi, cuando no quedan ni 30 m de desnivel para la cima (segunda cruz roja en la fotografía), decide renunciar, como uno de esos lanzadores con potencia para ganar en la meta ciclista que se hacen a un lado. Insisto ("¡Vamos!") pero subo en solitario y termino nuestro sprint. Cuando bajo de vuelta aquellos metros, me lo encuentro victorioso. Y no sé por qué me acuerdo de Robert Mitchum, cuando entregó en el Festival de San Sebastián el Premio Especial del Jurado y dijo al ganador una lindeza más o menos como ésta: recuerda que hoy eres el ganador, pero por eso no eres el mejor.
Y ahí está Patxi, mejorando.
Bajamos mucho más sueltos que en la ascensión. Cedo a la tentación y digo que es un chimenea "fácil". El lanzador montañero ya ha hecho lo difícil.
Descenso tras la cima (la tentación de lo "fácil"...). Fotografía de Patxi.
Vía normal por la chimenea oblicua a Punta Zarre. Primera cruz: fin de la pedrera. Segunda cruz: después de dejar la fisura por la que se venía subiendo y entrar a la derecha (dos hitos), parada de Patxi. Tercera cruz: cima. Fotografía de Patxi.
Aquí (basta un clic) hay una mirada con giro, con vuelta, con tour (como queráis) desde la altura en vez de la foto finish:

viernes, agosto 24, 2012

Memorias de un tramposo


Encuentro en la lectura de Memorias de un tramposo de Sacha Guitry (San Petersburgo, 1885 - París, 1957) el vínculo con otras lecturas (me dan ganas de añadir rusas: desde Gogol, Bulgákov... hasta los más cercanos Dovlátov, Kurkov, Pelevin...). Es algo que tiene que ver con la escritura rápida de Guitry, que corta a cuchillo los párrafos, tiembla inseguro en las descripciones de tipos, brilla en las paradojas y en los dobles sentidos, alegra la lectura con el adjetivo justo, con inteligencia, con humor y, sobre todo, despliega una voz narrativa que bien merece el calificativo de tramposa. Esta novela con tono de testimonio relata la vida de un tramposo contada por el tramposo mismo, con lo que eso significa: ¿no estará haciendo trampa esa voz desde el principio?
(Alguien escribirá algo de matriuskas.)
La voz narrativa que Guitry pone en boca del tramposo es tan seductora, tan eficaz, que esta novela breve ambientada en el primer tercio del siglo XX puede parecer una exaltación de la fullería vital, pero otra lectura hace pensar en el niño de doce años que pierde en el primer capítulo a su familia por una intoxicación de setas (¡once muertos once! al llegar a la cuarta página, un primer capítulo con un sprint narrativo imposible de mantener); el clásico adoptado infeliz en una familia lejana (esto ya lo dejó resuelto Dickens); el adolescente que sobrevive gracias a su trabajo como botones, y a su picardía...; el parisino de adopción; el deslumbrado por Mónaco (maravillosa descripción sembrada de valoraciones del Principado); el fugaz soldado de la Gran Guerra; el crupier en Mónaco; el tramposo rico; y la caída (lo más bajo para un tramposo): su conversión en jugador.
Un gustazo que conviene agradecer a la editorial Periférica; y a Pilar, que me prestó el libro.

P.D.: Pienso releer El jugador de Dostoievski. Nada que ver.

Pico de Pondiellos (2.917), Arnales (3.002) , Infiernos (3.076, 3.082 y 3.073): Etapa reina (madre)

Inicio del descenso infernal.
Porque madre no hay más que una... y porque, después de calificar como "reina" la etapa anterior en la misma zona, dos reinas tan juntas sólo se ven en bodas de príncipes, en funerales de reyes, en desfiles de moda o en los tableros de ajedrez. Etapa reina madre porque queríamos reunir Pico de Pondiellos, Arnales y los tres Infiernos.
Ayer tormenta, hoy sapo (con handicap digital). Príncipe en potencia. Fotografía de Patxi.
 Esta vez Patxi y yo tomamos precauciones para evitar el primer ascenso de la vía normal que sube del balneario de Panticosa al collado de Pondiellos. La víspera nos fuimos a dormir al nuevo refugio de Bachimaña. Esa ascensión nos elevó 550 metros después de una tormenta. Desde Bachimaña (2.200) queríamos seguir la ruta de acceso que han sembrado de mojones los guardas del refugio y que pasa por el ibón de Arnales. La gran ventaja es la altura ya tomada.

La mañana es soleada y humeda. Pasamos por el ibón de Arnales (2.305) admirados por el camino que aún no es camino (necesita la perseverancia de vuestros pasos) y enlazamos con la vía que asciende de la Mallata Alta (unos cien metros más arriba de esa mallata o majada). Seguimos por el camino al que ya atribuimos una toponimia particular. El hito clave en la subida es lo que llamamos el Campamento de Gnomos, una zona de grandes bloques que ofrecen pequeños refugios en caso de tormenta (un día pasamos por ahí cuando amainaba la tormenta y empezó a salir gente de los agujeros). En el collado de Pondiellos (2.812) miramos la cumbre de Pondiellos. Cima (2.917).

Pico Pondiellos ante Garmo Negro.
 Bajamos al cuello de Saretas (2.834) y nos caen unas gotas de lluvia. Así, como para desanimar. El amago de tormenta dura lo que tardamos en ponernos las capas y hacer tres fotografías. Enfilamos hacia el collado que separa Infiernos de Arnales y en una subida fácil coronamos Arnales (3.002).

Encaminado hacia Arnales.
En la cima de Arnales, con la Punta Zarre sobre la mochila... Un presagio. Fotografía de Patxi.
 Vuelta a descender y a elegir la vía de acceso a los Infiernos. La canal clásica, sin nieve, no se ve muy auspiciosa para la subida, cualquier piedra desprendida se convierte en una trampa. ("A partir de la mitad del verano habrá que evitarlo y escalar la cara S, por su izquierda, constituida por una sucesión de resaltes poco difíciles pero bastante impresionantes a lo largo de una altura de 150 m y, sobre todo, cubiertos de piedras inestables que están pidiendo que se les arroje sobre los compañeros", Miguel Angulo, Pirineos II). Tomamos la subida de la izquierda, en paralelo a la canaladura, que Patxi sabe valorar en su justa medida (conversión de medidas montañeras), quizá más precisa que la Escalada PD inf. expuesta de Miguel Angulo. (No reproduciré aquí la valoración de Patxi).

Trepada a los Infiernos.
En el Infierno Oriental.
Llegamos al primer Infierno, el Oriental (3.079) y me aguanto el calificativo (dantesco). Subimos al cercano segundo Infierno, el Central (3.082). Vienen dos montañeros franceses, hombre y mujer, y la tormenta. Los cendales de agua cubren Midi Ossau y se desplazan hacia el Oeste, hacia Balaitús. También se ve cómo otra tormenta más cercana descarga en la Pala de Ip y se extiende hacia el embalse de Escarra. Entonces vemos cómo la tormenta sigue el rumbo que pasará por el circo de Piedrafita y nos evitará la bajada por la marmolera mojada. Confiamos en ese futuro marcado por los vientos.

Acomodo en el Infierno Central.
Marmolera superada hacia el Infierno Occidental. Fotografía de Patxi.
Infierno Occidental, ante Tebarray, Frondiellas y Balaitús.
 Así que, sentados en la cima del Infierno, disfrutamos la pausa y el refrigerio. Acompañamos a la pareja francesa, que no conoce el descenso y carga mochilones con tienda de campaña. Infierno Occidental (3.073). Bajamos disfrutando de las vistas de la caída de las marmoleras.

Bajada por la clásica vía de las marmoleras.
En el collado del Infierno (2.722) decidimos otra parada de aceptación, resumen, asimilación... Queda aún pasar por los ibones Azules y acometer la ruta de los Boy Scouts (otro bautismo topográfico), un pequeño infierno de tobogán cuando se acumula el esfuerzo.
En el refugio de Bachimaña estamos cansados y contentos. En dos lunes consecutivos hemos cerrado un episodio abierto en septiembre de 2001, cuando Lucía, Patxi y yo ascendimos por la tarde al Infierno Occidental desde el balneario de Panticosa para bajar de noche (sin frontales). Una serie de ascensiones entre las que recordamos mucho la invernal del Garmo Negro en diciembre 2006, cuando Javier, Patxi y yo también bajamos de noche al balneario...
Este 20 de agosto de 2012 tenemos tiempo de sobra para la ducha, un aperitivo, agotar las existencias lectoras de National Geographic antes de la puesta de sol, antes de la cena. A dormir. A soñar.

jueves, agosto 16, 2012

Peter, pasan los años

Peter, ya pasaba hace un lustro, pero cada año es más llamativo esto de que nadie se vea viejo (y si se ve se lo calla, porque sabe que no hay que comentar esas cosas...). La "tercera edad" sale de la curva, ras, cambia a cuarta, y meterá quinta o sexta porque marchamos alegres como deportivos. Esto me hace pensar en que tienes que ver TopGear en la televisión... (lo que nos hubiéramos reído comentándolo) y en que la fuente de la eterna juventud ya gotea del grifo en nuestras casas, debe de ser algo que ponen como el cloro. Ya nadie se deja impresionar por los límites de esas tarjetas joven que te ofrecen descuentos sólo hasta los 25 años, ni porque los bancos y cajas de ahorros te consideren joven hasta los 30, o porque en el mundo de las letras seas un pimpollo hasta los 35. La minifalda a los 40 dejó de ser un problema (excepto si me la embuto yo) y no hay que ser argentina para llevar una melenaaaaaaza rubia a los 50, o insersado para discotequear a los 60.
"Viejos son los trapos", ¿te acuerdas? Y los ancianos de toda la vida están en trance de extinción (muriéndose de viejos), pero desde que te fuiste han cambiado algunas cosas. Ha triunfado el cómic y la película Arrugas, que te habrá gustado, pero no sé si te has fijado, ahora los sacan de los asilos, porque con su exigua pensión mantienen a la familia en paro, aunque, eso sí, por la calle, a los inválidos sólo los pasean sudamericanos. Es extraño, las palomas tan dadas a las señales de esperanza desde los tiempos de Noé, han abandonado los bancos (muebles, no entidades financieras), viven de los jóvenes y del maná de sus vómitos de botellón. Qué contraste con las aves de Félix Rodríguez de la Fuente: siguen volando en la rerreposición de La 2. (La paloma zurita en los torcales, presa habitual de una rapaz rupícula como el halcón -toma el aliento antes de exhalar- ¡peregrino!).
Las chicas de oro, ¡chicas!, eran unas precursoras y no nos dimos cuenta. Porque ya no eres viejo, tienes juventud acumulada. Y yo que tú yo que tú ya no me moriría... creo que voy a sumarme, Peter, ¿y si me comporto en esta vida como un inmortal? Tengo que ensayar el gesto desdeñoso y  mirar mis fotografías, que no me hacen justicia (obvio), como si fueran sucedáneos del retrato de Dorian Gray. ¿Que lo de inmortal no lo ves claro? Mira que estoy dispuesto hasta a luchar contra las letras del Dúo dinámico: "Jóvenes, éramos tan jóvenes...". ¿Cómo que "éramos"?
Debería borrar los tres párrafos precedentes. Calentamiento y divertimento. Tú lo sabes requetebien, cómo nos divertían estos pedaleos, por eso los dejo ahí antes de contarte lo que de verdad importa. Que el 12 de agosto me acordé de ti en la cima de una montaña. Pensé en esa escena que inspiró una novela inacabada de Camus. La del hijo que se planta ante la tumba del padre. El padre enterrado es más joven que el hijo vivo sobre esa tierra. Y, sí, ni tú fuiste mi padre ni he alcanzado aún la edad de tu muerte. Pero tiempo al tiempo; además, nunca nos gustaron demasiado los números redondos, ¿verdad?
Será el futuro... Y así pasan los años, cinco.

Aguja de Pondiellos (3.011), Garmo Negro (3.051), Algas (3.033), Argualas (3.046)

Crestear era esto. Tramo final de ascenso a Garmo Negro tras superar la Aguja de Pondiellos.
PROLEGÓMENOS
El gran Patxi había permanecido este verano apirenaico; o sea, sin Pirineos (físicamente) pero con el pensamiento elevado en algunas cimas. Y mientras otros disfrutaban coleccionando cumbres, él, como un héroe, había caminado de casa al trabajo y del trabajo a casa, había sudado en exploraciones guipuzcoanas (1, 2 y 3, 4), había tenido que renunciar a la clásica jornada de San Ignacio. El viernes 10 de agosto (día de Todos los Sofocos)  hablé con él por teléfono para decirle que iba a Pirineos sábado y domingo (otra vez), mientras él trabajaba, y que el lunes estaba a su disposición (imaginaba alguna ruta de exploración guipuzcoana). Entonces me sorprendió: "Voy el domingo a dormir al balneario de Panticosa y el lunes subimos algo... He pensado en el Argualas". "Como tú quieras, Patxi."
Llegó al refugio de la Casa de Piedra justo a tiempo para la cena (ensaladilla rusa, ensalada, lomo de cerdo y helado), sonriendo picarón, me habló de unas anotaciones que miraríamos por la mañana, que Pondiellos, que... Había tomado el mando y, tras la cena, recordó al conde Henry Russel cuando regresó de la primera ascensión de Garmo Negro en 1876: "A nuestro retorno sorprendimos, por la rapidez de nuestro descenso por las grandes nieves, a los españoles de aspecto digno y orgulloso, que, en Panticosa, pasan el día entero haciendo una cincuentena de veces; delante del hotel, ¡el mismo medio kilómetro! Es cierto que tienen aspecto de enfermos, salvo en la cena. Entonces, la rapidez de sus movimientos es algo prodigioso. Sus mandíbulas parecen competir, y funcionar espasmódicamente. Es como una vibración. A pesar de su indolencia, el español está siempre agitado. ¡Qué grandes palabras pomposas están inscritas sobre los Baños! ¡¡¡Inhalacion, Pulverisacion, Administración!!! [sic.]" Desgraciadamente, me dije, al observar todo eso y a los enfermos, qué triste es que una gran parte del género humano esté interesada en que el otro esté enfermo."
Así que, con gesto digno y orgulloso, salimos a caminar medio kilómetro por el entorno del balneario.

ASCENSIÓN ANTE LOS INFIERNOS
El lunes 13 empezamos a desayunar a las seis y media y salimos tranquilos del refugio a las siete y venticinco. Día despejado, fresco, con la primera parte de la ascensión a salvo del sol por las sombras de las montañas: Mallata Baja, Mallata Alta... Alcanzamos el collado de Pondiellos y nos encontramos con dos grupos de montañeros. Uno va hacia Infiernos, el otro fuma recostado. Nosotros hacia la Aguja de Pondiellos.


 La ascensión presenta primero una canaladura que sube un poco hacia la izquierda, después, con vistas al estanque del balneario, se pasa por una zona de roca pelín descompuesta y se alzanza una cresta con vistas preciosas, hay que meter las manos aquí y allá para progresar sin problemas con la roca seca.

Cresta de altos vuelos ante los ibones de Pondiellos y los Infiernos.
 Alcanzamos casi por sorpresa la cima de la Aguja de Pondiellos (3.011) y encontramos a tres montañeros catalanes que han vivaqueado en los ibones de Pondiellos y también suben hacia Garmo Negro.
Aguja de Pondiellos. Vignemale, balneario y hasta Tablato en lontananza.
Desde la Aguja de Pondiellos, se e Garmo Negro "habitado".
 Por cortesía montañera, y para evitar el peligro de la caída de piedra, esperamos a que salven ellos en primer lugar  la pared "tumbada" que es preciso salvar para llegar a la cima de Garmo Negro.

 1. El trío baja, la vía de subida es el estrato marrón más ancho, con manchones de hierba. 2. El trío sube ante la mirada de Patxi. 3. Un detalle de la ascensión.

 Último repecho de la pared "tumbada", ante la pared de la Aguja de Pondiellos.

 HACIA LA ETAPA REINA DEL 2012
En la cumbre de Garmo Negro (3.051) seguimos la sesión fotográfica, recordamos otros "Garmos" (Juan Pablo, Paco, Javier, Asun, Karmele, Lourdes, Pilar...), y recalibramos los objetivos. ¿Algas y Argualas?

La felicidad era esto. Cima de Garmo Negro. Al fondo, Infiernos.
Cima de Garmo Negro. Al fondo, Vignemale.
 Superado el primer tercio de la bajada (pedriza fina, penosa) de Garmo Negro, justo donde la senda dibuja la primera gran zeta, conviene enfilar hacia la derecha, hacia la cresta, así se baja sin tener que recuperar el terreno cuesta arriba después hacia Algas.

Entrecimas. Punto intermedio entre Garmo Negro y Algas.
Algas a tiro.
El trío catalán y otros dos montañeros más coincidimos en las cimas de Algas Norte (3.032) y Algas (3.033).
Algas Norte.
Algas.
 Y, casi en grupo, nos dirigimos hacia Argualas. Un breve destrepe tras la cima de Algas y por la parte alta de la pedriza, al pie de la cresta, se avanza con poco desnivel hasta el tramo final de Argualas, donde, de nuevo, hay que ayudarse un poco de las manos para superar un par de pasos y alcanzar la cima (3.046). Qué recuerdos... (1, 2).

Cima de Argualas. Basta un clic para ver la senda polvorienta de la vía normal a Garmo Negro.
 La pega tras el atracón tresmilesco es la bajada: más de 1.400 metros desde Argualas hasta el balneario, para variar un poco la ruta (esa tendencia hacia la circular...) nos metemos por "el tubo" hasta la Mallata Alta. Luego, al trote cochinero, llegamos a la Casa de Piedra. Cinco de la tarde, no caminamos medio kilómetro más, señor conde.

EL REGRESO
En el Forfi, de vuelta, escuchamos éxitos de Elvis Presley (Elvis, cuanto más gordo, goteante, encorsetado, disfrazado de héroe de Marvel o Lord Byron y derrotado..., ¡mejor!), en parte porque no había otro CD. La Aguja de Pondiellos merece este tema glorioso, escuchadlo y vedlo hasta el final, por favor. Nosotros lo oímos dos veces.

P.D.: Patxi subió tres litros de agua, yo dos.

Tablato Piniecho (2.701)

Una montaña perfecta para los que empiezan a tomar confianza en las cimas pirenaicas. Se parte desde el balneario de Panticosa (1.636) y se asciende siguiendo el zigzagueo de la GR11 hasta el ibón de Brazato. Desde allí, en vez de seguir hacia la derecha por la GR, se salvan los dos diques del ibón embalsado por la derecha: el primero con pasarela, el segundo con equilibrio (o aprovechando cuando las aguas están bajas, por la orilla). Se sigue la loma hasta el pie del pico, se dejan a la izquierda las dos cimas de Brazato y se sube por una cresta fácil, emocionante. La cima suma 2.701 metros de altitud y se asoma a unas montañas poco visitadas en el entorno de Mallarruego.
El domingo 12 de agosto subimos Pilar, Ángel y yo. Disfrutamos mucho.

En la cresta. Ante Facha, Serrato, Batanes y los ibones de Brazato.
En la cumbre. Con los tresmiles a dos pasos.
El regreso, ante Argualas, Algas, Garmo Negro y Pondiellos. Fotografía profética de Pilar.


De Candanchú al puerto de Aísa: frambuesas, tinto, sudores, nubes y sarrios

El sábado 11 de agosto, Pilar, Ángel y yo salimos de Candanchú a una menos cuarto y con 28 ºC. La idea era subir a Ruabe del Bozo (2.419), pero bastó con llegar al puerto de Aisa (2.262) para hacer una merienda con jamón, queso, pan... ¡y un Joaquín Rebolledo 2011!
En la subida disfrutamos, por este orden: frambuesas, arándanos, la menguada chorrota del Aspe, el barranco del ídem, la merienda. En la bajada seguimos el crecimiento de las nubes que subían del bosque de Borce y vigilamos los sarrios. Las nubes nos cubrieron y protegieron del sofoco en el descenso por la ruta del Calcinar.
¡Cómo sudamos!

jueves, agosto 09, 2012

Gran Facha (3.005)

En plena trepada a la Gran Facha, con los ibones del mismo nombre a los pies.
El 5 de agosto, Virgen de las Nieves (y un recuerdo para la mamá de Aimar y Asier), Javier, Álvaro (glaciarista consumado) y yo subimos a la Gran Facha (3.005). Fue un día gris y amenazante en lo meteorológico, luminoso en la experiencia pirenaica.
De madrugada habían caído tormentas cuando descansábamos acostados en el refugio de Respumoso. Durante la ruta se daba la ¿coincidencia? de que cada vez que me calzaba los pantalones de plástico se detenía la lluvia, perdón, fue al revés, era quitármelos y empezar a llover. Así que me sacrifiqué y empapé las piernas de sudor. Ascendimos contra la probabilidad (60% de probabilidad de precipitaciones)... pero quien apuesta a perdedor puede ganar más.
Ganamos. Dos personas subieron antes que nosotros a la cima, dos más subirían después. Tras la cima, regresamos al refugio para cumplir con un almuerzo reparador. Entonces cayó la segunda tromba de agua. De regreso en coche, la tercera tormenta llegó a la altura de Biescas. Se veía la carretera con dificultad.

P.D.: La imagen de escayola de la Virgen de Lourdes de la hornacina de la Gran Facha, otra vez rota. En su lugar, la estampa del rostro de la Sábana Santa de Turín. No hay libro del cima en el hueco del libro de cima.

lunes, agosto 06, 2012

Cristales (2.889)

Balaitús y Crestas del Diablo desde cristales. Fotografía de Ángel.
El 31 de julio se rompió (otra vez, ¡ay!) la tradición pirenaica del día de San Ignacio que nos junta a Patxi y a mí (reservado derecho de admisión) en el refugio de Respumoso para subir cualquiercosa.
El 2011 fue Palas.
El 2010, una trágica tendinitis rompió la racha. Pero aceptemos que las reglas necesitan reivindicarse con la excepción. En ausencia de Patxi, se hacía cruel acercarse a Respumoso y subimos Anie.
El 2009, Pequeña Facha, Aragón y Cambalés.
El 2008, estábamos "en capilla" antes de subir a Balaitús.
Y así...
 Este año estábamos Lourdes, Pilar, Álvaro, Ángel, Imanol y yo. Pero faltaba físicamente el gran Patxi (el trabajo...).
Emprendimos la subida de Cristales, fácil desde Respumoso, pero con trampas: el cansino tobogán de la salida del refugio hasta el ibón de Campo Plano (que repetimos de bajada), la mole granítica, sin muchos alicientes desde el collado fronterizo de la Piedra de San Martín hasta el tramo de la cumbre, la pedrera previa a la cresta final ("¡Vaya, otra vez me ha tocado la pedrea!", exclamaba Álvaro con ese dejo resignado digno del 22 de diciembre), manantiales secos desde el collado...

En bloque (no bloqueada), ante Cambalés y la superposición de Aragón y la Pequeña Facha. En cima, Mujer de Rojo sobre fondo tresmilesco.

En defensa de Cristales se puede alegar que cabe evitar la "pedrea final", en su mayor parte, por los bloques de la derecha (para divertirse). Y los peros se disipan cuando se alcanza la antecima por la derecha y se avanza casi sin ascenso hasta la cima marcada con dos hitos y con la mejor vista de las Crestas del Diablo (muy punkys), Balaitús y Frondiellas.

Primeros pasos de bajada.
Luego bajamos a Respumoso, a La Sarra, a casa.

sábado, agosto 04, 2012

Llena Cantal (2.956)

Cima de Llena Cantal ante Piedrafita. 
Hace tiempo que tenía ganas de subir a Llena Cantal. Hace unos años me quedé "en puertas" y terminé en Tebarray. Este año, la pirámide más llamativa a la vista desde desde Respumoso nos ofreció a LourdesPilarÁlvaroÁngelImanol y a mí un día para recordar: 30 de julio.
El ascenso empieza con el sube y baja del entorno del refugio de Respumoso (inevitable). Luego gana altura por la GR11 con dirección a Panticosa. Una vez pasado el ibón de Llena Cantal, hay que subir un poco más, hasta que se supera un primer resalte. Una vez pasado ese "muro", se toma hacia la izquierda y se siguen los hitos y las marcas de pintura que guían hacia la cima. Es mucho más fácil de lo que parece y la sorpresa de dos ibones entretiene la ascensión. El tramo final, empinado, con una casi chimenea, alegra la ascensión con el uso de las manos. Y así se alcanza una cima aérea, con vistas preciosas de Balaitús, Facha, Gaurier, Zarre... En Llena Cantal se puede medir la soledad: 44 metros. Los que faltan para alcanzar los 3.000 y que convierten esta cima en una montaña tranquila, apartada, más allá de la atracción tresmilesca.




Imágenes pequeñas que crecen con un "clic" sobre ellas:
1. Campo Plano, Llena Cantal y Piedrafita: gris mañanero. (Fotografía de Ángel).
2. ¿Spiderman en el tramo final de Llena Cantal? (Fotografía de Ángel).
3. Satisfacción en la cima.
4. Posados.
5. Choque de locomotoras.
6. Descenso.

Descendimos por el mismo camino y nos dimos el gustazo de un baño en el ibón de Llena Cantal. Y al anochecer nos quedamos embobados con la estampa de la Llena Cantal y Cía. (Campo Plano, a la izquierda; Piedrafita, Marmoleras y Tebarray, a la derecha).

Fotografía de Ángel.